Verano, una de las épocas más esperadas y sin embargo más tontas del mundo ¿Qué caso tiene? Solo te aleja de las personas que quieres por meses, y la frecuencia con la que una persona se ve con otra no es tan fuerte que digamos.
¿El descanso de escuela? Sí, no crean que me olvido de eso, es la única buena idea del mundo, solo que eso no rescata que tenga fallos ¿Qué se supone que harás el resto del verano? Está bien lo admito, odio la escuela, como muchas otras cosas más, pero al menos me distrae de mis pensamientos mas oscuros y pesados. Aunque es el lugar más peligroso para alguien con tan poca estabilidad emocional como yo, lleno de personas superficiales y tóxicas, dejándote cuando menos lo necesitas.
Alguien como yo es un blanco fácil, y bueno suelo serlo.
Llegamos a Seúl apenas cayó el verano, el aroma de las plantas completamente verdes y el cálido sol que incidía cada vez más en mi piel me molestaba, no era muy fan de que me estuviera quemando como una tostada.
Mis padres tenían tanta necesidad de mudarse lejos, que conveniente, es decir, estoy en otro continente y con suerte hablo inglés, pero ni siquiera es el idioma dominante aquí.
Mientras ibamos en el auto camino a la casa nueva, que seguramente no tardaría en tener un ambiente tenso y triste solo porque inconscientemente yo lo volvería de esa manera, mi familia decide entablar una conversación.
—Hija. —Mi mamá se refería a mi con un semblante emocionado, al menos ella lo esta. —¿No estás emocionada? —Volví a mirar perdidamente a la ventana sin contestar.
—Ella nunca esta feliz ¡No puede! —Mi hermano menor empezaba a burlarse. Cometimos un grave error al contarle de mi problema ¡Tiene seis años! Es más que evidente que esto no lo entenderá. Aún así mis padres insistieron en hacerlo. —Es muy fastidiosa. —Giré mi vista ligeramente a él, fulminándolo con la mirada.
—¿Y te piensas que no lo sé? —Dije sin apartar mi mirada ni por un segundo de él. —Solo piérdete... a menos que quieras que la cabeza del almirante abrazos vuele por la ventana. —El incomprendido abrazó mas fuerte a su conejo de peluche y yo solo pase a mirar otra vez lo extraña que era la ciudad. Sí era bonita, pero sigue siendo un lugar nuevo y no tenía tan buen presentimiento que digamos.
—¡Extraña! ¡Extraña! —No le devolví la mirada, no tenía caso.
—Cuida a tu peluche... —Susurré por lo bajo, para mí.
—¡Ya! Mike, déjala tranquila. —Mi padre sin sacar la vista del camino se refirió al más joven de la familia.
—No papá. —Dije con un semblante cansado. —Déjalo que siga, solo me va a ayudar a darme cuenta de que hasta mi propio hermano dice que soy rara.
—Es porque lo eres. —Sacó su lengua hacia mí.
En ese momento tuve dos opciones, o exigir bajarme e ir caminando hacia mi nueva casa o ponerme los audífonos y simplemente ignorarlos.
—Idiota. —Musité optando por la segunda opción, vi que mis padres seguían hablando con mi hermano, debido al movimiento de sus bocas, sin embargo me alegraba no escucharlos.
Mis párpados se iban haciendo cada vez mas pesados, empezaba a cerrar mis ojos en pequeños y constantes intervalos de tiempo, por lo cual caí profundamente dormida.
Momentos después, que para mí parecieron segundos, empecé a sentir como las puertas del auto se abrían y cerraban.
Por inercia comencé a abrir lentamente mis ojos debido a que trataba de evitar que los rayos del sol no me dieran tan repentinamente allí.
Decendí del vehículo y vi la casa en la que posiblemente pase el resto de mi vida. No era la gran cosa, no iba a emocionarme solo por una casa. De todas maneras hace mucho que mis emociones positivas no son lo bastantemente sinceras. Fingidas, diría yo.
Observé la mayoría de casas a mi alcance y todas eran exactamente iguales, con plantas adornándolas abundantemente, supongo que me tendré que llevar bien con las personas que serían nuestros nuevos vecinos.
—¡Genial! —Dije abriendo mis ojos y rápidamente volviéndolos a su posición cansada y pesada que siempre tienen. Tratándo de disimular una expresión sorprendida.
—Es muy linda ¿No? —Mi madre me habló ubicando una de sus manos en mi hombro. —Es muy espaciosa y tiene-
—No iba tan en serio, no te ilusiones.— Musité sin más y luego empecé a caminar adentrándome a la construcción frente a mí.
—_____, arriba está tu cuarto, por si quieres instalarte. —Mi padre señalo las escaleras que me conducían a dicha habitación mientras esbozaba una pequeña sonrisa.
—Gracias. —Aquello fue apenas audible ya que no tenía tantas ganas de entablar una conversación. Me situé cerca de la escalera para empezar a subir.
—¡Ah! _____, espera. —Me detuve ante la argumentación de mi padre. —Aunque no estén todos, tu caja de libros esta en la cajuela del auto.
—Ah, gracias. —No emití algún otro sonido y seguí subiendo las escaleras a mi cuarto. Apenas llegué y vi que era enorme, me sorprendí un poco por ese hecho, sin embargo no duro mucho. A los segundos volví a como estaba antes, muy cansada y algo irritada.
Uno de mis pocos pasatiempos es leer. Es una de las maneras por las cuales puedo escapar de la vida cotidiana y adentrarme en la del libro, sentir que soy parte, aunque sea una simple lectora y sepa que solo durará lo que las páginas me lo permitan.
Aquella habitación tenía un pequeño balcón que daba con la calle en la cual estaba hace un rato. Sería buen lugar para leer, solo espero poder aprovecharlo.
Sin pensarlo más baje a paso rápido al auto y saqué mi caja de libros, la subí a mi habitación y empecé a ver que podía leer. Descubrí que en uno de mis libros había un pequeño papel cuya función era apartar una página, al parecer no lo había terminado, me pareció muy descarado de mi parte no haber terminado un libro tan maravilloso "El principito". Decidí ir hacia el pórtico de la casa, sentarme en las escaleras de entrada y leerlo un rato.
Pasé alrededor de una hora leyendo, me gustaba que esa calle fuera tranquila, no se escuchaba un solo sonido, solo yo, el libro y... de vez en cuando sentía que había una mirada fulminándome desde lejos, cada tanto alzaba mi vista del libro para ver si había alguien y nada. Tal vez estaba siendo muy supersticiosa.
En uno de esos momentos decido alzar la mirada a la casa de enfrente, la mantuve fija ahí por un tiempo hasta que puede observar que un chico se asomaba en la ventana de esa casa, pero lo hacía de forma como si quisiera cuidarse de algo, como si no quisiera la cosa, hasta diría con miedo rosando la curiosidad. Llegué a cruzar miradas con el chico y segundos después volvió a desaparecer de aquella ventana muy repentinamente.Ahora sabía quien era el culpable de tantas miradas seguidas y constantes.
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Depresión 〄 J.JK
Fanfiction"𝘈 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘦𝘴 𝘧𝘢𝘤𝘪𝘭 𝘴𝘢𝘭𝘪𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘦 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦, 𝘢𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘰..."