NIKI
Era de noche. Estaba tumbada en la cama, con las manos tras la nuca y mirando al techo. Las luces estaban apagadas y la persiana bajada. El paseo con mi madre había sido agotador. Habíamos ido a un centro comercial enorme, y habíamos entrado en TODAS las tiendas que había. En total, cuatro horas seguidas andando sin parar. Estaba segura que nadie odiaba ir de compras más que yo en todo el mundo.
A pesar de que intenté no pensar en ello, lo que pasó en el parque con Jai no paraba de venirme a la mente. Pensé en qué habría pasado si hubiera escuchado a Jai antes de irme. Sobretodo pensé qué habría pasado si mi madre no hubiera llamado. Aunque ahora no lo sabría nunca.
El sentimiento de culpa me comía por dentro. Había sido idiota, le había enseñado a Jai mis sentimientos sin saber los suyos. Ahora él podría aprovecharse de eso. Podría aprovecharse de que me gustaba. Inmediatamente saqué esa idea de mi cabeza: Jai nunca haría eso, siempre quedaría la amistad. No destruiría tantos años de amistad por ambición personal... ¿o sí? En ese momento mi cabeza era una telaraña, todo estaba hecho un lío. No sabía qué iba a decirle a Jai al día siguiente. Ni tampoco que me diría él. Opté por dejarlo, e irme a dormir.
Al día siguiente, fui despertada por la alarma del móvil. La apagué y salí de mi lugar privado y confortable. Un escalofrío me recorrió de arriba abajo. A pesar de que era verano (casi otoño), por la mañana al levantarme siempre hacía frío.
Abrí el armario de la ropa y saqué lo que solía llevar siempre: unos shorts tejanos y una camiseta de tirantes blanca con una chaqueta de manga corta roja encima, de esas que son abiertas por arriba y que con los extremos inferiores se hace un nudo sencillo. Me vestí. Fui al lavabo con un gorro de lana, una gorra de visera plana y una goma para hacerme una coleta. Me miré al espejo y me puse la gorra: no, ya la tenía muy vista. Me puse el gorro: no, pasaría mucho calor. Me hice una coleta: estaba nerviosa y me salía fatal. Opté por dejarme el pelo suelto.
Bajé al comedor y cogí un zumo de muchos sabores de frutas, mis gafas de sol tipo mosca (puestas, como no) la maleta y el bolso. Ese día tenía que ir a la residencia universitaria, de ahí la maleta.
Salí de casa y me dirigí por la calle principal hasta la residencia. Ésta estaba a unos cinco minutos en bus de la universidad. Cerca.
Cuando llegué, me sorprendió la inmensidad del vestíbulo, y había un montón de alumnos con maletas que hablaban alegremente. Por lo que sabía, Jai vivía con Dave y Matt en un pisito no muy lejos de la universidad, así que no lo vería por aquí: menos mal.
Entonces vi a Shara, que se acercaba a mí mientras me saludaba con la mano. Arrastraba una maleta descomunal.
- ¡Hola Niki! ¿Has dormido bien?
-Sí, más o menos-dije quitándome las gafas de sol mosca.
- Las habitaciones son de dos personas. Tú y yo vamos juntas, ¿eh? A nosotras no nos separa ni la muerte-dijo mientras se reía.
-Claro-sonreí- por cierto, ¿y esa maleta?
-Bah, nada del otro mundo. Ya sabes, lo mínimo y necesario para sobrevivir.
- ¿"Mínimo y necesario para sobrevivir"? ¡Pero si llevas el armario entero en esa maleta, so animal!
-No lo creo, mi armario es mucho más grande-añadió, riendo y a mí se me contagió la risa.
Shara era mi mejor amiga y, a pesar de que la conocía muy bien, nunca dejaba de sorprenderme.
Después de movernos por el lugar un buen rato, dimos con la habitación que nos tocaba y nos dirigimos a ella por el ascensor. Segunda planta, habitación 032.
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Ritmo en la Sangre
RomanceEn los barrios de Estados Unidos, las peleas o las disputas que había entre la gente se arreglaban midiéndose en un duelo de baile y ganaba quien bailaba mejor. Niki y Jai habían sido siempre muy buenos amigos, y junto a Matt y Dave formaban una ban...