Miau

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¿ϙᴜᴇ ᴄóᴍᴏ ᴇꜱ ᴍɪ ᴠɪᴅᴀ ꜱɪɴ ᴛɪ?
Pᴜᴇꜱ ꜱɪɴ ᴛɪ ꜱí ϙᴜᴇ ᴇꜱ ᴠɪᴅᴀ.
Lɪʙʀᴇ ᴘᴏʀ ғɪɴ, ʏᴀ ꜱɪɴ ᴛɪ, ᴀʟᴇʟᴜʏᴀ ʟᴀ ᴍíᴀ.

Yᴏ ꜱᴏʟᴏ ʜᴀɢᴏ ғʀᴇɴᴛᴇ ᴀ ᴄᴜᴀʟϙᴜɪᴇʀ ꜱɪᴛᴜᴀᴄɪóɴ,
Sɪɴ ᴛɪ ᴛᴏᴅᴏ ᴇꜱ ғáᴄɪʟ, ꜱɪɴ ᴛɪ ɴᴏ ʜᴀʏ ᴛᴇɴꜱɪóɴ,
Hᴀ ᴠᴜᴇʟᴛᴏ ᴇʟ ғᴇʟɪɴᴏ ᴄᴀɴᴀʟʟᴀ, ᴇʟ ᴛᴇʀʀɪʙʟᴇ ᴄɪᴄʟóɴ.

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2007.

— ¿De dónde vienes?

Alfred me esperaba en el pasillo de casa a las 7 de la mañana, hora a la que se levantaba para ir a trabajar. El catalán había conseguido trabajo en una pizzería y aunque no fuera su trabajo soñado, al menos le estaba durando más de lo que me habían durado a mí todos mis oficios juntos.

Suspiré y me hice paso para dirigirme a la habitación, aunque el de las rastas me frenó, haciendo que me girara para clavar sus ojos en los míos.

— Estaba dando una vuelta.

— Sí, bordeando Madrid, no te jode, por eso llevas desde las 12 de la noche.

— Joder, Alfred, si ya sabes lo que hay, ¿para qué preguntas?

— Hace un frío de morirse y tú estás en manga corta, ¿pero no te das cuenta de que estamos en febrero, gilipollas?

Mi teléfono comenzó a vibrar y lo saqué en un intento desesperado de hacer que Alfred pasase de mí.

— ¿Y ese móvil? ¿De dónde lo has sacado?

Lancé una mirada al aparato.

— Es la nueva Blackberry que acaba de salir nuevo al mercado. Mira, al menos la pantalla es más grande que la otra.

— ¿Qué cojones? ¿Y tú de dónde has sacado la pasta si no trabajas?

— ¿Y tú qué sabes?

Rodé los ojos ignorando la llamada y saqué una pequeña cartera del bolsillo trasero de mi pantalón, lanzándosela a Alfred, que la pilló al vuelo. Cuando la abrió, su cara expresó total sorpresa.

—¿Pero tú de dónde has sacado esta pasta? — Repitió, sacando los billetes más grandes que ninguno de los dos había visto.

— Me he hecho camello.

— ¿Qué te has qué? — En ese momento, el catalán dejó caer la cartera y se acercó a mí. — ¿Pero eres imbécil? ¿Tú sabes la de líos que te puedes encontrar?

— ¿Y qué? Tú también lo fuiste, no creo que sea tan difícil. — Adiviné en su mirada cierto tono de decepción y tristeza al recordar aquellos tiempos y me encogí de hombros. — Además, es por ganarme una pasta, tampoco es para tanto.

— Raoul, que este mundo no es tan fácil como te piensas, la puedes liar un montón. ¿Desde cuándo?

— Hace unos meses. Pero me he sabido mover por grupitos y me he forrado, ¿quieres un poco? — Pregunté lanzando una mirada divertida a los billetes que seguían en el suelo.

— No quiero nada que tenga que ver con las drogas, Raoul.

— Aburrido.

Sentí como Alfred se contenía las ganas de darme un puñetazo y como sin embargo se dio la vuelta y salió de casa dando un portazo. Con una carcajada, recogí el dinero del suelo y me dirigí a la habitación, dejándome caer en la cama con sueño.

1999 (o cómo generar incendios de nieve) | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora