Decidió partir, tomo su corazón y el mío y se marchó, todos los recuerdos que vivimos se los llevó ella, todos los anhelos de pasar juntos y felices los tiene ella, quién sabe si en su corazón o en el lugar donde guardaba mis cartas, solo ella sabe si aún las conserva.
Se marchó y su aroma aún esta impregnado en mi memoria, como olvidarlo si al abrazarla nuestras prendas eran el puente perfecto para que su perfume pase a ser parte de mi día, de mi rutina, y ahora de mi soledad.
Se marchó y me queda la oscuridad de donde me sacó, me quedan las lágrimas que derramo por ella, me quedan sus cartas, me queda su figura en mi mente.
Se marchó, junto con los besos que acompañaron nuestro tiempo, como olvidar el primero, la razón de que todo esto exista, y como olvidar el último, como olvidar que después de su mirada y su cabello, sus labios serán siempre donde me pierda como un niño dentro de un bosque.
Se marchó y las esperanzas de verla de nuevo, de volver a abrazarla, de volver a besarla, de volver a darle mis palabras de amor, son inciertas, son poco probables.
Se fue y me vio llorar como nadie lo había hecho, me vio decirle que la amaba, me vio destrozado.
Se fue, pero antes de irse, me pidió que nunca deje de sonreír, que sea feliz. Si tan solo supiera que ella es mi felicidad, mi sonrisa, mis ganas de vivir para amarla, para protegerla, para entenderla como nadie lo ha hecho.
Ahora se ha ido y no puedo detenerla, no puedo pedirle que vuelva, no puedo hacer nada porque ella así lo quiso.
Y me quedé al final solo...
