Capítulo 5: Paz y Guerra
Parte I
Había pasado un mes desde el intento de asedio del Reino de Saintgrow a la ciudad de Bredhner. Corría el tercer mes del año 157 de la Segunda Era. Era una mañana esplendorosa; SoulKiller se levantó de la cama y se vistió. Hacía un tiempo que tenía sus armas guardadas en un bául de sus aposentos, concedidos por el Rey debido al gran valor y colaboración en la defensa durante el asalto por parte de SoulKiller y su compañía. Abrió la puerta y bajó al salón principal, donde estaban todos… menos Ruth.
-¿Dónde está Ruth? –dijo SoulKiller-
-Pero… ¿no dormía contigo? –preguntó Hans, extrañado-
-La cuestión es que anoche se acostó en mi cama, pero esta mañana ya no estaba.
-Así que anoche… Le diste ¿no, campeón? –dijo Kai entre risillas-
-No, sabes que eso no es cierto; no he tenido ningún tipo de roce que superase los necesarios de una amistad con ella –dijo SoulKiller, visiblemente molesto-
-Bueno, no es necesario que te enfades, amigo. Volverá en un rato para el desayuno, ya lo verás.
Pero no volvió. Ni ese día, ni al siguiente, ni al siguiente… Al atardecer del cuarto día, un vigía dio la señal de alarma. Unos extraños habían dejado un bulto, similar a una persona, tendido en el camino a la capital del Reino. SoulKiller, temiéndose lo peor, silbó en lo alto de una torre. Desde hacía tiempo, a SoulKiller no le era necesario pronunciar el conjuro de Sombra Alada; La dragona había adquirido tal afecto hacia él que con un mero silbido sabía que su “amor platónico” estaba en peligro y acudía rauda y presta. Sombra Alada apareció en todo su esplendor, dejando que SoulKiller subiera a su lomo después del rutinario lametazo de saludo. Una vez en su lomo, SoulKiller indicó a Sombra Alada dónde debía ir. Al acercarse, el bulto se asemejó cada vez más y más a un cadáver humano. Sombra Alada aterrizó en el camino y SoulKiller profirió un grito de dolor tan profundo como el abismo de Ehler. Era ella… Ruth… no, no podía ser…
SoulKiller se acercó y ser percató de que en la espalda de la joven mujer había un mensaje escrito con sangre. “Esto pasa a los seres queridos de los que osan interponerse en el camino del Reino de Saintgrow” rezaba el mensaje. SoulKiller se arrodilló ante el cadáver de la mujer, sollozando. En realidad no sentía amor por ella, pero se había acostumbrado de tal modo a su presencia, a su sonrisa, a sus miradas… que su pérdida significaba mucho para él. Levantó su cadáver y subió a lomos de Sombra Alada, que mantuvo un silencio solemne al ver triste a ese pequeño ser que desertaba tanto afecto en ella. Fueron hasta el patio interior de castillo, donde Sombra Alada regresó a los cielos y SoulKiller permaneció arrodillado, contemplando el rostro de la mujer que le amaba con pasión. Entonces, Elvemage apareció por la puerta, hablando con un sacerdote.
-¿Qué te pasa am…? ¡Por Dios santo! –dijo Elvemage, al acercarse – Ella es… es… ¿Ruth?
-Sí… -dijo SoulKiller, absolutamente serio- Por favor, me gustaría enterrarla en tierra santa…
-Como desees, amigo. Ve al cementerio de la parte de atrás del castillo, voy a buscar un sacerdote.
En el funeral estuvieron todos presentes, incluso Hans y Kai, cuyas creencias se alejaban bastante de las de Elve. Todo el mundo guardó un silencio solemne durante el entierro, durante el cual el dolor se apoderó íntegramente del alma de SoulKiller, que no podía más que pensar en venganza y sentir odio e ira. Esa noche, todos se reunieron en el gran salón para un gran banquete, incluida la corte del Rey y él mismo, todos ataviados con prendas negras tal y como rezaba el mandato del Rey. “Ante la muerte de nuestra querida Ruth, declaro una semana de luto oficial”. Todos cenaron en silencio, mientras se repartían los pésames, los sollozos y la tristeza por doquier.
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Almateina
FantasyEn un mundo que se contrae inmerso en la guerra entre dos grandes reinos, emerge una figura que, junto a sus acompañantes, cambiará el curso de la historia, no sin unos cuantos escarceos amorosos y otros tantos chistes malos... Únete a la aventura d...