epílogo

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Les prometi el epilogo y aqui  se los dejo
Es un poco largo okes mucho jaja

Dios protegiera a Maya de cada hombre sobreprotector, cabezota, entrometidos más aún si era león.

Argh.
¿Cuál podría ser la fuente de su frustración? Quizá tenía algo que ver con los cinco―cuéntelos, cinco― cambia formas león que la protegían, mientras ella esperaba su turno en la consulta del ginecólogo. Para hacer las cosas más insoportables, se veían listos para golpear o destruir a cualquier hombre o cosa que se le acercara demasiado. Genial!
Justo lo que las mujeres embarazadas necesitaban en sus ya de por sí, difíciles
vidas.
Seguramente, pensaba.
La puerta del otro lado del cuarto se abrió y una conocida mujer se asomó. Maya inmediatamente la reconoció como una de las enfermeras y cuando escuchó que llamaba su nombre dejó salir un profundo-gran-aliento de gracias Dios.
“¿Maya Josephs?”
Su quinteto de ‘perros guardianes’, respondió al unísono. “Es O’Connell”.
Maya rodó sus ojos, incapaz ―o quizá sin ganas ― de detener el gruñido que
retumbó en su pecho. Le dio una palmadita de camaradería a su bola de pelo leona interna, por ese sonido de hostilidad. Ella estaría condenada si ahora simplemente tomaba el apellido de su compañero. Ambas partes de ella ―tanto su humana como su gata― estaban bastante enojadas por la falta de algo brillante en el dedo anular
de su mano derecha. Ya habían pasado meses desde su emparejamiento―lo que por cierto él había hecho de manera muy taimada, muchas gracias y Maya aún no tenía el tradicional anillo que ella podría lucir ante todas sus amigas que no eran peludas.
Argh.
Argh

Los otros cambiantes la habían felicitado por su emparejamiento, pero sus otros amigos se habían quedado con la incertidumbre de cuando ella y Alex iban a comprometerse.
Al parecer, Maya aún estaba en medio de la discrepancia del “apellido” con
toda la orgullosa manada. Y en cuanto a ella concernía, hasta que Alex y ella dijeran sus respectivos “Sí, acepto”, se iba a aferrar a Josephs como si fuera un mono araña que sostenía la última banana de la maldita jungla.

“Um, ¿señorita Josephs?”, la enfermera levantó las cejas y Maya saltó sobre sus pies, antes de que los ‘temibles cinco’, como juguetonamente los había nombrado, pudieran interferir (de nuevo) y prácticamente corrió hacia la puerta.
Por supuesto, los idiotas no podrían dejarla que fuera sola a que la examinara.
“hoo-ha”.
No, todos fueron tras ella, sin duda habían asustado a la pobre y tonta
enfermera, ya que la mujer al segundo siguiente quitó el pestillo de la puerta cuando Maya alcanzó a girar la manija. Antes de entrar en la consulta del ginecólogo, se volteó y miró a los innecesarios― y no queridos― guardaespaldas cambiantes león
(porque realmente, ¿Quien la iba a perseguir así pequeña como era y en la consulta del doctor?) y miró a la muchedumbre.
“No, gatitos malos. Sentados. Se quedan.”
“Pero―” comenzó Wyatt.
“Jefa…” Deuce repicó.
“El Alfa dijo―” agregó Harding.
“Alex nos Dios órdenes estrictas,” interrumpió Neal.

Entonces, una voz brusca se alzó sobre las demás.
“Déjenla”. Las últimas tres palabras salieron de su ‘niñero’ favorito. Brute. (Su nombre real era Brutus, pero nadie lo llamaba así, por miedo a ser golpeado hasta ser una masa pegajosa por sus mortales manos), ella brincó al oír la orden como si fuera su tabla de salvación.
“¡Súper! ¡Los veré en un ratito!”
Con una sonrisa forzada y una rápida despedida, se fue detrás de la enfermera, dejando a cinco cambiantes leones gruñones en la atestada sala de espera. Se sintió mal por la mujer embarazada que estuviera rodeada por toda esa testosterona. Bien,mayormente lo lamentaría de cualquier manera.
Porque, solo había dos personas en el mundo que estaban permitidas de ver su vagina, maldita sea. El hombre que la follaba, (gracias a Dios por eso), y el hombre que se aseguraba de que mantuviera saludable. El quinteto tendría que esperar afuera.
Después de un rápido pesaje (el cual optó por no mirar), le tomaron la presión (¡eres una chica regordeta saludable!) y la enfermera la dirigió al baño para que
hiciera pipi en un bote.
Ahora que era sexualmente activa, tenía que soportar todo ese chequeo de
embarazada, antes de que le dieran otra de esas inyecciones cuatrimestrales de
control de natalidad. Lo que sea. Orinaría hasta que las vacas regresaran a casa si eso significaba que ella y Alex podrían continuar sin usar condones.
¡Sí!
Una vez que terminó, Maya se dirigió a la sala de examinación y frunció el ceño
ante el sobre doblado descansando sobre la mesa. Agg. Odiaba quedarse desnuda aquí y estar envuelta en una delgada sábana como una servilleta de papel, no la hacía sentir mejor.
Aunque no había manera de evitarlo.
Después de asegurarse de que la puerta estaba bien asegurada, se desnudó y
puso doblado el muy delgado traje que le habían dado y zarandeó su abultado trasero en la mesa de examen y esperó. Hombre, realmente deseaba que una de las pacientes
del doctor no estuviera dando a luz.
Porque los ginecólogos eran conocidos por ser llamados para hacer toda esa
cosa-de-puja-puja-puja-agarra

El Es Mi Leon (Terminada)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora