Es un gusto, Miguel.

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Hiro revisaba su celular constantemente, entraba a la misma aplicación depués de cerrarla una y otra vez, intentando calmar los nervios que estaba sintiendo. Lo había hecho; invitó a Miguel a una cena en donde todos sus seres queridos estarían, él sinceramente creía que ya era hora de presentarlo de una manera formal a su familia.
    Volvío a abrir Whatsapp, y no pudo evitar ver la foto que Miguel tenía, en ella, al moreno se le veía muy feliz, con una enorme sonrisa. Hiro soltó una pequeña risita y después apagó el celular, dejandolo en la cama para bajar a la cocina.

    ─¡Tía Cass! ─llamó a su cuidadora.

    ─¿Qué pasa, Hiro? ─la mujer lo volteó a ver.

    ─Mi... Miguel... ─comenzó a mover de manera nerviosa sus brazos─, ¿puede asistir a la cena de mañana?

    ─¡Claro que sí, Hiro! ─la castaña volvío a lo que estaba haciendo en la cocina─, habrá suficiente comida para todos.

   En eso, Tadashi entró a la habitación y se unió a la conversación.

   ─Honey me llamó, dicen que en unas horas estarán aquí ─sonrío.

   Hiro se alegró, hace tiempo que no veía a sus amigos. Miguel era una buena compañía, pero muy en el fondo sabía que los necesitaba.
   Subió a su habitación, su hermano mayor iba detrás de él.

   ─Parece que estás emocionado ─comentó Tadashi.

   ─Lo estoy ─se sentó en la silla de su computadora─. Hace meses no veo a los chicos, realmente los he extrañado.

   ─Sí... yo también.

[ . . . ]

   Miguel se estaba arreglando, Héctor le había dicho cómo tenía que comprotarse para causarle una buena impresión a la familia de su crush, aún así, en la cabeza del más joven pasaban diferentes escenarios en donde arruinaba todo, como la última vez.

   ─Pero peinate bien, chamaco ─Héctor tomó el cepillo para peinar al menor, pero el menor seguía en su propia nube─. ¿Estás... estás nervioso?

   ─Un poco... ─contestó Miguel, unos segundos depués.

   ─Todo va a salir bien, ¡hasta Imelda se sorprendió de tus modales!

   ─Ajá, sí... pero... ─mamá Imelda interrumpió la platica.

   ─Miguel, eres un niño explendido ─comentó la mujer─, confía en mí, ese muchachito se enamorará de ti ─acarició la mejilla del pequeño, manteniendo una sorisa.

   ─Y si no es así ─comentó Héctor─ le hacemos un amarre.
   Miguel se rió. Se sentía afortunado de tener a esa familia.

[ . . . ]

   Miguel se presentó en la puerta de los Hamada con un pie de limón, después de pensarsela mucho rato, tocó con nervios y el hermano mayor de Hiro abrió la puerta.

   ─Oh, hola, Miguel ─el japones le sonrió y se hizo a un lado para dejarlo pasar─. Anda entra.

   ─Gra-gracias ─dejó que el mayor le guiara el camino.

   Al entrar a la sala, Miguel se sorprendió al ver a tantas personas ahí. Habían cuatro chicos que nunca había visto antes.

   ─Hiro viene en un momento ─le dijo Tadashi─, dejame ayudarte con esto ─tomó el pie y lo llevó a la cocina.

   De repente los otros chicos notaron al moreno. La chica más alta se acercó a él, Miguel se sonrojó cuando notó que la rubia estaba invadiendo su espacio personal.

Del cómo enamorarlo » hiroguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora