2: Despero Aeterna

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Capítulo 2: Despero Aeterna

SoulKiller bajó las escaleras lentamente, como temiendo lo que pudiere esperarle abajo. Una vez llegó al penúltimo escalón, acertó a vislumbrar dos figuras solamente en toda la taberna, además del tabernero y su hija haciendo las tareas de la taberna. Uno, parecía ser un bufón, un tanto serio en apariencia mientras conversaba con un templario.

-El…¿Elvemage? ¿Hanshakou? –dijo SoulKiller tratando de aparentar ser serio-

Ambos se dieron la vuelta y sonrieron a SoulKiller. Hanshakou era un bufón del cual SoulKiller aprendió varias tretas y chistes. Era un tipo muy gracioso y alegre y, además, cuando había que estar serio lo estaba como el que más y era un gran guerrero. Sus dotes de ilusionista le colocaron como el mejor del reino y era temido por muchos. Como punto aparte, contradiciendo algunas de sus cualidades, tenía una debilidad demasiado grande… las mujeres. “Debe de ser contagioso, cuanto más tiempo paso contigo más interés tengo por las mujeres, maldito” Le dijo un día SoulKiller en un campamento a Hanshakou mientras éste le hacía cucamonas a una prostituta que había frente a una tienda de campaña que, para chasco de Hans, se acercó a SoulKiller y se lo llevó dentro de la tienda. Hanshakou era un tipo algo retaco, para chiste, con el pelo largo y rizado de color caoba y ojos de color miel. Los años de guerras le mantenían en forma a pesar de las comilonas que se daba para ser tan retaco.

Al igual que Hanshakou era la noche, Elvemage era el día. Era un templario forjado en años y años de guerras y rezos. Aunque fuera irónico, era un guerrero al servicio del Reino de Devirnya (cuya traducción según el lenguaje de “Los Creadores” era “Tierra Oscura”) y no del Reino de Saintgrow (cuya traducción según el lenguaje de “Los Creadores” era “Santo Creciente”). Era un tipo muy recto moralmente, aunque a la vez que creía en el honor y todos esos cuentos, sabía perfectamente cuándo había que saltarse las normas y hacer la vista gorda. Era un tipo bastante alto, con el pelo corto de color castaño y ojos verdes. Tan fuerte como una roca y con un tatuaje de una cruz en el torso. Además, pasó muchos años como ermitaño en una montaña alejada de todo, meditando y aprendiendo sobre la madre tierra y la naturaleza.

-¡Dichosos los ojos que te ven viejo amigo, alabemos a nuestro Dios por tenerte aquí con nosotros! –dijo Elvemage caminando hacia SoulKiller con los brazos abiertos-

-Eh, eh, eh, eh, eh… ¿Cómo que “nuestro” Dios? Vamos a ver, que quede claro que aquí el Dios que está clavado en una estaca es TÚ Dios y el mío es el que tiene el martillo –dijo Hanshakou interponiéndose entre Elvemage y SoulKiller-

-¡Maldito seas tú y tu dios, bufón estúpido! –gritó Elvemage, lanzando su puño contra la cara de Hanshakou-

Le acertó en toda la cara, pero para asombro de SoulKiller, Hans estaba detrás de Elve. Entonces, cuando Elve iba a lanzar un segundo puñetazo a la cara de su oponente, le dio un manotazo en la cara a Hans.

-¡Toma hereje del dem…! ¿Pero qué cojones…? –dijo Elvemage dándose media vuelta- ¡Pero si acabo de pegarte!

-Joder… Menudo guantazo… Ah, hola, elve, amigo mío, majo, guapo… -dijo Hans desde el suelo, afectado por el golpe- Todo era una broma, una brooooma…

-¡Vas a recibir la paliza de tu vida, desgraciado! –gritó Elve, lanzando una patada a la cara de Hans-

Entonces, SoulKiller vio cómo Hans pronunciaba un conjuro en un susurro. Al momento siguiente, Elve estaba corriendo como un loco en dirección a la puerta gritando nosequé de demonios, demonios y más demonios que había por todas partes.

-Siempre estáis igual, eh, no habéis cambiado nada –dijo SoulKiller riendo y abrazando a su viejo amigo-

-No cambiamos nada y veo que tú no olvidas lo que te enseñé sobre las mujeres… Ya veo que tienes en el bote a la hija del tabernero, buena caza, sí señor… -dijo Hans mirando de reojo a la Ruth, la cual no le quitaba el ojo de encima a SoulKiller-

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