7. Rosas

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14 de Enero

—Vamos mamá dame dinero para una golosina— hago puchero

—Ya te dije que no Ainhoa, no insistas— Salí molesta y triste de la cocina cuando llegue a la sala estaba el abuelo sentado en su sofá favorito, riéndose, tal vez había escuchado mi pequeña discusión con mi madre

El niega con la cabeza, aun riendo—Te gusta llevarle la contraria a tu madre ¿Sabes que eso está mal, verdad?—asiento lento— A mi igual me gusta llevarle la contra, así que toma— sonrió y tomo el billete que me ofrece— Aprovechas de comprarle algo a tu hermana y a mí.

—Abuelo, tú no puedes comer dulces, eso ha dicho mamá— ladeo la cabeza y el me entrega una cálida sonrisa—Pero vale, te comprare tu helado favorito será nuestro secreto— llevo mi dedo índice a mis labios.

Cuando vuelvo a de la tiendita no veo a nadie en la sala, subo las escaleras y camino por el pasillo, mi vista fija en la última puerta de este la cual da al cuarto del abuelo. Cada paso que me acerco mi corazón se acelera, tomo la manilla de la puerta y la empujo.

— ¡Abuelo!—me despierto agarrando mi pecho, tomo mi celular debajo de la almohada, veo la fecha hoy se cumplen siete meses de su fallecimiento. Hoy no será un buen día

Me levanto y camino a mi baño en busca de una buena ducha mañanera, coloco música en el celular conectado a la bocina. Ya desvestida entro a la bañera, el agua cayendo sobre mi cabeza me relaja, tranquilamente lavo mi cuerpo y cabello, el cual me ha crecido este último mes. Me envuelvo en mi toalla y salgo del baño, escojo la ropa del día: unos jeans high waisted, camiseta blanca y la casaca de cuero

Bajo a la sala donde ya están mis padres y Dani esperándome para salir, siempre soy la que más demora, salimos de la casa y subimos al auto me coloco mis auriculares para ver por la ventana y sentirme en un vídeo musical (Aja Nhoita ya quisieras estar en uno). Llegamos al cementerio, bajamos las tres mientras papá estaciona el auto, caminamos a los puestos de flores que hay en las puertas, mi mamá y Dani ven unas flores en un puesto pero yo me quedo mirando unas rosas rojas, el chico del puesto me da una sonrisa la cual le devuelvo y me acerco.

Mi vista sigue en esas rosas, algo me dice que las compre— Hola, ¿Cuánto cuestan las rosas?

—Son tres en dos dólares, pero te las regalo—toma las tres rosas y me las ofrece— Nunca he atendido a una chica tan linda, tómalas—me sonríe

— ¿Y te permiten hacer eso?—niega con la cabeza yo suelto una risita— ¿o es una forma de coquetear conmigo?

— ¿Funciona?—me encojo de hombros sonriendo y tomo las rosas— Me llamo Oscar.

—Ainhoa... Y gracias por las rosas—le sonrió despidiéndome con la mano, el imita mi gesto. Camino hasta encontrarme con mi familia en la entrada del cementerio.

Caminamos por el sendero de piedras hasta llegar a la lápida número: 892 es increíble el hecho de que mi abuelo está ahí a poco más de un metro bajo mis pies, las ganas de quitar esta tierra y abrazarlo con lo que extraño sus abrazos. De rodillas en el suelo con lágrimas en mis ojos dejo las rosas sobre su nombre, recuerdos con él cruzan mi mente todos felices menos los últimos cuando estaba en cama, su mirada sobre la mía antes de cerrar sus ojos eternamente Dani corriendo a abrazarme para no lanzarme sobre él e intentar reanimarlo pero caigo sobre su pecho, rompiendo en lágrimas. Luego cuando debían colocarlo dentro del cajón, no pude verlo no podía solo me encerré en mi cuarto llorando toda la noche, esas desveladas siguieron incluso luego de su funeral apenas el mes pasado he podido dejar de llorar.

— ¿Estas bien?—niego y abrazo a mi hermana, no entiendo porque me afecto más a mí que a ella yo todavía lloro Dani no a pesar de ser ella la mayor, ella paso más años con él que yo, ¿será porque era la regalona, por ser la bebe de la familia?— Vamos a casa no quiero que llores más— nos levantamos y caminamos abrazadas hacia la salida.

Subimos al auto y algo me molesta en el bolsillo delantero del pantalón reviso y saco la tarjeta que traían las rosas, trae escrito un número y seguido dice: "Llámame, Oscar" una sonrisa se escapa de mis labios, amo eso de que te hagan sonreír cuando estas triste. Agrego su número en mi celular y lo guardo, luego le hablare hoy no estoy de ánimos.

Llegando a casa camino a mi habitación mientras Dani va planeando una salida a mi lado, cuando cuelga alcanzo a ver el nombre: "Alonso♥", con que así se llama mi cuñadito, después de casi cuatro meses descubro su nombre.

—Uy Alonso y Danitza se aman—bromeo y corro ya que mi hermana está persiguiéndome, llego a mi cuarto y me encierro aun riendo

—No le digas a papá ni a mamá—dice tras la puerta

—Aja claro como digas hermanita—grito devuelta, escucho su risa alejándose y por ultimo su puerta cerrándose. Caigo en mi cama y veo una nota en el respaldo, me siento y la saco, dentro dice: "Two lips, one kiss .A.S" (Dos labios, un beso), no tengo que pensarlo dos veces para saber que fue Adam, no lo he visto ni le he hablado desde esa noche pero si esta nota no estaba en la mañana quiere decir que él estuvo en la casa, en mi habitación.

—Estuvo aquí—susurro y me levanto, mirando a todos lados viendo si falta o sobra algo y veo otra nota en el espejo camino hacia ella y el saco "La verdad no recordaba nuestro beso, pero si lo hiciera tampoco me arrepiento. Gracias por recordármelo". Llevo una mano a mi boca, ni se porque me sorprendo —Carajo, la cague.

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No olviden dejar su estrella♥

Paloma Contreras♥

El Era ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora