Y ᴠᴇᴏ ᴘᴀʀᴛᴇꜱ ᴅᴇ ᴍɪ ᴠɪᴅᴀ
Cᴏᴍᴏ ᴘɪᴇᴢᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ɢʀᴀɴ ᴛᴇᴛʀɪꜱ
Qᴜᴇ ɴᴜɴᴄᴀ ᴇɴᴄᴀᴊᴀɴ ᴍᴜʏ ʙɪᴇɴ
Y ꜱóʟᴏ ꜱᴇ ᴇɴᴛɪᴇɴᴅᴇɴ ᴀʟ ʀᴇᴠéꜱ
Cᴏᴍᴘʀᴀ ᴘᴇꜱɪᴍɪꜱᴍᴏ ᴇxᴛʀᴇᴍᴏTᴏᴅᴏꜱ ᴅɪᴄᴇɴ ϙᴜᴇ ᴇꜱᴛá ᴇɴ ᴀʟᴢᴀ
Bᴜꜱᴄᴀ ʟᴀ ᴘᴀʟᴀʙʀᴀ ᴄʟᴀᴠᴇ
Eɴ ʟᴀ ɢᴇɴᴛᴇ ϙᴜᴇ ᴄᴏɴꜱᴘɪʀᴀ
Y ʙᴀꜱᴛᴀ
Tᴏᴅᴏꜱ ᴛᴇ ɢʀɪᴛᴀɴ○○○○○○○○○○○○○
2009.
El día que puse un pie en el exterior y volví a ver la calle es uno de los que más recuerdo. Laia y yo salimos de la mano, con dos de los médicos siguiéndonos bien de cerca.
La chica había cumplido los 20, y yo ya tenía 28. Me di cuenta en ese momento de cómo había desperdiciado los mejores años de mi vida, pero ya no había vuelta atrás.
Una sonrisa se abrió en mi rostro cuando vi a Alfred.
Estaba mucho más guapo. Se había quitado las rastas, había cogido algo de peso y se veía mucho más sano. El verano ya estaba bien empezado por lo que se veía visiblemente más moreno. Llevaba las gafas de sol y una camiseta gris de manga corta.
Rompí rápidamente la distancia que nos separaba y entonces, ya frente a él, me lancé a sus brazos, enterrando mi rostro en su pecho y disfrutando de las caricias que me regalaba en la espalda.
— Alfred...
— Raoul. — Contestó él, besando mi pelo y dejando escapar una pequeña carcajada. — Ya pasó todo, amigo.
— Ya pasó. — Susurré yo, para convencerme de aquello.
Noté una mano fuerte sobre mi hombro y el corazón se me aceleró ligeramente.
— Enano.
Aquella voz. Las lágrimas comenzaron a descender por mi rostro y cuando me separé de Alfred pude mirar a mi hermano a los ojos después de tantos años. Estaba mucho más mayor, pero seguía igual de atractivo que siempre.
Sus ojos azules estaban alegres, a pesar de que se habían empañado y su sonrisa me animó a rodear su cuerpo y abrazarle con fuerza, pidiéndole en silencio que no se fuera.
— Tete...
— Ya estamos aquí contigo. — Susurró, acariciando mi pelo, recientemente cortado. Se separó de mí para que pudiera fijar la mirada en mis padres, que me miraban visiblemente emocionados. — Te hemos echado de menos.
Ni siquiera tenía fuerzas para echarles en cara el haberme abandonado de aquella forma. Me lancé a su encuentro y ellos me cobijaron con todo el cariño que tenían, pidiéndome perdón.
Yo también lo hice, porque les había tratado tan mal que jamás me lo podría perdonar.
— Vamos a casa, anda.
Miré a mamá y asentí levemente, pero antes de irme con ellos, volví con Alfred.
— Ya hablaremos, Raoul, este día es para ti y para ellos.
Sonreí y acaricié su mejilla, observando como su rostro se relajaba bajo mi acto. Suspiré levemente y volví a abrazarle.
— Por la tarde vuelvo a casa y hablamos.
— No tengas prisa.
Contestó él, besando con lentitud mi mentón y obligándome a separarme para irme con mi familia de vuelta a casa.
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1999 (o cómo generar incendios de nieve) | Ragoney
FanfictionHoy te volví a ver, Ago, y estabas terriblemente guapo, aunque supongo que realmente nunca dejaste de estarlo. No sé si fuiste consciente, pero cambiaste de acera justo antes de cruzarte conmigo. Sé que me pediste no volver a destapar esto, pero cre...