capitulo 1

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Alex O'Connell vio la onda de tranquila consciencia que atravesó al Génesis, su club, cuando por lo visto cada hombre se hizo consciente de la recién llegada y desconocida humana en medio de ellos. La singular mujer no tenía ningún olor de clan o manada.
Mierda, carajo, maldita sea y un gruñido. El pasó su mano a través de su cabello y obligo a su felino interno a calmarse. Desafortunadamente, la bestia no
estaba de humor para ser negada. Ya había olido a la exuberante mujer y estaba más que lista para saltar- desnudarla y deslizar su dura longitud dentro de su cuerpo.
¿Cómo carajos había podido entrar? La luna Gaia estaba haciendo su
aparición semestral hoy, así que Alex había reunido a sus orgullosos y dispuestos humanos, conocidos como familiares, para que se quedaran dentro de los confines del club. Se podía tener sexo, se podían hacer ruidos estridentes y la mayoría de los muebles estaban hechos a prueba de felinos.
¿Quién era ella, esta hembra tan poco familiar, que balanceaba sus caderas contra sus felinos, ¿Estaba ella completamente ignorante de los
problemas que estaba punto de causar? La luna Gaia aseguraba que nacerían
cachorros, y su manada felina continuaría floreciendo. Sin esa aparición celestial y
siendo las verdaderas parejas muy raras entre su especie, su número seguramente disminuiría, ellos seguramente se marchitarían y morirían.
Los humanos que habían ido, sabían a lo que le apostaban estando ahí y al
momento de convertirse en orgullosos familiares. El grupo cuidaría de ellos y de cualquier descendencia por el resto de sus vidas, tanto tiempo como estuvieran disponibles para las reuniones de la Luna Gaia, cada vez que se les solicitara. Dar a luz cachorros, les aseguraba que la manada nunca dejaría de protegerlos.

En su manada, había muchos emparejamientos verdaderos, pero estas parejas se quedaban en casa para tener cachorros propios, mientras que los demás venían a jugar al Génesis. La hembra en ese vestido rojo apretado y con un escote revelador no era un familiar. Alex sabia esto, porque él era el alfa, maldita sea.
Mierda, carajo, maldita sea y gruñido. Sus felinos la miraban como si
fuera un ciervo en sacrificio y ellos no hubieran comido en semanas. Aún así, ella continuaba mezclándose, ahora fácilmente a unos quince metros de donde él estaba y a esa distancia él podía oler su necesidad, diferenciarla de los demás. Él necesitaba hacer algo, rápido.

"Necesitas hacer algo, Alex. Y rápido".

Las palabras de Grayson cortaron a
través de sus pensamientos, reflejándose con los suyos.

"Ella no es uno de nosotros".

"Lo sé".

Alex apenas reconoció su propia voz e hizo una pausa para hacer un
balance de la respuesta de su cuerpo ante esta nueva llegada. Su felino, normalmente fácil de controlar después de años de práctica, estaba peleando por el control con Alex, gruñendo y mordiendo su jaula interna justo debajo de la superficie de su piel.
El maldito quería salir. Ahora.
Sus brazos comenzaron a hormiguear, y él supo -sin mirar- que el pelo dorado
había brotado de sus antebrazos. El estremecimiento de sus brazos pronto revelaría sus dedos velludos y letales con garras afiladas. Jodida mierda.

"¿Cómo se colaría?"

sus largos caninos hicieron que hablar fuera difícil, pero no
imposible. Él observó las expresiones que se revoloteaban en el rostro de su segundo, los sentimientos de pesar y remordimiento parecían luchar por la supremacía.

"Puse a Gina en la puerta y ella dice que podría jurar que la mujer estaba en la
lista y que llevaba tu marca como esencia".

El Es Mi Leon (Terminada)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora