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Envuelta en una capa negra, ella sostenía al pequeño bebé, estaba asustada no sabia que le ocurría, parecía que estaba profundamente dormido.

Gritaba llamándolo, esperando que se encontrará en el bosque, el era el único que podría ayudarla.

—¿Qué ocurre Esther? – preguntó frío.

—Es... Es... – no pudo aguantar el llanto y se arrodilló frente a él – Por favor salvala, n-no ha abierto los ojos desde que nació.

—Maldición. Esto es mi culpa debí estar ahí. Dámela.

La tomo entre sus brazos y algo se removió dentro de él, ver a esa pequeña criatura entre sus brazos le recorrió un escalofrío, acarició sus tiernas facciones. Y puso un dedo en su frente, un vapor negro hiba alienado a medida que el hiba alejando su dedo. El bebé se comezo a remover y abrió los ojos. Ojos tan diferentes a los de ella y a la vez tan similares.

—Y-yo no puedo llevarla así, me mataran…

—¡Ya dejá de preocuparte por ti! ¡Es a ella a quien asesinaran! – grito molesto – Te advertí de las consecuencias.

—No soy la única culpable y lo sabes. – mascullo mirándolo con ira.

—Entonces me la llevare.

—¡No puedes quitarme a mi…

Se acerco con rapidez tomándola por la nuca y aprisiono sus labios con un beso. Un beso amargo, Esther aún lloraba y con la poca fuerza de voluntad intentó empujarlo, pero el se alejo sin objeción.

—No te atrevas a decirlo de nuevo – susurro juntando sus frentes – Si no quieres alejarte de ella... Ven conmigo.

—No lo haré. Sabes que estoy casada...

—Entonces deja a Roman.

—Yo lo amo, no puedo hacer eso.

—Eso no es verdad.

—Ella es prueba de que si – dijo mirando a la bebe.

—Algún día la volveré a verla y se enterara de toda la verdad.

—Para entonces ya estara muy lejos.

Escucho a la bebe reír, sintió nostalgia, no podía condenarla a seguir una vida que no deseaba. Así que con un espino de un árbol se pico el dedo y lo metió en la boca de la niña, la pequeña se aferro al dedo por unos segundos hasta que su mirada se volvió diferente y volvió a dormir.

—Eso funcionará para dormir su naturaleza interior. Pero alejala de todo lo que pueda asemejarse a mi. Es peligroso.

Esther volvía tener a l bebé entre sus brazos. Sintió que al fin podía respirar en paz, al fin tendría a la familia que siempre quizo.

—Muchas gra… – pero el ya no estaba.

Desde las sombras de los árboles vio como se alejaba la mujer que le dio luz a su terrible existencia.


La princesa del Alpha [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora