Love You Goodbye «Joerick»

Capítulo VI

«Sé que no hay nada que pueda hacer para cambiarlo...»

Erick

—Acepto—dijo ella.

Ella lo había conseguido.
Esa simple palabra hizo que el nudo en mi garganta se engrandeciera y que cada vez se me haga más difícil respirar.

Mi pulso se acelera y el corazón me golpea fuertemente el pecho, el padre le está dando a Joel los votos, para que después de pronunciarlos pueda hacer esa pregunta que unirá sus futuros.

Mi corazón se rompe cada vez un poco más, con cada segundo que pasa, muero más rápido, ver a Joel vestido de traje, parado en el altar al lado de una completa desconocida tanto para él como para mí hace un hueco en mi pecho, que se hace más profundo con cada segundo que pasa.

Renato me obligó a venir a la boda, yo me negaba rotundamente, incluso Chris me ayudó dándome la razón, pues sabía cuánto daño me haría ver cómo el amor de mi vida unía su futuro con otra persona que no era yo, atándose a ella, pero Renato dijo que se vería mal que todos los integrantes de CNCO asistieran menos yo, dijo que era estúpido e inmaduro de mi parte.  Ja.

No encuentro palabras para describir cuán inhumano fue Renato, no pensó que una estúpida decisión terminaría con algo que tardó años en construirse, nuestro amor fue difícil de forjar, con tantas críticas a nuestro al rededor, con el miedo a flor de piel al rechazo, con noches de lágrimas causadas por la impotencia de no poder besarlo y abrazarlo por la calle, tener que reprimir mis sentimientos.

Estoy reprimiendo unas ganas inmensas de pararme del asiento, correr hacia el altar y salir corriendo con Joel.

De pronto en mi mente, estamos él y yo parados frente a todas estas personas, ambos vestidos de traje, amándonos, y a punto de unir nuestras vidas, todo es perfecto, no hay dolor.

La iglesia se llena de silencio nuevamente, hasta que...

«Mi corazón ya se está rompiendo, cariño, continúa, gira el cuchillo.»

Erick

Escucho al padre, quién empieza a hablar, indicando que es el turno de Joel para decir los votos.

—Joel Pimentel De León, ¿Aceptas a Sofía Rivera como tu esposa, para cuidarla, amarla, respetarla y estar con ella en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza?

Salgo de mi trance cuando escucho a Joel comenzar a hablar. La voz le tiembla, lo conozco perfectamente, si habla ahora terminará llorando.

Pasó lo que no quería que jamás pasara.

Comenzó a decir los votos.

—Y-yo, Joel Pi-mentel De León...—observo como Joel toma una gran bocanada de aire y el lugar se inunda de silencio, no dice nada...

Comienza a soltar las manos de Sofía suavemente, lenta pero discretamente se gira hacia mí, cuando nuestras miradas conectan se me apachurra el corazón una vez más, y sin que pueda evitarlo, lágrimas silenciosas resbalan por mis mejillas.

—Continúa, gira el cuchillo—susurro más para mí mismo que para otra persona—Termina de matarme, hazlo—sollozo por lo bajo, para este momento las lágrimas ya hacen un recorrido incesante por mi rostro.

Puedo ver en su mirada el dolor y arrepentimiento que lo invaden, pero eso no es impedimento para lo que sigue.

Desvío la mirada del altar y mis ojos chocan con los de su madre, quién me mira con tristeza, sabe cómo me siento. Mi madre simplemente me dijo que era algo que tendría que pasar, que lo superara.