Las malas lenguas

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Y ᴀᴜɴ ᴀꜱí .. 
ᴘɪᴇɴꜱᴏ ϙᴜᴇᴅᴀʀᴍᴇ ʜᴀꜱᴛᴀ ᴇʟ ғɪɴ, 
ʜᴀꜱᴛᴀ ϙᴜᴇ ᴅɪɢᴀꜱ: "ɴᴏ ᴅᴀ ᴘᴀʀᴀ ᴍáꜱ".

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Me tuve que quedar todo el día castigado, y por las veces que entró mamá a la habitación para asegurarme de que seguía ahí, pude suponer que me iba a quedar también toda la semana.

Además, me habían confiscado el móvil y no pude ni guardar el teléfono de Agoney ni llamar a Emma, por lo que escondí en la agenda del instituto el papel con el número y traté de centrarme en Platón todo el domingo.

Al día siguiente, cuando llegué a clase, con unas ojeras que me llegaban al suelo, vi a Emma sentada sobre mi mesa. Ya sabía que no me iba a librar de su interrogatorio, pero esperaba que al menos tuviera la decencia de dejarme una hora para despertar del todo.

— Madre mía, por fin sé algo de ti, capullo, ¿me vas a contar ya o qué?

No, no la tuvo.

— Me castigaron sin móvil, no pude llamarte. — Me encogí de hombros, dejando la mochila en el suelo y sentándome en la silla, obligando a Emma a girarse sobre el pupitre para poder mirarme.— Dormí en casa de otro tío.

Em se llevó una mano a la boca, sorprendida igual que yo por la noticia, y es que no era normal que Raoul Vázquez perdiera el control de tal forma en una noche, hasta el punto de acabar durmiendo en casa de un completo desconocido.

— ¿Y crees que basta con eso? ¡Quiero datos! Qué cabrón, menos mal que te ibas a aburrir en el concierto.

Tuve que darle un pellizco en la pierna, porque mi mejor amiga no sabía controlar el tono de voz, y eran las ocho y media de la mañana, y tampoco quería que todo el aula se enterara de que el pijito de las camisas de Pepe Jeans y los Levys se había tirado a un macarra porrero.

— Es que no sé si lo conoces, se llama Agoney-

— ¡¡Qué dices!! — Emma volvió a ganarse otro pellizco, esta vez más fuerte — ¡Au, no seas imbécil! — Pero al menos bajó el tono de voz.— ¿Agoney Hernández? Madre mía, madre mía. Mi mejor amigo se ha follado al cantante del grupo de moda y yo me entero ahora.

— ¿Grupo de moda? ¿Qué dices ahora?

— Que sí, Raoul. Ago tiene un grupo, bueno a ver, no son grupo como tal, solo tocan algunas noches en las traseras de Edgar — Edgar era el chico del que Emma estaba terriblemente pillada —, ¡pero qué fuerte!

— Genial, un cantante de esos raros, si ya decía yo que muy normal el chaval no era.

— Raoul, a ver si te enteras de que lo raro es escuchar a Mozart.

— Es Wagner, lista.

— Lo que sea, pero — En ese momento el timbre sonó, lo que significaba que la clase empezaba y que a Emma se le habían acabado las oportunidades, por lo menos hasta el recreo — , luego seguimos hablando.

La morena se fue a su sitio y yo traté de concentrarme al máximo en lo que mi profesor de Matemáticas explicaba. Pero era incapaz, en mi cabeza solo rondaba Agoney y aquella locura a la que me enfrentaba. No pude evitarlo, y una pequeña sonrisa ocupó mi rostro en el momento en que recordé lo diferente que era cuando dormía, tan tranquilo, tan dulce, tan...

— Vázquez, ya que pareces tan absorto pensando en la solución, ¿puedes resolver tú este problema?

La clase estalló en una carcajada y yo escondí la cara entre los libros, consciente de lo rojo que tenía que estar.

1999 (o cómo generar incendios de nieve) | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora