Ha pasado un tiempo que nadie supo de mi, fueron apenas cuatro días, mi absurdo pensamiento me dice que con todo lo sucedido no tomaste ni en cuenta mi repentina ausencia, las adversidades de nuestra historia consiguieron que mi mente se despeje y consiga crear piezas importantes que se unen para formar un rompecabezas que después de todo aún no está armado.
Un buen consejero me habló acerca de no rendirme, y al recordar las promesas que te hice una de las más primordiales se basaba en eso, "no me rendire" cueste lo que cueste, así me ignores, o me pidas que te deje en paz. Antes que tú, muchas personas me dijeron que te deje en paz, que deje todo porque es una maldita obsesión. Lo tomé en cuenta pero no lo hice, porque sabía que esto era más fuerte. A lo mejor estoy fallando a mi palabra de no volver a buscarte, pero solo escribo para poner mis cartas sobre la mesa a ver si así el dolor cesa.
También prometí nunca hacerte daño, es verdad, entré en ceguera interior y me equivoqué, te rompí, soy el culpable de esto, soy el único culpable de recordarte tu atormentador pasado, soy el único culpable de decir tales palabras que terminaron hundiendote en lo que sentiste, y soy culpable de haber roto esa promesa que junto con otras era de lo más importante. Admito que me equivoqué, admito que te pedí perdón de una manera absurda, y admito que no me merecería tu perdón, admito que si ya no existe nada es porque la culpa la tuve yo.
Si aún queda algo de todo lo que vivimos en ti, no me pidas que te olvide, no quiero que me olvide, no olvide que la espero, no espere que la olvide, no quiera que la olvide, no olvide que la amo.
