8. Ojos de hielo.

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Mi corazón se aceleró, por unos segundos retuve la respiración y sentí la necesidad de decir muchas cosas al mismo tiempo.¨ ¿Cómo es que lo tienes? ¿De dónde lo sacaste? ¿Quién eres?¨Pero mis labios solo se abrieron sin articular ninguna palabra, me acerqué un paso, realmente no sabía si era peligroso aquel chico pero estiré mi mano y tomé el pequeño broche de su palma, él se estremeció ante nuestro pequeño roce de manos. Sus ojos de un color azul pálido me miraron casi sin parpadear.

Mientras tanto yo observaba el broche de flor que hacía años no veía, era pequeño, y la flor era blanca con su centro de un amarillo agradable como una pequeña sonrisa. Entonces miré al joven frente a mí, el seguía con la mano extendida y totalmente perdido en un trance mientras me observaba. Me asusté al percatarme que realmente me miraba a mí y no solo se había perdido en sus pensamientos mientras me observaba. Sus labios se abrieron un poco.

—Tú...tú lo olvidaste, —Su voz era ronca y temblorosa como si tuviera miedo de decir algo. —Yo quería, quería traerlo para ti...Tu no volviste...—Había bajado su mano y sus labios temblaban con cada palabra, tartamudeaba bastante y bajó la mirada. Espera... ¿No volví? ¿A dónde? ¿De qué lugar nos conocíamos?

El sol se había ocultado completamente y la brisa que corría por la calle era helada. El chico dio un paso hacia mí y yo por instinto caminé hacia atrás. Abracé el broche a mi pecho. El pelinegro abrió de nuevo sus labios confundido, como si realmente estuviera desesperado porque lo recordara, como si fuera su salvación, me empecé a preguntar si en realidad no era un demente que me confundía con alguien, pero entonces, ¿ cómo es que tenía un broche idéntico al que había perdido años atrás?

—R-Rosie, n-n-no recuerdas...? —Sus ojos me miraron con suplica, negué con la cabeza. La brisa de la calle sopló fuerte e hizo que su capucha resbalara por su cabello oscuro. Su cabello un tanto largo y desordenado lo hizo ver mayor.

Miré todo su rostro, sus ojos, su cabello negro natural, su piel pálida, su estatura de unos 1,87, sus manos delgadas me  indicaron que tocaba el piano, su cicatriz a un lado de su rostro de un accidente probablemente, los pelos blancos de su mascota pegados a su chamarra, y entonces, una epifanía se manifestó frente a mis ojos, como relámpagos, imágenes se proyectaban, con ruido y movimiento.

Recordé una casa, a dos niños, y me vi junto a ellos. Uno era más grande que otro, el pequeño tenía el cabello oscuro, y ojos pálidos. Luego un aroma femenino invadió mi nariz, y recordé una dulce voz junto con una sonrisa tímida.

Después recordé a mi padre entrando y tomando mi mano, mientras hablaba con aquella persona de cálida sonrisa, el sentimiento de confusión invadió mi mente, el poderoso agarre de mi padre me desconcertó, los niños me miraban con preocupación, yo observé a mi padre que parecía discutir con la otra adulta, luego volví mi mirada a ellos, estiré mi otra mano hacia el menor, repetía su nombre, aunque no lo recuerdo, el estiró su mano y tomó la mía.

Miré ahora al mayor, que me sonrió con lastima y melancolía. Luego mi padre jaló mi brazo y salimos por la puerta, estaba nevando, y era de noche, nos subimos a un taxi y nos alejamos. El chico menor salió corriendo con algo de la mano y gritaba cosas que no alcance a oír. Nunca.

Entonces parpadeé, el muchacho frente a mí era igual a aquel niño con el cual jugaba. Sentí alivio como si inconscientemente lo hubiera esperado ver de nuevo.

—Eres ese niño...—Dije para afirmar más mis deducciones, el asintió, y sonrió de manera tímida. Sentí como mis músculos se relajaban, un autobús que iba por la calle era el único sonido que se escuchaba. —No recuerdo, tu nombre...—

—Es razonable, eras muy pequeña cuando paso...— miró a la lejanía de la noche, no habló más, nos quedamos unos momentos en silencio y luego el asintió. —Me tengo que ir. —Se puso de nuevo el gorro de su sudadera. —Nos vemos. — Dio media vuelta y caminó unos pasos.

El hilo rojo del Destino ( Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora