Lo siento

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La coloqué en el sofá y le sellé los labios con mi boca.

—Mm... Para, Luffy. Alguien ha picado el timbre de la entrada ¿quién será a estas horas?

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Mis ganas de seguir saboreando esos labios tan soñados de la mujer que personificaba la mezcla de miel y chocolate permanecían aun cuando ella me detuvo. 

El timbre sonó sin que yo me diera cuenta. Maldecir a quien estaba detrás de esa puerta era decir poco.

Nami hizo ademán de incorporarse y ponerse en pie pero yo la detuve, ya que después de recordar la llamada que hice, decidí que yo sería quien les diese paso a Ace y a todos los que hubieran decidido acoplarse a la fiesta.

—¡Este es uno de mis regalos de cumpleaños! ¡Disfrútalo!

Di paso a una multitud de gente. Gente que ni siquiera conocía y otros amigotes de mi hermano que sí. Todos tenían en la mano bolsas con alcohol y comida. 

También hubo algunos que ya parecían mostrarse borrachos y cachondos.

El grupo era liderado por Ace que estaba muy orgulloso de la cuadrilla que había formado.

—¿Qué, Luffy, impresionado? He... no me extraña. ¡Cabrones, que esta noche sea leyenda! —silbó Ace a todo pulmón mientras se apartaba para dejar paso a toda la tropa.

El pequeño apartamento se convirtió en un plis-plas en una lata de sardinas apretujadas. 

Muchos que se dirigieron al comedor debieron encontrarse a Nami en el sofá con el pelo revuelto y con la luz apagada. Yo no quería perderme su reacción así que corrí adentro a verla.

Los borrachos, que habían llegado antes que yo, no pudieron contener sus instintos sexuales al verla con esas pintas y empezaron a toquetearla. Yo solo pude fijarme en la expresión de miedo y confusión de mi amiga.

—Luffy ¿qué significa esto? —dijo mientras se los sacaba de encima.

—Yo...

—Te estoy preguntando qué hace esta gente en mi casa. ¿Has sido tú quien los ha llamado?

—Querida, ¿eres estúpida o qué? Mi Luffy te ha montado una fiesta normal y corriente ¿no lo ves? Aunque tampoco entiendo por qué hacérsela a una amargada como tú. Si llego a saber que se trataba de ti no me digno a venir —dijo Hancock.

—¿Y a ti quién te ha dado permiso para entrar en mi casa? 

—¿A esto le llamas casa? Cuánta imaginación.

—Serás lagarta... ¡TODO EL MUNDO FUERA DE UNA MALDITA VEZ!

Para su alivio, Ace comprendió la situación. Consiguió que los demás fueran yéndose desganados mirándose sin entender nada. 

Yo miraba a un lado y veía muebles rotos, a otro lado y descubría las paredes manchadas y las cortinas rasgadas... Daba miedo que en el poco tiempo que había transcurrido hubieran puesto todo patas arriba.

—Dios... ¡pero qué bestias son! —exclamé yo.

—Todo el mundo te incluye a ti también, Luffy.

—¡Pero yo no sabía que...

—Ya es suficiente. Vete, por favor.

—Lo siento de verdad... Que descanses —logré decir apenado a la vez que ella cerraba la puerta tras de mí.

Retrospección (LuffyxNami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora