Capítulo 6: EL MONTE

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     - Raoul, ¿en serio me estás diciendo que vamos a comer de un McDonalds?- exclamé cuando vi sus intenciones.
     - ¿Tienes algún plan mejor?- Me respondió.
     - Pues no se, yo quería hamburguesa pero de un burger de barrio o un bareto de estos típicos. No se. Algo así, no un McDonalds.
     - Mi coche, mis reglas- Me replicó el rubio.
     - No es tu coche, es el de Álvaro.
     - Es cierto, pero ¿quien está al volante? ¿Tú o yo?
     - Pues me bajo y me piro.
     - Venga ya tonto. Ahora vamos a ir a cenar a un sitio muy bonito.
     - No, si el caso es llevarme la contraria y ganar.
     - En el amor y en la guerra todo vale decían, ¿no?
No sabía muy bien que responder a eso, así que me quedé mirándolo fijamente mientras venía la muchacha que nos atendería ya que había demasiada cola.
     - Yo me he perdido, ¿amor o guerra?
     - Guerra, me encanta picarte. Oye, ¿qué vas a pedir?

Salimos de ese McDonalds y el rubio empezó a conducir por una carretera que se erguía sobre una montaña en la cual rompían las olas de un Mediterráneo bravío.
Al poco rato, menos de cinco minutos después de salir de ese McAuto, Raoul paró el coche.
     - Aquí es.
     - ¿Aquí vamos a cenar?
     - Ven conmigo.
Raoul cogió parte de la comida y se bajó del coche. Acepte su propuesta por lo que me baje yo también y fui tras él.
Se sentó sobre un césped, delante nuestra se podía contemplar toda la bahía. El olor a agua salada del Mediterráneo se turnaba con el sonido de las olas y con la luz de las cinco ciudades que tenían un huequito en dicha bahía.
Sobre nosotros, un manto de estrellas que nos informaban de lo tarde que era y en la soledad del momento. Raoul y yo. Yo y Raoul. Solos. Nadie más.
Parece surrealista que yo, que llevo tan sólo dos días en Barcelona esté comiendo con un chico con el que conocí ayer en un gimnasio, en un monte donde se puede contemplar un paisaje nocturno realmente bello y todo por que su hermano está en el hospital por la simple razón de intentar protegerme.
Las estrellas que iluminaban el firmamento brillaban con más fuerza que nunca.
Raoul y yo comíamos sin apenas mediar palabra. No se si era por la vergüenza de estar los dos solos, si era por la exclusividad del momento o porque simplemente queríamos disfrutar de la cena y del paisaje.
Justo cuando Raoul acabó, empezó a hablar.
     - Ago, ayer, no se si te acuerdas, justo antes de pasar lo que pasó, te intentaba decir una cosa que necesito que sepas lo antes posible.
     - Raoul, no recuerdo absolutamente nada. Te soy sincero. Si puedes repetirlo sería un gran favor.
     - Bien, te decía que yo no tuve una infancia fácil. Mi familia no pasaba un buen momento y mi hermano tuvo que hacer el papel de padre y hermano a la vez. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 11 años. A raíz de ahí, me enganche a ciertas sustancias, alcohol, marihuana, y demás drogas que deseo no recordar. Mi hermano fue una de las personas que me ayudo a salir de ese infierno. Todo lo que ganaba era para comprar droga y metérmela con los que entonces eran mis amigos.
Yo estaba totalmente atento a lo que Raoul contaba. Este chico se está abriendo un montón conmigo, y necesita apoyo.
     - Pero un día llegó una persona a casa. Era un amigo de mi hermano. Yo tenía 13 años. Y esa persona me ayudó mucho. No solo a quitarme de esa mierda, sino a encontrarme a mi mismo. Yo tenía 13 y él 19. Un día fuimos a correr y llegamos aquí. A este lugar. Por eso te he traído hasta aquí. Hicimos una parada, para contemplar el paisaje, pero, el muchacho, se me lanzó. Agoney, yo soy gay.
¿¡CÓMO!? ¿Raoul es gay?
     - ¿Pero tu primera relación fue con ese chico de 19 años?
     - No lo llamaría relación, más bien, un rollete de dos semanas, hasta que mi hermano empezó a sospechar. Fue duro, mi familia siempre me ha apoyado en esto, pero he perdido a varios amigos por esto, si no llega a ser por Ricky, tu hermana, Nerea, Mimi y todos ellos, yo estaría solo, sin amigos. Es muy triste pero es así. No tenía nadie en quien confiar salvo en mi prima Aitana y mi hermano. No intento darte pena, solo necesitaba desconectar y desfogar. Lo siento.
Raoul dejo de mirarme a los ojos para mirar a la bahía y esconder su cabeza entre sus piernas y bajo sus brazos.
      - Raoul, no debes de sentir nada.- dije tras poner una mano en su hombro y acercándome a él.- Has sido muy valiente contándome esto. A partir de ahora, quiero que sepas que vas a tener un hombro donde llorar y desahogar tus penas. Yo solo puedo darte las gracias, gracias por haberme ayudado estos primeros días, y por protegerme anoche. La verdad no sabría que hubiera hecho si me hubiese tocado a mi.
     - Para esto estamos los amigos, ¿no? Para ayudarnos cuando más lo necesitamos.- dijo Raoul.
     - Por supuesto. ¿Amigos?- dije tendiéndole los brazos para darnos un abrazo mutuo.
     - Amigos.- dijo Raoul respondiendo el abrazo.
Al separarnos yo le conté todo lo que me había pasado a mi. Mi ex, mi adolescencia, en fin, todo.
     - Bueno, debo decir que lo tuyo fue peor que lo mío.-  dijo el rubio.
     - Ni de coña, lo tuyo fue más grave Raoul, no mientas.
Los dos nos reímos y a mi me dieron ganas de estornudar. Lo cual hice. Pero mirando hacia el otro lado.
Al girarme vi a Raoul mirándome con una sonrisa de tonto.
     - ¿Qué haces?- dije con una carcajada entrecortada.
     - A la porra.- dijo Raoul.
En ese momento, Raoul se lanzó. Nuestros labios se fundieron en un beso donde nuestras lenguas jugaban la una con la otra.
Mi mente en ese momento era un cúmulo de emociones, sentimientos y pensamientos varios que era incapaz de recapacitar y ponerlos en orden.
Al cabo de unos segundos, Raoul se separó. Nuestra respiración agitada era lo único que se escuchaba junto a la marea de esa noche.
     - ¿Te llevo a casa?- Me preguntó Raoul, al cual accedí.
Raoul me llevaba de vuelta a casa en el coche de su hermano. Llegamos al bloque pero tuvimos que aparcar lejos porque apenas había aparcamiento.
Fuimos rápido hacia el portal. Sin apenas dirigirnos la palabra. Solo alguna mirada cómplice, que se cortaba enseguida cuando el otro se daba cuenta.

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