¿qué soy?

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Las itálicas significan palabras en español.

-

No quería pensar mucho en eso. Era tonto.

Pero necesitaba construir su personalidad sólidamente. Estaba madurando.

El problema era que ni él mismo sabía que era. ¿Gay? ¿Bisexual? ¿Pansexual?

No sabía. Y a diferencia de él, Lance sabía perfectamente su orientación sexual.

Pero él... ni caso.

Se estremeció un poco entre los brazos de su novio, al cual le daba la espalda, y se incorporó cuidadosamente, sentándose al borde de la cama. No hace más de un mes que habían empezado a salir, y menos de eso a dormir juntos, pero a él le gustaba. Estar cerca de Lance era como tener una fuente de la felicidad disponible a todas horas. Lo ayudaba a mantenerse en equilibrio mental.

Pero en aquel momento no quería molestarlo. Sabía cómo era Lance con respecto a sus "sueños de belleza".

Keith se frotó los ojos con sus puños, y luego se puso de pie. Quería ir al observatorio del palacio un rato, necesitaba pensar sobre sí mismo, a solas. Nadie podría ayudarlo, ni si quiera el cubano al que tanto amaba.

Cuando se disponía a abrir la puerta de su habitación, la cama crujió.

- ¿Keith?

Lance se pasó una mano por el cabello, y se apoyó en un brazo.

- Hey.

El castaño lo miró confundido.

- ¿Qué ocurre, amor?

Keith suspiró, y acarició el marco de la puerta.

- Perdón, Lance, no quería despertarte. Sólo... necesito pensar.

- ¿Sobre qué?

Ya no pudo ocultarlo más, y simplemente comenzó a reír en un tono bajo, al mismo tiempo que soltaba pequeñas lágrimas.

- ¿Keith?

El cubano se puso de pie y caminó hasta su chico. No tenía ni idea de lo que le pasaba por la cabeza, pero no iba a dejarlo llorar sin razón.

Lo abrazó por la cintura, y el más bajo coloco sus puños entre sus pechos, mientras trataba de tranquilizarse ante el tacto de el moreno.

Comenzó a respirar cuando sintió como Lance recorría su espalda de arriba y abajo, una y otra vez, y trató de concentrarse en sincronizar sus inhalaciones con sus movimientos.

- Keith... Quiero ayudarte. Enserio quiero. - Habló sin soltarlo. - ¿Me puedes decir por favor que ocurre?

Él alzó la mirada, y se encontró con los ojos azules de Lance. Aquellos ojos de color mar que lo tenían tan... hipnotizado. El moreno le besó la frente con cariño, mientras lo sujetaba de la mejilla.

- Yo... - Intentó comenzar.

Se limpió las gotas que caían por los costados de su cara, y volvió a fruncir el ceño como lo solía hacer.

- Es sólo que a veces me siento idiota, Lance...

El mencionado levantó una ceja. ¿Keith era imbécil o se hacía?

- Keith, eres todo menos idiota. - Juntó sus frentes, y susurró sólo para que él le escuchara. - Eres el miembro más importante de todo el equipo. ¿De qué estás hablando?

El pelinegro se zafó del agarre, y caminó a la cama. Se sentó nuevamente al borde, y se acomodó la camiseta del pijama. Le avergonzaba un poco confesarle a Lance la verdadera causa de su preocupación.

- No es eso... - Habló cada vez más bajo. - Es que no sé cómo puedes aceptarme así.

Lance estaba confundido, pero parecía que el azabache no había terminado de hablar, por lo que caminó sin prisa, para sentarse a su lado también y escucharlo.

- Yo... tengo problemas de... identidad, Lance. - Empezó el menor, tratando de mantener la compostura.

Él no era de las personas que lloraban con frecuencia, y definitivamente no de las que mostraban su debilidad ante otras. Sin embargo, McClain tenía ese efecto en él. De hacerle mostrar sus verdaderos sentimientos, porque sabía que a el si le importaba realmente.

- Me gusta estar contigo. Me gusta todo esto. Pero... ­- Comenzó a jugar con sus dedos algo nervioso. - No sé qué soy.

Se sintió observado de pronto, y alzó la mirada. Dos ojos azules lo contemplaban con toda la comprensión del mundo, y luego su dueño soltó algunas risitas.

¿Qué era tan gracioso?

- Bueno, si hubiera sabido que te ibas a burlar, no te habría dicho. - Se quiso parar, pero la mano del joven atrapó su brazo, y lo jaló de regreso.

- No, no. Lo siento Keith. - Carraspeó, recuperando la seriedad. - Es sólo... que me parece algo extraño que el gran Keith Akira Kogane esté dudando de su sexualidad...

- Cállate... - Murmuró.

- ¡Por culpa de este chico! - Se señaló a mi mismo, en su típico aire de galán.

Keith se cubrió la cara con sus manos pálidas, y se arrojó a la cama de espaldas. No por que aquello lo molestase, si no por que era cierto. Lance McClain, un estúpido cubano, estaba haciendo que comience a entender porqué jamás había mostrado interés en las chicas. Porqué estaba nervioso alrededor de chicos en general, y ocultaba eso tratando de ser el más frío, y alejado de todos. Lance McClain había hecho que aceptara cosas que él no quería.

Sintió el tacto del chico en su brazo, y luego la cama hundirse.

- Amor... - Volvió a llamarlo en español.

Sacó sus manos, y se giró, sólo para encontrarse con su tonto y hermoso rostro.

El otro dirigió su mano a la mejilla de aquel chico como ningún otro. La acarició, queriendo capturar aquel momento para siempre.

- No me importa lo que seas.

- Debería. - Habló sólo para ellos dos, tan bajo como pudo. - Soy un monstruo.

- Te diré lo que eres. - Tomó sus manos con ternura, y las estrechó entre las suyas. - Eres el hombre más bello que he conocido nunca.

El azabache sintió como los colores se le subían inmediatamente a la cara, por más que estuviese echado, y tuvo la urgencia de volver a cubrirse, pero su compañero no le dejaba.

- Dejame verte, Keith. Te lo he dicho desde el primer día. Quiero conocerte como realmente eres. Y quiero estar contigo, no importa como sea esa versión de ti. - Divagó, paseando sus ojos por los contornos de su rostro.

- Pero no entiendes, Lance. Estás conmigo porque sabes que eres bisexual. Yo... no se que soy. Creo que soy gay, pero no me gustan las etiquetas realmente...

- Entonces no las usemos. - Mostró sus dientes blancos en una sonrisa, que llenó al pálido chico de la auto-confianza que en aquel momento le faltaba. - Digamos que simplemente somos dos idiotas en el espacio, haciendo sus cosas como cualquier otro ser, y que se quieren mucho.

Eso fue suficiente para él. Se giró dándole la espalda y se acercó al cuerpo de su pareja, casi tanto como si fuese a fundirse en su pecho. Aunque no lo admitiese, le gustaba ser la cuchara pequeña. Lance lo hacía sentir tan seguro y calentito.

El castaño rodeó su pequeño cuerpo con sus brazos, y comenzó a darle pequeños besitos en la parte posterior de su cuello. No le gustaba ver a su novio estresado

- Eres todo lo que quiero en esta vida, greñas. No me importa el resto - Le murmuró.

Keith no merecía a Lance. Él era tan bueno con todos. Pero por algún motivo, su castaño lo había elegido a él, y no a otra persona. Y aquello no lo podía hacer más feliz.

- Te amo, lindo.

Keith tembló con aquellas palabras, pero poco después no pudo evitar sonreír.

- Cállate y sigue besándome, idiota.

[ KINGS ] Klance One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora