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ERIK

Todo había acabado, tan rápido como había comenzado. Todo a mi alrededor se encontraba reducido a escombros a causa de mi terrible furia, lo que antes era mi hogar ahora solo era un terrible desastre.

No debí ceder, pero sus palabras estaban llenas de dulzura que hasta el hombre más frío, hubiera obedecido. Ahora mismo ella debería estar entre los brazos de su amado Conde, huyendo de mi como si fuera un monstruo, pero lo más probable es que sí lo fuera. ¡Pero claro que huyó! ¿Cómo pude llegar a pensar que tal vez algún día miraría este rostro maldito con amor?, debí estar loco para siquiera imaginarlo.

Una presión se encontraba en ese momento en mi pecho que se movía bruscamente con la tos que me invadía; si seguía así, no duraría mucho tiempo con vida; aunque, ¿Por qué seguir viviendo? Ya no hay razón para hacerlo y gustoso espero la muerte, pero no me arrepiento de haber vivido pues pude escuchar cantar a mi madre y conocer a Christine, pocos hombres son tan afortunados de conocer a dos ángeles.

Aun llevo guardados con mucho amor en mi mente mis pocos recuerdos con mi madre, tan cortos pero tan perfectos a la vez, la única persona en este mundo que pudo ver mi rostro con amor, Dios fue verdaderamente injusto al quitármela solo 3 años después de mi nacimiento, ¡Oh pobre madre mía! ¡Pronto me reuniré contigo donde sea que estés!.

De repente mis pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de un pedazo de metal cayendo, me giré como pude para ver quien podría ser el desafortunado intruso, pero mi cuerpo se relajó al reconocer a mi cómplice de toda la vida.

"Gerard"...

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Christine

El frío se clavaba en mi cuerpo como cientos de cuchillos, mis dientes chocaban haciendo un molesto ruido, al mismo tiempo que ya no podía sentir mis manos ni pies por lo entumidos que se encontraban. Me apreté a la delgada manta que llevaba encima del camisón mientras daba pasos muy pequeños.

" Falta poco para llegar" me tranquilicé a mi misma, debido a las altas temperaturas, nadie se encontraba en las calles y la luz de las farolas apenas iluminaban a través de la tormenta.

Solo podía pensar en reunirme con mi maestro, y pedirle perdón, si es que él no me odiaba lo suficiente para siquiera verme. ¡Pobre Erik! Si tan solo lo hubiera escuchado no estaríamos en esta situación. La Opera cada vez se hacia más visible, pero por cada paso que daba, más débil me sentía, ¿Al menos alcanzaré a llegar?.

Después de lo que pareció ser una eternidad, llegue por detrás del gran edificio buscando la puerta de servicio, lo ultimo que quería era encontrarme con alguien pues sabía que si era vista, me llevarían de vuelta al castillo del Conde.

Coloqué todo mi peso en la vieja puerta, y unos momentos después por fin pude abrirla lo suficiente como para dejarme pasar.

Lo único que faltaba era encontrar a Erik, pero, ¿Dónde?; el hombre tenía tantas maneras de entrar a su guarida, pero cada una de ellas era solo conocida para él. Al tratar de recordar alguno de ellos, recordé que hace apenas poco más de un día ambos entramos por mi camerino después de aquella desastrosa escena de Margarite.

Todo a mi alrededor era obscuro, y solo la luz de la luna se filtraba a través de los ventanales, y a pesar de no seguir a fuera, me seguía sintiendo tan débil que apenas podía dar pequeños pasos. Con ojos cansados miré las numerosas escaleras, este iba a ser un camino muy largo...

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Gerard

Todo se encontrada destrozado, las antes bellas figuras imponentes de madera, ahora se encontraban sumergidas en el lago; las suaves cortinas de terciopelo rojo tan elegantes, ahora se estaban echas jirones; y Erik siempre tan imperturbable, ahora yacía sentado en el suelo desconsoladamente.

En algún lugar de mi sabía que esto iba a pasar, y me maldigo una y mil veces por no haber hecho nada para evitarlo. Intenté acercarme lo más cauteloso posible para acercarme un poco más pero mi pie tropezó con un grueso tubo de metal delatando mi presencia, en ese momento Erik volteó hacia mi rápidamente.

"Gerard..." dijo débilmente, pero sin dejar la dureza en su voz "¿Qué haces aquí?,¿Creí que te dije que no volvieras a bajar?"

"Sé lo que ocurrió, Erik. No voy a ir a ninguna parte sin que pueda hablar contigo" dije decididamente, los hombros de Erik se relajaron en sentido de aceptación.

"Supongo que no puedo librarme de ti ni en mi lecho de muerte" soltó una risa, no me importo pues yo sabía que él tenía un humor tal vez demasiado mórbido. "Anda, sientate. Como puedes ver he decidido re-decorar mi hogar."

"Erik, ambos sabíamos que esto no podía acabar bien..." dije calmado, pero aun así podía ver su enojo ascendente a través de sus ojos, tal vez no eran las palabras adecuadas.

"Sé lo que quieres decir. Ella jamas podría haberse enamorado de un monstruo, eso es; pero no puedo juzgarte pues es la cruda verdad." su voz se tornó obscura y sombría. "Vete, vete ahora y no bajes más Gerard, si al menos me tienes un poco de respeto, vete."

No pude decir nada, esto era en parte mi culpa, y con la cabeza gacha y resignación, me fui. Soy un cobarde por hacerlo, pero no tenía ningún derecho a forzarlo a mi presencia.

El camino por los dominios de Erik siempre fueron obscuros y sin perturbación, pero todo cambió cuando llegué al quinto sótano.

Una silueta blanca se encontraba tendida en el suelo, mis pasos fueron mucho más lentos y solo cuando estuve más cerca, me quedé pasmado.

¡¿Qué hacia ella aquí?!

>>>

¡Hola chicxs! Espero que estén bien y se coman todas sus verduras, después de un laaaargo tiempo, por fin regresé. Solo es un capítulo pero prometo actualizar más seguido, esta vez es en serio ;-;.

En el siguiente cap se viene salseo compañeros, ¿Cómo será la reunión de nuestro Eristine?

PROMETO ACTUALIZAR MUCHO MÁS SEGUIDO. LOS QUIERO!

- Marilú






El regreso del ángel «Phantom of the Opera 1990»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora