Capítulo VII

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Joel

Aquella tarde...
Jamás olvidaré cómo dejé ir al amor de mi vida como si nada, y lo peor de todo, no hice nada para evitarlo. He pasado cada noche lamentandome el no haberlo detenido.

Seguí a Erick hasta el estacionamiento, por fin, en todo el día pudimos tener un momento de privacidad.

-Erick te lo suplico, no nos hagas ésto, aún no es tarde...

-Joel, sólo déjame en paz-me interrumpió con una dolida voz-Sólo quiero que recuerdes una cosa, te amo, y te amo demasiado, pero es suficiente, me lastimas, si en verdad me amas, déjame ir.

Se dió media vuelta y siguió con su camino, yo solo estaba ahí, parado, observando cómo se iba, cómo se perdía en la oscuridad, nunca miró hacia atrás.

Lo amo tanto que lo dejé ir, no lo seguí, no insistí, y ahora me debato cada noche si eso fue lo correcto.

Los días siguientes después de la boda, no se supo nada de Erick, era como si se hubiese desaparecido del mapa.
Lo buscamos por todos lados, incluso me atreví a regresar a nuestro antiguo departamento, nada, no había nada, sus cosas estaban ahí, pero él no.

Todos estábamos muy preocupados, Richard me culpó, y no lo contradigo, yo fui el culpable de todo su dolor.

Ha pasado un largo mes, un mes sin ver su rostro, mirar sus ojos, sin saber de él, me la he pasado en un estado deplorable sin él, creí que con el tiempo podría olvidarlo y dejar de pensarlo, pero con cada segundo que pasa, aumentan las esperanzas de encontrarlo, mi corazón late gracias a él, a la convicción de volver a tenerlo entre mis brazos.

-Es necesario que retomes tus alimentos completos del día, Joel, no estás bien, en serio tienes que comer-habla el doctor, mi mirada vaga en su consultorio y se enfoca en un punto perdido.

-Sí, doctor-me limito a decir

-No es suficiente sólo con que digas eso, eso mismo dijiste hace tres consultas, y mírate, vas peor, cada vez un poco más frágil.

-Gracias, nos vemos en la consulta que sigue-me levanto y camino hacia la puerta sin más.

El doctor bufa.

-Si sigues así no llegarás a la siguiente consulta.

Desde que Erick desapareció caí en un estado de depresión, y aunque yo fui el culpable de que Erick se fuera, mis amigos me brindaron su ayuda, me llevaron al doctor, donde instantáneamente me diagnosticaron depresión en primera etapa.
Zabdiel se encarga de darme mis pastillas cada noche, no estoy viviendo con Sofía, le dije que no podía y ella me entendió, me estoy quedando en la casa que compartíamos los cinco antes de que cada uno adquiriera su propio departamento, antes de que Erick y yo viviéramos juntos.

Al salir del consultorio Zabdiel me mira en silencio, creo que escuchó todo.

-Vamos Joel, iremos por algo de comer y te llevaré al departamento, ¿De acuerdo?-asiento

Salimos caminando del consultorio y nos acercamos al auto, Zabdiel maneja silenciosamente, guío mi mano hacia la radio y la enciendo, no debí hacerlo. Nuestra canción favorita estaba sonando, inmediatamente la apago, me recargo en el sofá y giro mi cabeza hacia la ventana. Al pasar de un rato, nos estacionamos frente a un restaurante.
Caminamos hacia la entrada en un frío silencio. El helado aire golpea mi rostro, logrando despeinar mi cabello, aterido de frío me encojo sobre mí.

Esperamos en silencio en aquella no tan larga fila, aburrido me muevo sobre mis pies, al girar hacia la puerta lo veo, trae una sudadera negra, en cuanto me ve se gira y camina hacia afuera. Juro que esta vez si es real.

-¡Erick!-corro tras él, puedo escuchar atrás de mí gritos de parte de Zabdiel.

Al llegar atrás del chico, se gira hacia mí con un rostro de confusión.

-¡Joel detente!-me toma Zabdiel por los hombros-Una disculpa amigo-le sonríe al chico que posee un gran parecido físico al de mi Erick.

-Pe... pe-ro, Zabdiel, yo te juro que si era él, yo lo ví-estallo en lágrimas.

-No Joel, no era Erick, él aún está desaparecido, debes dejar de hacer eso, solamente te estás hundiendo en una depresión de la que no podrás salir si sigues pensando en él.

Me ha pasado en repetidas ocasiones, el doctor dice que es parte de la depresión, mi mente se rehúsa a aceptar que lo he perdido y crea imágenes de él a donde quiera que voy, pero es en serio, juro que lo veo, no es mi imaginación.
Zabdiel dice que mi mente nostálgica y dolida está jugando conmigo, que todas aquellas veces que juraba ver a Erick en algún lado solamente es un juego de mi subconsciente, que aún no acepta que él no está.

-Yo lo amo-me deshago en un mar de lágrimas y Zabdiel me rodea con sus brazos-Lo extraño como no tienes idea.

-Todos lo extrañamos, Joel-masajea mi espalda lentamente, tratando de calmar mi llanto-Volvamos a casa, pediremos la comida por teléfono.

Llegamos al departamento y está helado.

-Creo que la calefacción se averió, iré a revisar-anuncia Zabdiel y sale del departamento.

Camino hasta mi habitación y debajo de mi almohada saco el cuadro que tiene una foto de Erick.

-Te voy a encontrar, bonito-lloro mientras acaricio su rostro sobre el cristal que cubre la foto, respiro- Te voy a encontrar y volveremos a ser felices, como lo éramos antes.

Mi llanto aumenta, salen sollozos inaguantables de mi garganta y con cada segundo que pasa se me dificulta respirar.

Mi teléfono suena. Me levanto de la cama y me di cuenta de que me quedé dormido, el sol se está escondiendo, aunque aún hay luz.

Camino hacia la mesa, donde hay una nota.

Ví que te quedaste dormido, decidí dejarte descansar, mañana por la mañana Christopher y yo vendremos a desayunar contigo, la comida está en el microondas.

-Zabdiel

El teléfono sigue sonando con insistencia, es Chris, entonces lo tomo entre mis manos y lo llevo a mi oreja.

-¿Qué pasa?-mi voz suena apagada.

-Es Erick-mi corazón brinca fuertemente y mis manos empiezan a temblar-Va, él va a...

-¿ÉL VA A QUÉ? ¡DIME!-grito ansioso con las manos temblorosas y las puntas de los dedos frías

-Recibí una llamada hace unos momentos, era él, se disculpó por haber desaparecido así de la nada, pero la llamada no fue para decir que regresaba-respira pesadamente- dijo que se iba, regresará a Cuba, su vuelo es hoy por la noche, ¡TIENES QUE IR! ¡CORRE, JOEL!

Es demasiada información, pero mi mente no tarda mucho en procesarla, tomo las llaves del auto y enseguida bajo corriendo por las escaleras del edificio.

Manejo hacia el aeropuerto, manejo lo más rápido que puedo, necesito verlo una última vez.

Love You Goodbye «Joerick»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora