CAPÍTULO 9

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Desesperación.

Lo único por lo que mi mente pasaba era esa palabra, era ese sentimiento, esa rabia que fluía en mí. Mi corazón latía a mil por hora. La sangre me burbujeaba. Iba a acabar con mi mierda de vida.

De un momento a otro, estaba intentando recordar los momentos en los que tuve un poco de felicidad por parte de mis padres, esa muestra de cariño, ese sentimiento que se siente cuando eres feliz con los de tu familia, ese momento en el cual todas tus preocupaciones son hacer feliz a tu familia. Pero ese momento, a mí nunca me ocurrió, y ahora me doy cuenta de que todo tiene sentido, de que me abandonaron mis padres.

Recordé a Lucía, a Pedro, a David, a Estela, a Hugo y todas mis conversaciones con él, pero sobretodo me acorde de Rubén, el chico que intentó cambiar mi vida, pero resulto ser en vano, y lo único que hizo fue destrozármela cuando se fue, cuando me dejo sola como el resto de personas, cuando me tiro por la borda, cuando dejo que pasara lo mal que estaba, lo odio y a la vez lo quiero, porque fue mi salvación y mi destrucción final, y es que me hubiera encantado haberlo conocido mucho antes de que mi vida fuera más mierda.

Antes de darme cuenta de quién era, de él porque estaba aquí, y es que solo era eso, yo. Y ese era el problema de tantos que tenía.

Nadie me quiere.

Nadie me entiende.

Todos me odian.

Y no sé porque existo.

No sé qué hago aquí.

Este es mi momento de felicidad.

Este es mi momento para acabar con lo único que me queda.

Mi vida.

Mi existencia.

Mi mundo.

De mi riñonera aun colocada, abro uno de los bolsillos y extraigo una cuchilla, rajo mis dos muñecas, y mientras la sangre va liberándose de mí, grito a todo pulmón:

-Hola, me llamo Alexandra, como a mí me gusta, Alex López. Y tengo 15 años, dentro de una semana será mi cumpleaños, 19 de abril. No tengo amigos. Me abandonaron. Estoy sola. Y no quiero ocupar un lugar más en esta vida. Este no es mi sitio, no es mi lugar, no es mi mundo, no tendría que existir y vivir esto. Nadie tendría que hacerlo. Adiós mundo…

-¿Y por qué no creas tu mundo? – una voz a mi espalda hace que vuelva a mi realidad, y es que estoy a medio paso por saltar al vacío, para dejar esta vida de amargura, esta vida de desolación, esta mierda.

Me giro repentinamente para observar a quien se le ha ocurrido esa idea. Y es ahí cuando lo veo.

-Hola, me llamo Sergio Pérez. – dice con una gran sonrisa.

Era una réplica a mí pero en varón, la misma nariz un poco grandota, esos ojos pequeños pero a la vez cargados de potencia, esa cabellera rizada…

-Olvídame. – es lo único por lo que mi boca sale.

-Borde, es normal que estés sola.

-Tú, no sabes nada. Así que cállate y vete.

-Al contrario, se mucho más de lo que crees, hija.

Mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora