Capítulo Diez.

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Axel permanece atónito ante lo que acaba de suceder.

Antes de llegar hasta él, me detengo un momento a apreciar el crudo panorama: dos personas muertas. Una de ellas es un hombre de cabellos castaños, al cual una flecha le atraviesa la cabeza y otra la clavícula. El otro cuerpo no necesita mucha explicación, es solo Anastasia, cabellos negros y pegajosos.

—Axel... —Comienzo una vez estoy frente de él. —¿Te encuentras bien?

Me hallo de pie ante Axel, y mientras pronunciaba esas palabras miraba en todas las direcciones menos a la de él.

Sé por qué está así. Por ello no tengo la audacia para mirarlo.

A cada segundo que transcurre, lo que antes no pesó al momento comienza a hacerlo. Anastasia pesa en mi consciencia y me aflige más que las otras muertes, porque esta le afecta a él.

Sé que me dije que no dejaría, que ese hombre de sonrisa inquietante, fuera alguien de importancia para mí o alguna otra cosa que se le parezca, pero a final de cuentas fue inevitable.

Por más que lo niegue, Axel me importa. Me importa lo que pueda pasarle. Me preocupa lo que le puede afectar. Y me importa si muere.

Él sufre por causa mía y me siento como la escoria por ello.

—Theo... —Masculla en un hilillo de voz, muy bajito. —Lo siento. —Su garganta se contrae, y su voz se torna trémula. —. Siento mucho que tuvieras que hacer esto. Siento tanto que por mí culpa casi murieras. Lo siento muchísimo, Theo.

Cada palabra la ha pronunciado con culpa para consigo mismo. Como deseando enterrarse una daga en el cuerpo por el error que siente que cometió. Sus palabras son reales, son un recuento para castigarse y sentirse mal por ellos.

Fue débil, y eso no se lo perdona. Faltó a su juramento.

—No te niego que comprometiste nuestras vidas. No soy quién para juzgar como actuaste. Esta vez dependimos de mí... lo hice por ambos.

Axel no media palabra alguna. Sin embargo, comienza a ponerse de pie mostrándose un poco recompuesto de la situación.

—Siento mucho... —Digo una vez que está de pie.

—No Theo, no tienes por qué disculparte. —Me taja con voz condescendiente, poniendo una mano en mi hombro izquierdo. —. Yo soy el que debe pedirte disculpas por no haberlo hecho antes. Y por sobre todo por romper mí promesa.

No respondo al instante, su aflicción me llega y me conmueve.

Así que simplemente me permito hundir mi vista en el suelo. Axel me rodea, comenzando a caminar hacia uno de los cuerpos para poder requisarlo, como ya es habitual.

—No tienes que mantener promesas.

—¿Cómo? —Mi vinculado se detiene, dándose vuelta.

Sonrío alzando la comisura izquierda del labio.

—Solo mantenme vivo, mantente vivo, y cumplirás tu promesa.

A Axel el pecho se le infla, la sonrisa que ahora denota es de alegría pura. Ya no se ve desanimado, está más bien... ¿motivado?

Regresando a su tarea original, Axel comienza por revisar al hombre que trató de asfixiarme. Mientras lo registra, noto que en su muñeca izquierda falta el Brazalete que lo identifica como un igual. Sus ropas negras lo dejan en evidencia, no es un Cazador. ¿Entonces qué es?

—Su Brazalete... —Musito.

Axel me mira denotando la misma incertidumbre y confusión que yo. Vuelve la mirada al cuerpo revisándolo con más cuidado.

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