Los cálidos días de universidad estaban llegando a su fin. Mis dos mejores amigos habían tenido una disputa amorosa y ahora yo había adoptado el papel de el hombro al que acudir a llorar.
En uno de mis hombros hospedaba la lealtad de la amistad y e...
En aquel entonces pasaron dos semanas y no pude arreglar nada con Usopp.
Me pareció una idiotez que se enfadara por comentarle que la persona de la que yo estaba enamorado era Nami.
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—¿A qué hora quieres que nos marchemos, Vivi? —pregunté.
—No tengo prisa. Disfrutemos hasta que nos cansemos de tanto bailar.
En esa discoteca bailamos como si no hubiese un mañana.
Mi única novia en toda mi vida y no me arrepentía de que fuera la primera. ¡Era estupenda!
—Voy un momento a los servicios, ahora vuelvo, cariño. —dijo ella.
Cuando la peliazul desapareció entre la multitud, yo pude distinguir a cierta pelirroja y cierto narizotas bailando entre el gentío.
Bailaban jovialmente, se movían con alegría.
Quise saludar a Nami pero enseguida se me pasaron las ganas cuando recordé que Usopp no quería saber nada de mí.
Los echaba de menos, pero ellos me dejaron de lado, aunque uno más que la otra.
—¿¡Ese de ahí no es Luffy!? —oí que alguien decía.
Usopp y Nami se acercaron a mí. Ella estaba preciosa con ese vestido sencillo y de color blanco, con tacones dorados y complementos del mismo color.
—Hola, Luffy...
—Hola, Usopp. ¿Cómo has estado?
—Bien...
—Me alegro. Bueno, voy a buscar a mi novia.
—¿Desde cuándo estás saliendo con alguien? —preguntó Nami a mi parecer un poco amargada.
—Hace una semana.
—No me habías dicho nada, sí que te lo tenías bien guardado.
—No vi la necesidad de decírtelo, Nami.
Ella se quedó mirándome desilusionada. Sus ojos reflejaron disgusto.
—Bueno, os dejo solos un momento. —dijo Usopp mientras se distanciaba al sentir la tensión que nos envolvía a nosotros dos.
—Dices que no ves la necesidad de decírmelo. Se supone que somos mejores amigos, Luffy.
—No entiendo por qué le das tanta importancia.
—Porque parece que estés enfadado conmigo, ya no contestas mis mensajes ni me devuelves las llamadas. Y ahora me entero de que tienes novia después de una semana... ¿Te he hecho algo? ¿Por qué me evitas?
—No te evito. Es solo que... Mira, da igual.
—No sé qué coño te pasa. No te hablas con Usopp, a mí me evitas, la última vez que nos vimos saliste corriendo cuando te dije que me acosté con Usopp, y por último, siento que te da lo mismo nuestra amistad. ¿Estoy haciendo algo mal? Si es así quisiera saberlo.
—La respuesta es sencilla, yo no puedo seguir fingiendo ser amigo tuyo. ¡Ya no puedo, vale?
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