Si hay que jugar, se juega

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Piensas que con solo ver sus ojos y oír el tono de su voz ya sabes qué le ocurre a esa persona tan especial a la que tanto conoces.

Pero lo cierto es que nunca conseguiremos adivinar lo que le puede turbar a alguien únicamente con esos factores. 

A Nami algo le sucedía relacionado con cierta persona cuya identidad yo ignoraba. 

Quería que no transcurriera mucho tiempo hasta que yo desmantelase a ese cretino y de esa forma poder bajarle esa prepotencia que me llevaba encima.

—¿Tú? ¡Venga, Luffy! ¿Es que quieres jugar al héroe conmigo? No necesito decirte su nombre para que vayas a cantarle las cuarenta. —dijo Nami.

—¿Por qué no?

—Porque te dolerá.

—No entiendo pero que sepas que esto me afecta directamente. ¡Está poniendo palabras en mi boca!

—Lo sé, pero me ocuparé yo personalmente.

—Lo sé, pero me ocuparé yo personalmente

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—Vaya... Otra vez las mesas de la cantina están ocupadas. —dijo Usopp.

—Vamos a cualquier banco de fuera a comernos la comida. —respondió Nami.

—¡Ep! ¿Esos no son Luffy y Vivi? Están sentados en una mesa. Aprovechemos y vayamos con ellos.

—Usopp, necesito que me hagas un favor antes de nada... 

—¡Cuánto me alegro de verte, Nami! —exclamó Vivi

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—¡Cuánto me alegro de verte, Nami! —exclamó Vivi.

—Yo también me alegro.

—Luffy, acompáñame un momento a entregar unos formularios a los profesores. —me pidió Usopp.

—Qué pereza... Vale, vamos.

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—Por cierto... ¿por qué me miras tanto desde que se han ido, Nami?

—Nada, es solo que colecciono caretos y me faltaba el tuyo.

—¿Disculpa?

—¿Puedes dejar de fingir ya? Me pones enferma, tía.

—Vaya, veo que ya te has percatado de mis trolas. Has tardado lo tuyo... Hay que ser bien necia para creerlas. —suspiró Vivi.

—Primero: la envidia te corroe, querida. Y segundo, tú a mí no me puedes llamar necia, aunque no te niego que esta vez me pasé de confiada porque te creía mi amiga, y no una maldita comediante.

—Mira, Nami, tú de santa tampoco tienes ni un pelo. Anda que no me sigues la corriente delante de Luffy.

—No me compares. Yo no tengo por qué explicarle nada a Luffy. Que se dé cuenta él solito de la payasa que estás hecha.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Seguirás comportándote como una amiga conmigo cuando él esté delante? ¿Eso harás?

—Eso mismo te podría preguntar yo a ti. —respondió la pelirroja.

—Esta conversación no tiene sentido alguno. Nami, cuando quieras te vas y me dejas tranquila.

—Hay que ver... Nunca falta la sardina con aires de caviar.

—No me hagas reír, ¿qué tipo de insulto es ese?

—Cielo, qué corta eres. Atiende, porque la idea es sencilla: me provocas y te araño, que para las felinas nos resulta todo un recreo.

 Atiende, porque la idea es sencilla: me provocas y te araño, que para las felinas nos resulta todo un recreo

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Retrospección (LuffyxNami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora