1. Nueva vida

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Abro la puerta de mi nuevo piso seguida por Presidente Miau, mi pequeño gato negro. El piso es pequeño y esta situado en un barrio bastante peligroso, pero es lo único a lo que he podido acceder con la beca que me ha ofrecido la Universidad y quizas más tarde, un empleo como el de camarera o dependienta.

Por ahora tendré que conformarme con este piso del tamaño de una caja de zapatos que esta vacio salvo por un sofá desgastado, un televisor viejo del que dudo de su funcionamiento, una mesa, dos sillas plegables y una especie de tabla con mantas demasiado dura para ser llamada cama. En resumen, una mierda.

Vuelvo hacia mi furgoneta a cojer las cajas dónde se encuentran mis cosas. No he podido permitirme un camión de mudanza. Las cajas son muchas y pesan demasiado. Cuando la mitad ya estan en el pequeño salón de mi piso, recojo como puedo mi pelo en una coleta y seco el velo de sudor que resbala sobre mi frente con la manga de mi  sudadera.

Ya con todas las cajas arriba, comienzo a poner todos los objetos en orden. Mi ropa, mi cepillo de dientes, la comida que compré en el 24h de la esquina, la camita de Presidente... Por último, coloco en las paredes unos cuantos cuadros pintados por mi, y otros tres de mi padre. Lo único que me queda de él.

Mi padre era pintor. Era bastante bueno, pero nunca llego al exito. Mi madre murió en el parto, por lo que me crió el solo. Me queria. Siempre lo hizo. Yo también lo queria a el, pero digamos que tuve una adolescencia dificil.

Crecí en un mal barrio, a las afueras de Busan. Por la noche se podian oir las voces de las prostitutas, y era habitual que todas las semanas apareciera algún cadaver delante de las discotecas. Algunas veces muertos por sobredosis, otras, por peleas de bandas, llenos de navajazos.

A los catorce años, la mitad de mi clase estaba enganchada a la droga. Estoy casi segura de que yo también habría acabado así de no ser por mi padre y por el rap.

El rap lo fué todo para mi. Noche tras noche, me escapaba de casa para asistir a los clubes de rap. Al principio solo escuchaba, pero unos meses despues ya subía al escenario. A paso lento, pero seguro, ya había ganado a algunos veteranos. Poco a poco, el club donde rapeaba se me fué quedando pequeño.

A los dieciseis mi padre enfermó de cáncer de pulmón por culpa del tabaco. Lo ingresaron en un hospital. Yo me quede sola en casa. Le había dicho a mi padre que me quedaría a dormir en casa de alguna amiga mientras el no estaba. La cuestión es que yo no tenía amigos. Llamalo fobia social, llamalo antisocialismo. Ni sabía ni quería tener amigos. Y sigo sin querer.

Mi padre murió tres años después, y viví en mi barrio natal cuatro años más.

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Un delicioso tazón de arroz. Un delicioso tazón de arroz con cara y extremidades.

-Yeongi! -grita- Yeongi! Comememe! Estoy delicioso!

-Lo siento, tienes muy buena pinta pero no puedo. Mi pez me prohibe comer cosas que hablan! -digo señalando a un enorme pez naranja que se encuentra a unos metros.

El tazón de arroz asiente. Pone cara de concentración y se sienta. Lo miro detalladamente. El cuenco de color blanco y azul esta a rebosar y sobresalen dos palillos de madera.

-Lo tengo! - dice levantandose de golpe-. En ese caso yo te comere a ti.

-Por que?

-Porque aquí las cosas son así.

El tazón se acerca a mi y comienza a lamerme la cara.

-Miau?

Me despierto. Presidente Miau se encuentra encima mia y me lame la cara como si de un cuenco de leche se tratara. Genial. Ahora mi cara esta llena de babas de gato. Lo en el suelo y me dirijo a lavarme la cara.

Odio las mañanas, odio tener que salir y ver gente, pero sobre todo ODIO TENER QUE LEVANTARME TEMPRANO. Susurro algunas  maldiciones mientras trato de alcanzar la caja de cereales del punto mas alto del estante. También odio mi estupido metro cincuenta y cinco.

Después de desayunar me visto.

-Bien, Presidente Miau, que ropa dará una buena impresión para que me contraten? -cuando me giro hacia el mencionado, lo encuentro dormido en mi cama- Maldito saco de pulgas. Estas bien listo para despertarme y que te dé de comer, pero cuando una te pide tu opinión vas y te duermes! Bola de pelo sarnosa... Bien. A la mierda la buena impresión!

Me pongo unos vaqueros rasgados, una camiseta negra y una polera de mi padre, tambien negra. La polera es demasiado grande y me queda sobre las rodillas.

Salgo de casa no sin antes asegurarme de que cierro bien la puerta.

A lo largo de la calle solo veo algún borracho durmiendo en el suelo de algún portal, y varios transeúntes con bolsas de la compra. Me pongo la capucha y salgo a dar una vuelta por donde se encuentran los locales.

Después de una calle entera de respuestas negativas, un local en especial llama mi atención. Es un local de rap. Un letrero que pone "Rap Monster's" señala la ubicación de este. De otra forma no me habria dado cuenta de que era un bar, ya que solo es una puerta abierta con unas escaleras y un pasamanos de metal en la pared llena de graffitis.

Bajo por las escaleras. Se que está cerrado, ni el letrero ni las luces estan encendidos, además de que estos sitios no abren a las mañanas, pero, que demonios? Si no querian que nadie entrara haber cerrado la puerta.

Me invade una extraña sensación al verlo totalmente vacío. Se podría decir que el local de rap que había en Busan era como mi segundo hogar, pero nunca lo había visto vacío. Repaso el sitio con la mirada. No hay nadie. Muchas botellas están tiradas en el suelo, al igual que los vasos de plastico. Al final, en la parte mas alejada de la entrada, hay un escenario. A sus pies hay montones de basura reunida.

Un sonido me sobresalta. Miro a donde lo he escuchado y veo un cuerpo desplomado en una mesa, todavía con una botella de alcohol en la mano. Me acerco a el para ver mejor su cara. Sus mofletes son gorditos y estan rojos, y sigue dormido.

-Bebió demasiado -dice una voz grave a mi espalda.

Me giro y veo a un chico alto (muy alto, calculo que de 1,80), de pelo castaño revuelto.

-Te has perdido, princesa?

Alzo una ceja. Princesa?

-De hecho, no. Eres el dueño?

-RM, para servirle señorita, que puedo hacer por ti? -sonrie de forma 'seductora'.

-Quiero trabajar aqui -digo seria.

RM parece aguantar una carcajada.

-Tu? En serio? -dice entre risas. Frunzo el ceño ante sus burlas- Princesa, no contratamos a chicas como tu. Así que vuelve a tu castillo. Tu principe azul debe estar esperando.

Aprieto los puños y lo miro friamente.

-Es por que soy una chica?

-Es porque mides un metro y medio y pareces una niña de doce años. No perteneces a este mundo, princesa. Vuelve por donde has venido y no pretendas ser una chica mala, si?

La ira invade mi cuerpo, trato de controlarme para no darle un pueñetazo.

-Primero, mido 1,55. Segundo, tengo 23 años. Tercero, no me llames princesa. Y cuarto, no sabes mada sobre mi, si? Así que si vuelves a decirme a donde pertenezco o dejo de pertenecer, te juro que te doleran partes del cuerpo que ni sabías que podían doler así.

Ríe. Se ríe de mi. No me toma en serio.

Estampo mi puño contra su cara y ya no se rie. Me mira con sorpresa, mientras se lleva la mano a la nariz, de donde empizan a caer unos hilillos de sangre.

-Tienes agallas -masculla mirandome-. Y un buen gancho. Esta bien. El trabajo es tuyo. Disfruta de tu puesto de camarera en este antro de mala muerte.

Capitulo 1> ✔




Strawberries & Cigarettes// Suga y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora