Los cálidos días de universidad estaban llegando a su fin. Mis dos mejores amigos habían tenido una disputa amorosa y ahora yo había adoptado el papel de el hombro al que acudir a llorar.
En uno de mis hombros hospedaba la lealtad de la amistad y e...
—Me lo he pasado muy bien contigo estos días. Espero que vuelvas, Hancock.
—Kyaaaa~ Luffy, vendré todas las semanas si hace falta para que la llama de nuestro amor no se apague.
—No, por favor. —dijo Ace —El tren está a punto de llegar... ¿No te olvidas nada, no?
—Lo tengo todo. Supongo que gracias a los dos por acompañarme a la estación y por acogerme en vuestra casa.
—No hay de qué. ¡Shishishi!
—Vaya, ya está aquí el tren... Adiós, mi amor. ¡Te amaré hasta el fin de nuestros días! ¡Adiós!
—¡Hasta pronto! —me despedí con una sonrisa.
—¡Hazme saber cuando cortes con la campesina! ¡Ah, y dile de mi parte que es una gran furcia, zorra y todo los insultos del mundo mundial! ¡Adiós, amor mío!
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—Ya se ha ido... Hay que reconocer que es buena persona pero está loca —afirmó Ace.
—¿Y tú qué harás a partir de ahora? ¿Te quedarás en casa por una temporada?
—No... Mañana me piro de viaje con mi novia.
—¿Novia? No me lo habías contado.
—¿Es que te lo tengo que contar todo? Tsk, se llama Irene y es magnífica, he. ¿Y sabes qué más? Ella y yo...
—¿Volvemos a casa ya? Tengo hambre.
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