Capitulo 1. Encuentro Fugaz

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Era una mañana completamente normal, Tokio pasaba por un otoño muy frío; sin embargo, las aves trinaban en el aire, las hojas de los cerezos caían de una manera bella como solo esa hermosa ciudad podía ser testigo.

Era un viernes cualquiera a las 6:00 am. Hora fidedigna de Kida Yamada para levantarse pues, tenía un gran día por delante. Él era un estudiante de 18 años que vivía en un pequeño departamento en el distrito de Shibuya, iniciaba sus mañanas con un gran bostezo tumbando la alarma del reloj y mandando a volar el móvil, para luego a las 6:30 am. Levantarse de golpe, asearse lo más rápido que podía y de paso tomar un desayuno a medias; cabe decir que muchas veces confundía el pan con la pasta de dientes.

Ese viernes como siempre, Yamada va corriendo hacia la estación del tren de Tokio para ir a estudiar.

—¡Toshiro!¡Toshiro!...

—Aoi, ¡Casi me dejas!

—Sabes muy bien que el tren se va a las siete en punto, Jajá eres impuntual para todo, no puedes estar a tiempo en nada aunque tu vida dependiera de ello, Yamada. —dijo Toshiro de una manera muy cómica e irónica.

—Pues si sabes que soy así, ¿Por qué no me levantas temprano? Baka, con una llamada no me voy a morir. —respondió Yamada entre risas. 

Subieron ambos justo en el último momento, mientras el vagón ya estaba partiendo; la salida del tren indicaba que iba con destino a las estaciones de Megura y Shibuya en Tokio, era la primera salida del día, por lo tanto, iban muy apretados como solo se podía ir en una ciudad de Japón tan poblada como Tokio.

—Vale, mañana te voy a llamar, espero que te caigas de la cama y te golpees la cabeza —dijo soltando una carcajada Toshiro.

—¡Que malo eres conmigo!, eres como un hermano para mí, ¿Ya te olvidaste?

—No me vengas de nuevo con eso, toda la vida lo haces. Un chantajista, eso es lo que eres; pero hablando de algo más interesante; cuéntame como te va con tu compañera de curso, Akame, se ve preciosa ¿No? —preguntó Toshiro codeando un poco a su amigo.

—¡¡ Baka!! —dijo Yamada y soltó una risa sonrojándose un poco—. Pues para tu "pequeño" interés debo decirte que no hay persona en la que me fije por ahora.

—¡Oh! Y eso ¿Por qué?, se nota que le gustas mucho y para ser un ingeniero nuclear está muy bien para tí, así como vas no encontrarás novia, ya verás. —siguió riendo.

—Deja de burlarte, sabes que mi mayor sueño es ser ingeniero robótico, no nuclear y Akame es una chica muy simpática; pero no, ahora estoy centrado en un proyecto —replicó Yamada, muy orgulloso de sus palabras—. Aparte solo falta un año para la graduación de la universidad, si termino bien en todos los cursos; podré irme a Europa y crear nuevas cosas allá... Aquí ya tienen todos lo ingenieros que necesitan.

—Nunca vas a cambiar cerebrito, jajaja —le comentó soltando una gran carcajada.

Esa mañana hacía un poco de calor dentro de la cabina, Yamada amaba escuchar frente a la ventana del tren las canciones de Folk rock que tenía en su playlist una y otra vez. Notó que las aves estaban tan calmadas y a pesar de tener la preocupación de un examen, ellas le daban cierta seguridad y serenidad. Yamada amaba la tecnología; pero era perfectamente capaz de disfrutar de un cielo claro junto a una buena pieza musical y uno de sus favoritos, el frappé de caramel y vainilla recién comprado de la cafetería de al lado de la estación del tren. Se llamaba Shinigami.

Esa cafetería era la favorita de Yamada y Toshiro, siempre después de clases ellos pedían sus galletas de chocochips con un ristretto para Toshiro y un brownie acompañado de un frappuccino de caramel con vainilla para Yamada.

Siempre, mientras Yamada iba hacia el instituto tenía una conversación de estas, donde soltaba carcajadas y de verdad sentía que podía disfrutar de la vida, junto a su mejor amigo y su otra mitad de desayuno favorito, incluso cuando las clases fueran un poco aburridas; aunque para él no había clase aburrida, parecía que sus compañeros decían tanto eso del aburrimiento que a veces llegaba a pensar lo mismo.

—Okaido Toshiro es mi mejor amigo, uno de los pocos que se pueden encontrar en la vida, estudiábamos en lugares distintos; pero nada impedía que tomáramos el tren juntos. Él estudiaba en la universidad de Tokio, todas las mañanas nos veíamos; bueno, todas las que podía levantarme temprano, soy una persona que no es demasiado aplicada en el ámbito de la puntualidad, muy distinto a mi compañero de charlas, que si pudiera dormiría en el tren para no perderse una hora de salida. —iba diciendo Yamada en una grabación mientras Toshiro aguantaba las risas.

—Él me ayuda mucho en mis tareas, tal vez es una de las mejores ayudas que hay desde que me mudé aquí hace 3 meses, yo no conocía a nadie y nada me pudo reconfortar más como una carta de Toshiro diciendo que también había entrado a una universidad cercana al instituto y no dudó de buscar un departamento en el edificio de al lado del que yo rento. Cuando llegó, recuerdo que trajo una carta de mis padres, ellos son artistas profesionales, viajan por el mundo, con una parada mensual en Europa; Dinamarca para ser mas precisos,  sin embargo, yo sabía muy bien que era lo que quería y lo conversé con ellos. Decidí quedarme en Japón para estudiar en Tokio junto a Toshiro, en el fondo entendí que cuando estuviera listo, iba a ir con ellos para poder trabajar de la mano con los científicos robóticos de Copenhague. Y lo lograré...

AisakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora