Me despierto como cada mañana, a las 7:15, abro los ojos lentamente y luego los vuelvo a cerrar… Hoy estaba en esos días en los que todo era negativo, triste y sin ninguna salida. Lunes. Asquerosos y malditos lunes, me levanto ya corriendo y deseando que mi madre no me chille de buena mañana. 7:58. No me da tiempo a desayunar, mejor pienso, menos comida para la ballena que está dentro de ti. Entro al cole corriendo y pensando en todo lo que tengo que hacer hoy, en como tengo que ingeniármelas para sobrevivir de nuevo a unos amigos que no son realmente amigos, a amistades por interés propio, solo tenía un mejor amigo aunque fuera de las redes sociales no éramos iguales, supongo que una pantalla es mejor que la realidad, mi mejor amiga Estela, para mi desgracia no venía a este colegio y sin ella mi mundo es aburrido… La clase de sociales a primera hora, se fue volando, como en un suspiro, en fin, próxima clase, catalán. La profesora entro y puso orden hable con una amiga que no era como las demás, ella era real. No es que imagine cosas, solo que ella me entendía, era como si nuestras mentes estuvieran conectadas, es algo raro e irónico pero así me sentía con ella, ella era Ariel.
Apuntes y actividades que nunca haré simplemente porque ya las acabé mientras todos recogían o simplemente gritaban porque tocaban educación física, yo termine los deberes y así tendría una cosa menos que hacer. Lo guarde todo, y cogí la mochila de E.F, todo bien y genial, pero me acordé. El otro día me corte más que la última vez, mis heridas se veían demasiado y sinceramente no tengo ganas de que me vean como a una débil aunque lo sea. Y es que Alex, es fuerte pero… no siempre lo demuestra y mis cortes son una prueba de ello. Mi preocupación ahora mismo, eran mis cortes, tenía las vendas colocadas donde siempre, y pensé que nadie las vería, pero como siempre, eso fue solo un sueño.
*Flashback*
- Vamos Alex, lánzala – yo preocupada por mis vendas y que la camiseta de manga larga no me delatasen, lancé con todas las fuerzas, y para mi alegría, acerté.
-Bien hecho Alex – grito Nadia mi otra “amiga”.
-Fue todo un placer, mi damisela – dije yo haciendo una reverencia y riendo.
Después gire sobre mí misma sintiendo una punzada proveniente de mi brazo derecho, la sangre se veía, se hacía notar. Nerviosa, fui hacia dentro de los vestuarios y en el camino me encontré, con mi “amigo” de un año más mayor que yo, si ese con el que hablaba por horas en Whattsapp, me maree y casi caigo si no fuera porque él me sujetó justo a tiempo (romántico no?, egs) me acordé de mis heridas. Lo aparte, me levante y corrí hacía dentro, saque las vendas y puse las muñecas, bajo el grifo, dejando que la sangre fluyera.
-¿Desde…desde cuándo llevas haciéndote eso Alex? –dijo mi amigo, Hugo.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Y más mierda.
¿Lo vio? Me gire, no sin cerrar el grifo y colocar de nuevo mis vendas.
-¿Qué te importa a ti? – no sabía que decir en realidad… su mirada era como explicarlo, de preocupación y también de decepción. Pero a Alex, si a mí, no me importaba.
-Me importa joder, me importas, así que ¿Por qué? – se sentó a mi lado y yo iba a salir corriendo pero me agarro de dolor y yo reprimí un gemido de dolor.
-Suéltame.
-No hasta que me expliques que te pasa
-Nada. Suéltame.
-Explícamelo… ¿Es que ya, no confías en mí?
Y fue allí, en ese simple momento, en el que mi vida dio un giro inesperado. ¿De verdad me estaba preguntando eso a mí? Y sin más, me senté y empecé a relatarle todo, si todo. Desde el principio de mis cortes, hasta e pánico a la báscula, y después, lloré, lloré sin más, demostrando mi debilidad. Él decía que nunca más volvería a pasar nada. Hasta que llego la pregunta.