Capítulo Cinco.

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Luego de tan inopinada huida, nos decidimos por descansar para lo que la mañana nos depararía. Traté de dormir un poco, pero fue en vano, el recuerdo de aquella Cazadora sangrando por su garganta, mis manos manchadas, su maldición, todo el suceso en sí, momento a momento, acción por acción, recurría a mí una y otra, y otra, y otra vez, haciéndome imposible que cayese en un sueño profundo o algo que se le asemejase.

—A ver Theo: ¿has tenido novia o intereses amorosos?

Inquiere Axel, iniciando una vez más con nuestro juego para salvaguardar nuestra cordura.

—¿A qué viene la pregunta?

—Una pregunta, una respuesta. Una respuesta, una pregunta...

Me detengo a pensar antes de contestar.

Por más que busco y reviso en mi memoria, no hay recuerdo alguno de cuándo fue la última vez que me sentí atraído o interesado en una chica.

La verdad es que jamás había reparado en eso. Para mí lo único que importa, o era al menos lo que realmente me importaba, eran mis estudios, mi carrera, nunca me di tiempo para sentir tales cosas.

—La verdad es que no. Solo me sentía atraído por mi carrera. El amor solo hubiera bajado mi rendimiento académico, ¿si me entiendes?

Axel suelta una risilla, para luego ceder a una sonrisa de aquellas que solo él sabe esbozar.

—Theodore Fernando Martins —Cada sílaba es pronunciada con detenimiento y énfasis. —. Te entiendo. Puedes anotar eso como la primera cosa en común entre nosotros.

Afirmo con la cabeza.

A mi parecer el amor solo era un barrera, un bloqueo, un distractor bastante fuerte, que en la adolescencia solo causa, en muchos de los casos, problemas bastante innecesarios, y muchos se esconden detrás de la frase: «del fracaso he aprendido», pues no lo creo. Uno entrega todo y se vuelve vulnerable e inseguro de uno mismo, de quien se es y qué representa para aquella persona. El amor no debe hacerte dudar. El amor debe hacerte volar, aunque no se tenga alas. Y es cuando muchas m*erdas que te hacen poner en duda tu relación inhiben tus capacidades verdaderas. El tiempo es demasiado valioso como para cuestionarnos si somos suficiente para alguien, cuando solo debemos ser suficientes para uno mismo.

Luego de ver tantos fracasos en el instituto, tantos problemas que me parecían absurdos, me prometí solo interesarme de forma sentimental con alguien cuando la palabra Arquitecto (Arq.) presidiera mi nombre.

Pero es cierto: necesitamos del amor para ser humanos.

—Axel Banks. ¿Qué es lo que hacer que te interese tanto?

Mí vinculado suelta una nueva risilla, para luego apretar sus labios uno contra otro. Él a mí no me engaña, no se esperaba tal pregunta.

—¿Sabes? No hay una razón, ni tan siquiera un porqué. No sé a qué se deba mi interés por ti. Cabe la posibilidad que solo sea que el verte aquí me confirma lo injusta que puede llegar a ser la vida.

Hundo mi vista en el pasto que está bajo de mí y comienzo a arrancarlos de uno en uno, para ocultar —En vano. — mi vergüenza, mi tristeza e impotencia.

—Y por si preguntas, no me van los hombres. —Añade serio.

Alzo la mirada encontrándome con la de él, su rostro dibuja una sonrisa muy alejada del tono con el que acaba de hablar. Suelto una risita mínima, ante la situación. Hay algo en la respuesta de Axel que me inquieta un poco, se me antoja algo hueca. Es medianamente relevante, aunque con su habla seguro es improbable saberlo. El motivo de su interés hacia mí, por protegerme, tiene que ir mucho más allá de una injusticia.

Presas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora