LA MORTALIDAD DEL ÁNGEL

CAPÍTULO 2: DESTELLO DE LUZ

Habiendo culminado la charla con el creador, el ángel se dirigió a la tierra para verla con otros ojos... no como un ser celestial sino como un humano, sintiendo cada vez más el suelo mientras pisaba, la brisa en su frente a medida que experimentaba una especie de ceguera.

Dejó de ver el mundo con tantos detalles y su visión se volvió simple, superficial, nunca se había sentido tan tranquilo. Vivía el momento sin que frente a sus ojos surjan una serie de probabilidades respecto a qué sucedería si alguien toma una mala decisión. Era libre.

Aún podía controlar quién era capaz de verlo y decidió seguir siendo invisible para el mundo hasta que su poder, como un reloj de arena, se agote hasta el último grano. En su paseo encontró a una mujer, transmitía tristeza y no pudo dejar de seguirla.

Llegaron hasta un cementerio donde ella retiró flores marchitas y colocó unos girasoles, los más hermosos que él había visto. Saliendo de ese lugar, aquella mujer se adentró en un callejón, quizás un atajo en su camino a casa.

En ese sitio tres hombres obstaculizaron su paso, empezaron a hablarle cosas grotescas mientras ella aceleraba el ritmo. Cuando intentó correr uno de los tipos, el más fornido, dejó caer su pesada palma en el rostro de la joven quedando casi inconsciente en el pavimento. En ese momento la joven se percató de un destello de luz.

Luego de la escena, el ángel tomó al agresor y con una mano lo estrelló en la pared. Mientras sus compañeros miraban asombrados la figura de aquel ser, sus caras fueron golpeadas y casi inconscientes continuaban siendo inundados de ráfagas de puños hasta que cayeron al suelo.

Fue un espectáculo, cada puño dibujaba en el aire un destello de luz similar a una estrella fugaz. La joven pensó que todo aquello era producto del golpe recibido y cuando las luces se terminaron frente a ella apareció un hombre.

Al verlo su corazón palpitó en forma acelerada,  era lo más hermoso que había visto. Por otro lado el ángel sintió como todo el peso de la mortalidad había caído en su cuerpo. Ya no era más un ser celestial, ahora estaba en un callejón protegiendo a una joven y que para él, en ese instante, le resultó la más linda del universo.