capitulo 4

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uch, auch, auch...

Dios!, Maya debió haber quemado como un millón de calorías, mientras hacia el mambo horizontal con Alex. Seriamente. Ella nunca había estado tan irritable o hambrienta en su vida― como si el hambre dentro de ella tuviera vida
propia, respirara, tratando de encontrar furiosamente el camino fuera de su
estómago vacío para buscar comida.
Unido a eso, tenía la actitud de una real perra y batallaba como con miles de
ellas. Se sentía como si de pronto se hubiera vuelto esquizofrénica y tenía otra persona con la que lidiar dentro de su cabeza. Otra que estaba muy muy chiflada.

En el supermercado, tomó un carrito y se fue directamente al pasillo de carnes.
Ningún otro pasillo por ahora. No vayas por ahí. Pasa de largo la deliciosa
panadería y ve directo a la sección de carnes. Chiflada o no, hambrienta
o no No habría comida para aquellas personas que se interpusieran en su camino.
Eso se veía como una buena idea para su estómago vacío.

Al llegar a la parte de atrás de la tienda, Maya se quedó mirando los abundantes
bistecks que tenía delante. Y tenían que ser bistecks. Porque pollo, pescado, cerdo, simplemente no servían. Una parte de ella se rebelaba ante este inesperado e insaciable apetito por carne, pero la otra, la parte más fuerte estaba ahí, enterrando
las uñas en su cerebro, diciéndole que tomara la carne y la comiera cruda, que se bañara en la sangre para alimentar su anhelo.
De acuerdo, solo guácala.
Maya no tuvo problemas para comprar libras y libras de carne. Además
coincidía con la dieta Atkins porque la carne es baja en carbohidratos y ya hacía tiempo que ella había hecho una dieta. Así que sí, ella estaba en el juego, pero también estaba segura de que no se la comería cruda. Na-ha.

La extraña "cosa del merodeo" dentro de su cabeza protestó un poco, pero
finalmente cedió. Ella realmente debió pedirle a Alex que la dejara dormir un poco. Y debió decirle que tener sexo con él provocaba segundas personalidades.
Con la decisión de domar su hambre, tomó algunos pedazos de carne y otros
más. Y una docena de pedazos o algo así de bisteck. Comida con grasa. La dieta Atkins era sobre alimentos bajos en carbohidratos con poco contenido calórico.

Maya gruñía a cualquiera que se le acercara. Su comida. ¡toda suya! Un sonido familiar le llegó a los oídos―el rápido golpeteo de unos pasos, el rechinido de zapatos en el piso, le dijeron sobre la cercanía de su amiga. Maya volteó la cabeza y entrecerró los ojos. Carly era su amiga, pero... ¿trataría de llevarse su comida...?
"¿Maya?" la cara de la mujer era fácil de leer, feliz. No era en lo más mínimo
una depredadora. Muy bien entonces. Tomando una profunda respiración, olió el aire, y algo alborotó sus fosas nasales. Algo dulce y salvaje y la hizo un poco más...
hambrienta, créanlo o no. La presencia merodeadora que arañaba y arañaba dentro de su cabeza se calmó de nuevo. Maya decidió que se estaba volviendo loca.
Certificado. Porque de pronto tenía la urgencia de comerse a su amiga y no de una buena manera. No, ella quería a su amiga para el almuerzo.
Maya lamió sus labios, su nariz enanchándose con cada paso que la delgada mujer daba. Yumi.
"Grrrrr".
"¿M-Maya?"
Carly se detuvo y con metro y medio separándolas. Maya pudo
escuchar el rápido retumbar del corazón de la mujer, su forzada respiración. Su
amiga estaba asustada. ¿de ella?
Hm... pensó que el miedo hacia que la caza fuera aún mejor. Yummi. ¡espera!
Ese pensamiento, la idea de que su amiga era algún tipo de presa, trajo la atención de Maya de vuelta a la realidad, y lejos de esa parte rara y homicida de su cerebro.
"Oh, mierda".
Maya se tapó la boca con una mano y corrió al baño, con la bilis
subiéndole por la garganta.
Dios, ella corrió lo más rápido que alguna vez lo había hecho. Como si tuviera alas, Maya pasó a los otros clientes, arqueándose y evitando a unas ancianas en pánico, se apresuró en ir al baño, cerró la puerta de un cubículo, se agachó sobre la
taza y trató de calmar esa sensación enfermiza en su estómago. Arcada tras arcada
de vómito se revolvían dentro de ella, de nuevo y otra vez mientras trataba de
respirar y mantener la compostura.Una suave mano acarició su espalda, anunciándole a Maya que su amiga estaba
ahí para confortarla. Maya distinguió la esencia de Carly cuando ciegamente alcanzo el papel de baño que le ofrecía su amiga. Entonces limpió su cara antes de enfrentar a la otra mujer.
"Carly... yo estoy..."

El Es Mi Leon (Terminada)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora