Una de las experiencias que confunden al ser humano es descifrar si las acciones que realiza día a día son parte de la luz, esa luz que muestra el ser humano al ayudar al más necesitados, al esbozar una sonrisa, al abrazar al ser que más ama; o bien, son parte de ese lado oscuro que en el fondo reprime y que intenta salir cada vez que anhela lo de los demás, cada vez que quiere lastimar y obtener poder pasando por encima de los demás.
Esta tarea de buscar al bando al que uno pertenece se da inclusive desde que somos pequeños, siempre guiados y orientados para hacer las cosas bien, para no hacer sentir mal prójimo. Sin embargo, el ser humano se encuentra en situaciones en las que sus acciones no se determinan en lo bueno o en lo malo, es ahí donde lo que pasa lo llamamos claroscuro.
Claroscuro hace que el lector saque de sí mismo el lado más sublime que pueda tener, pero de la misma manera hará que se recuerden los más malos deseos. Cada una de las historias que el autor nos presenta envuelve al lector dentro de la trama haciéndolo pasar a ser una adolescente enamorada hasta al asesino más despiadado.
La manera en que lo claro y lo oscuro se complementan en este libro nos da una mira hacia el ser humano. Esa manera en que se es capaz de aceptar que sé es bueno, y se niega la idea de ser malo. Pero en realidad hay mucho de los dos. Por tanto, el ser humano es un toque claroscuro, que no se define solamente en un solo bando, sino en el medio de los dos.
El ser humano está rodeado de lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, la felicidad y la tristeza, el enojo y la tranquilidad. Y aunque siempre está intentando luchar por obtener lo mejor, luche por tener la claridad y alejarse de la oscuridad, lo cierto es que siempre tendrá en su vida un toque de claroscuro.