3. Widowmaker.

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Fue culpa de Moira que mi plácido sueño terminase.

Para mí era muy agradable tener la mente vacía, limitarme a hacer aquello para lo que se me había «programado». Mis ánimos no se alteraban ni para bien ni para mal, no existía nada similar al ansia... sólo una paz física y mental que se interrumpía para concederme la emoción de la caza, el placer del asesinato.

Ahora... la sed me aniquila, y debo ocultar ese horror, el suplicio con el que convivo.

Recuerdo perfectamente cómo mi ama (¡si Vialli, Gabriel o Akande supieran que en privado la llamo así...!) me indicó un día que debía someterme a un nuevo tratamiento que puliría mis habilidades todavía más. Acepté sin cuestionarme el origen de aquella orden, ¿acaso tenía razones para dudar de una compañera de Talon?

Y todo salió mal.

Quedé al borde de la muerte. Una garra afilada traspasó el velo de la tranquilidad en la que mi mente se había hundido y me arrastró fuera, hacia la sed, prácticamente mutilándome en el proceso. Mi cuerpo quedó en shock, el corazón me iba a reventar y Moira no lograba silenciar mis chillidos de pánico y agonía. Acabé cayéndome de la camilla y quedé inmóvil en el suelo, como cataléptica. Mi ama maldijo llena de rabia por su nuevo fracaso y golpeó su mesa del laboratorio con ambos puños. Se llenó de cortes al romper sus utensilios de cristal.

Entonces sentí que la sangre me llamaba. Estaba tan débil que apenas respiraba... pero fui hacia ella.

Recuperé la consciencia arrodillada a sus pies, lamiendo las heridas de sus manos para restablecerme. Moira se serenó como si jamás se hubiese alterado (creo que incluso me acarició condescendientemente la cabeza) y me dio instrucciones para que le facilitase un examen de mis constantes vitales. Realizó pruebas con mi ADN y terminó llegando a la conclusión de que mis células sufrían el mismo efecto que las de Gabriel Reyes, aunque... en mi caso la degradación celular es constante y la regeneración, que resulta más potente, sólo se activa mediante la ingesta de sangre.

Desde ese día soy objeto de una investigación exhaustiva e interminable. Apenas salgo del laboratorio de mi ama. La sed que me consume es un incordio para ella, que siempre me ordena que me aguante (sólo en contadas ocasiones se apiada y me ofrece su propia sangre)... y yo obedezco a pesar de mi angustia inhumana porque sus órdenes son irresistibles para mí; una fuerza primitiva, genética o sobrenatural me obliga a complacerla a costa de mi propio bienestar. Me contengo, aguardo pacientemente junto a Moira hasta que, inevitablemente, con el paso de los días entro en un extraño frenesí primario (así lo llama ella) y la sed me domina. Reaparezco algunas horas después, desmayada en la calle junto a algún cadáver completamente seco. A veces Moira se compadece de mi estado y me ofrece jeringas rellenas con la sangre de algún agente. Mientras bebo, se sienta con su bata blanca para leerme relatos de vampiros, ¡pero yo no soy una vampira! Puedo exponerme al sol; el ajo y las cruces no me afectan... incluso siento deseo sexual. Ah... el día en que se lo hice saber me miró con sumo desprecio. Declaró que una criatura ya domada no despertaba sus apetencias en ningún sentido. Yo sólo quería saber si existía una relación lógica entre consumir sangre y enardecer la libido. No obstante, en cierto modo sí tengo algo en común con la sangre «vampírica» que afecta a Daniel Molloy, la que describe Charlaine Harris y la del juego de Mark Rein-Hagen (es fácil imaginarse a una Moira adolescente fascinada por los juegos de rol, ¿verdad?): mi sangre crea esclavos, crea dependencia. Condiciona para la obediencia. Moira lo sabe y me ha utilizado para ascender dentro de Talon.

Ojalá pudiera engañarla para que ella también la bebiera... u obligarla por la fuerza, pero es inútil. Ah, ¿no es evidente? Mi fisiología se ha alterado para reducir mi capacidad de sentir emociones hasta el mínimo nivel posible, pero... qué bien se me sigue dando la animadversión, el rencor. Odio apasionadamente a mi ama, y aunque esa fuerza que ya he mencionado me obliga a obedecerla, pienso vengarme por lo que me ha hecho y aún me hace. Voy por buen camino: me he escapado de París hasta Berna sin que ella lo haya autorizado.

Sedienta [Overwatch].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora