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Gerard

Me encontraba bajando los escalones para salir del teatro de la Ópera, cuando una voz familiar me llamó.

"¡Gerard!, necesito hablar contigo." dijo Choleti, todo él estaba temblando y su bigote se movía nerviosamente de un lado a otro.

"Ahora no puedo, quizá más tarde." me di la vuelta, pero su mano llegó hasta mi hombro y me giró a su dirección desesperadamente.

"Necesito que me digas donde está Christine, Gerard. ¡El Conde de Changny amenaza con quitar su ayuda a la Ópera si la chica no aparece pronto!."

Esas palabras me cayeron como balde de agua fría, mi enojo y confusión crecieron, ¿Por qué Philipe haría tal cosa? Al parecer él no sabe como es que Christine desapareció a media noche. Definitivamente él quería hablar conmigo y yo con él.

"Yo hablaré con él, Choleti. Relajese un poco y vaya a con su esposa, me temo que ahora ella necesita mucha más atención que antes." dije recordándole el pequeño "incidente" de las ratas. Él se fue rápido dejándome sólo.

Cuando salí del teatro, las calles se encontraban frías y húmedas a consecuencia de la noche pasada. Levante la mano para pedir transporte, cuando una carroza negra se estacionó frente a mi. Abrí la puerta del conductor y me senté.

"¿A dónde lo llevo, señor?"

"Al Castillo de Chagny, por favor."

>>>

Christine

El desayuno fue un desastre total. No por la comida, pues esta era realmente deliciosa, sino por el silencio mortal que se hizo en el ambiente.

Cuando llegué al comedor, un plato se encontraba finamente servido en el extremo de la gran mesa. El comedor era espacioso, y predominaba el verde esmeralda, me di la vuelta mientras observaba cada detalle pero me estremecí cuando encontré la mirada de Erik en obscuridad de uno de los rincones.

"Mil disculpas por asustarte una vez más querida, no ha sido mi intención, pero después de todo es también tu culpa por regresar a la casa del monstruo." sus palabras me hirieron pero sabía que estaba en todo su derecho.

"¿No vas a comer conmigo?." dije tratando de cambiar de tema, él negó con la cabeza mientras con gracia se dirigía a la silla en la que se encontraba frente al plato y la movió mientras que con su mano indicaba que me sentara. Y sin hacer más preguntas, obedecí.

Mientras comía, podía sentir la mirada de Erik muy fija en mi, me hubiera gustado que él me acompañara pero entendía en parte por que no lo hacía.

Para comer cómodamente, tenía que quitarse la mascara y después del desastre del pic-nic, ya no podía tenerme confianza como para hacer tal cosa, así que solo guardé silencio hasta que terminó el desayuno.

"Gracias, Erik. Estaba delicioso." volteé hacia él y sonreí, pude notar que se puso nervioso por un acto tan simple como ese, ¿Cuanto rechazo tuvo realmente del mundo?. Comprendí que la única manera de ayudarlo era quedándome con él, y eso estaba dispuesta a hacer.

"No fue nada." luego soltó un suspiro y luego recupero la compostura. "Acompañame al salón." dijo mientras con su mano indicaba una gran y sofisticada puerta de madera, seguí su mano hasta llegar a la puerta solo entonces el la abrió para dejar ver una hermosa sala con colores rojizos y dorados.

"Ahora, querida. Me temo que debemos hablar. ¿Por qué volviste?¿Acaso quieres herirme más?." sus palabras me hicieron temblar y más con el tono tan cortante que había adoptado, mis ojos se comenzaron a humedecer.

"¡No!, Dios. No." no sabía que decir, ni siquiera yo sabía con exactitud por que había vuelto, yo sólo sentía que debía estar aquí. "Erik. Yo nunca quise herirte, por favor, perdoname." supliqué.

"¡Te lo advertí, Christine!, Te advertí sobre la mascara pero no hiciste caso, tu curiosidad mundana pudo más." Él estaba realmente furioso, asustada, di unos cuantos pasos hacia atrás y tropecé con el fino sillón rojo, sentándome en el acto. "Eres como todos los demás." sólo entonces mis lágrimas cayeron. Lo había decepcionado y eso era más doloroso que cualquier palabra, decepcione a mi maestro y todo por mi estupidez.

"Qui-Quiero arreglar lo que hice, ma-maestro. Por favor, perdoneme." mis manos ahora cubrían mi rostro ahogando mis sollozos.

Cuando menos lo esperé, sentí una de sus manos en mi hombro tratando de calmarme, y cuando retiré mis manos de mi cara, me encontré con él arrodillado a mi nivel, lo vi débil, como jamás lo había visto; su expresión denotaba dolor, y yo era la causante de aquello.

"Ve a tu recamara." fue todo lo que dijo antes de levantarse y romper nuestro contacto visual fijando su vista en algún rincón.

"Pero maestro..."

"Por favor, Christine. Hablaremos más tarde." entonces se retiró a otra habitación dejándome completamente sola.

Sollozando, me levante y caminé cansada a la habitación que me había asignado. Cerré la puerta tras de mi y me tiré en la gran cama. ¿Cómo podía establecer una plática sin que su furia apareciera? Por supuesto, sé que todo esto son consecuencias de mis torpes acciones. Tal vez él ya no me quería más, y es lógico después de todo; ni siquiera debí venir aquí en primer lugar como si nada hubiera ocurrido.

Y con todos estos pensamientos en mente, después de horas de lágrimas y sin haberme puesto un camisón, me quedé profundamente dormida.

>>>

Gerard

Llegué rápidamente al gran hogar de Philipe, a penas eran las 12 del día y era seguro que él tenía que estar en casa, nunca salía tan temprano después de todo.

Cuando toqué la puerta, me recibió una joven la cual me dijo que Philipe estaba esperándome, me sorprendí pues yo no le había dicho que vendría, asentí y avancé hasta llegar a la habitación en que Philipe acostumbraba recibirme. Se encontraba sentado tras un escritorio con bellos detalles de madera, volteó a verme.

"Gerard, esperaba que vinieras. Debo hablar contigo muy seriamente." Su voz hacía notar lo molesto que se encontraba, hizo un ademan indicándome que tomara asiento en una silla frente a él. Lo seguí." Gerard, ha desaparecido una vez más. Sin duda, tú debes saber algo.

¿Qué si sabía algo?, Claro que sabía, pero no estaba dispuesto en revelar nada hasta averiguar por que Christine había llegado anoche al tercer sótano. Philipe al no poder escuchar respuesta por parte mía, se exasperó.

"Él se la llevó, Gerard. ¿No es más que obvio?, ¡Se la llevó y esta vez haré lo imposible por recuperarla y hacer que se monstruo pague.!." Y entonces, enojado, azotó la mano contra el duro escritorio de madera.

"Philipe, no te adelantes a los hechos. La buscaremos." dije en un intento de calmarlo. Nunca lo había visto de tal manera, la persona que estaba frente a mi no era aquel joven educado y risueño que yo conocía, era un hombre dispuesto a matar para conseguir lo que quería. "La encontraremos." fue todo lo que pude decir antes de levantarme cansado de mi asiento. Debía ir a con Erik para poder hablar con la chica. "Me debo ir, sabes el hombre ocupado que soy, ahora di me disculpas..."

Y sin más, me retiré de aquella habitación para después salir por la gran puerta al exterior, era un día soleado así que rápidamente abordé otro carruaje que cruzaba por las afueras del gran castillo.

"A la Ópera Garniere, por favor..."


El regreso del ángel «Phantom of the Opera 1990»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora