Capítulo dos

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Capítulo dos

Camille Hampton

No he salido en una semana de mi habitación.

Mamá se divide entre estar conmigo e ir a ver como está la situación con mi hermano que tiene un equipo gigante trabajando para que nadie se entere de lo que dónde está y de las razones.

Nicholas sigue detenido mientras el hijo de puta que me uso y expuso está en un hospital muy bien atendido a la espera de su juicio.

La justicia nunca es para las víctimas.

La puerta de mi habitación se abre y frunzo el ceño al ver aparecer una mano con dos DVDs. Una mano que he llegado a conocer muy bien porque es la mano que me acaricia cuando no puedo dormir y la que me calma cuando tengo pesadillas.

La mano de Raymond... quien prácticamente está viviendo en mi casa y se ha convertido en mi ancla a tierra.

Río cuando aparta las películas de su cara y me sonríe entre ellas.

—Pensé que era buena idea que tengamos un maratón de películas románticas y empalagosas, de esas que tanto te gustan—dice cerrando la puerta tras él y sentándose a mi lado.—También tengo helado de fresa y tus chocolates favoritos.

Alzo una ceja tomando lo que me ofrece.

—¿Cómo sabes que son mis favoritos?

Besa mi frente y pone frente a mí los DVDs para que elija, tenemos Un paseo para recordar y el diario de Noah.

Señalo la segunda y se pone de pie para configurarla en el televisor aun sin responder.

—Te he visto engullir esas cosas como si no hubiera un mañana... Aparentemente, te observo más de lo que debería.

Lo único bueno que trajo esta desgracia a mi vida fue la atención de Raymond. Sé que mi hermano le pidió que me cuidara... Pero estoy muy segura que no lo hace por eso.

He notado cosas.

Cosas como que se esfuerza mucho en notar lo que me gusta y luego llega con algo como esto.

Me cuida.

Me hace olvidarme de todo, aunque no debería.

No debería permitir que mi estabilidad dependa de un tercero... De alguien que se puede ir en cualquier momento... Pero lo hago.

—¿Por qué más de lo que deberías?

Me ignora y vuelve a acomodarse a mi lado una vez la película empieza.

Comemos en silencio mientras disfrutamos de una de mis películas favoritas en el mundo... Y entonces, aunque la he visto mil veces, no puedo evitarlo y comienzo a llorar.

Como siempre.

Raymond voltea alarmado y mira de mí al televisor repetidamente, dándose cuenta de que mi llanto esta vez está provocado porque Noah y Ali se están separando.

Pasa un brazo sobre mis hombros y me atrae contra su pecho mientras me permite llorar sin interrumpirme.

No se burla.

De hecho, solloza conmigo.

El jodido Raymond King me abraza mientras ambos lloramos por una película romántica.

Esto se siente tan bien... Tan correcto.

Como si lo estuviéramos haciendo desde hace años.

No quiero ilusionarme con esto... Pero no me está ayudando.

—El verdadero amor prevalece incluso en la distancia—musita cuando la película termina.

No me muevo.

No quiero que me suelte.

No quiero que este momento termine.

—¿Crees que el amor pueda sobrevivir tantas pruebas en la vida real?—pregunto y contra mi voluntad despego mi cara de su pecho para encontrarme con su mirada fija en mí.

Mi corazón salta un poco al darse cuenta de lo ridículamente cerca que estamos, pero me obligo a no acabar con esos milímetros que nos separan.

—Cuando es puro y sincero, no importa nada, bonita. No hay tiempo, espacio, ni situaciones capaces de romperlo para siempre... El amor verdadero no traiciona, pero para que sobreviva tiene que haber dos personas que están dispuestas a no dejarlo morir. La lealtad a él, es lo que es prácticamente imposible de encontrar.

El dolor en su mirada me paraliza... Porque conozco lo que pasó, no todo, pero si sé que la persona que amaba lo traiciono de la peor forma.

Y no entiendo como una persona pudo ser tan estúpida como para dejar ir a un hombre que tiene estás ideas tan claras sobre como se debe amar.

Raymond suspira, deposita un beso en mi frente. Mi cuerpo se siente frío de nuevo cuando me libera, y levantándose se encamina a la puerta sin decir nada más.

Ahora quiero llorar por él también... porque alguien fuera lo suficientemente estúpida para hacerlo pensar que nunca va a tener esa clase de amor.

Eso es justo que se refleja en su mirada cuando voltea a mirarme una vez antes de salir cerrando tras él y dejándome más vacía que el día que descubrí que mi vida se fue a la mierda.

No me da tiempo a pensar, porque inmediatamente después mi madre hace su entrada mirándome con los ojos entrecerrados.

—¿Alguna razón por la que Raymond salió de aquí pareciendo un cachorro pateado?—cuestiona.

Suspiro y me tiro contra las almohadas dándole totalmente la espalda.

—Vimos diario de una pasión, tuvimos una charla profunda sobre el amor y creo que le recordé todo lo que ha vivido... Luego de eso se fue sin decirme nada más.

Siento su mano subiendo y bajando en mi espalda en una suave caricia.

—¿Y qué estabas esperando que pasará luego? Soy observadora, lo miras con corazones en tus ojos cada vez que entra en la habitación.

Gruño y me preparo para enfrentarme a su mirada inquisidora cuando volteo a mirarla.

—Es mayor que yo, es sexy, considerado y parece saber qué hacer y decir para hacerme sentir mejor... Pero está más roto que yo, mamá. No teníamos una posibilidad antes, no tenemos una ahora. No me merezco a un hombre tan perfecto como él. No se merece toda la mierda en la que se metería conmigo.

Mamá toma mi rostro entre sus manos y está muy seria cuando dice:

—No eres estúpida, y o estás rota, Camille. Estás pasando por algo que nadie debería enfrentar jamás, pero eres una mujer maravillosa y el hombre que se gane tu corazón, se va a ganar el cielo con ello. Sí, es cierto que se llevan varios años, pero el amor no entiende de edad... Y tampoco es el fin del mundo, si eso pasara, ambos son mayores de edad y saben lo que hacen. ¿Quién podría culparte por caer en la tentación con ese bombón?

No quiero tener esperanzas en este momento... Merezco retorcerme en la miseria, así que cambio el tema enfrentándome a lo que estoy evitando.

—¿Qué va a pasar con Nicholas?

Ahora es ella quien suspira.

—Es complicado aún, pero va a salir de esto sin muchas consecuencias. Vamos a arreglarlo, Camille. Todo va a estar bien.

Voy a replicar, pero la puerta se vuelve a abrir de golpe dejando ver a un Raymond muy agitado que ahora trae más helado y una pila de películas.

Mamá ríe poniéndose de pie y me guiña un ojo haciendo que me sonroje.

—Diviértanse, niños. Voy a estar con Christian resolviendo asuntos de tu hermano. Llámame si me necesitas.

Raymond se aparta para dejarla salir y prácticamente corre para retomar su posición a mi lado.

—Creo que nuestro maratón puede continuar ahora... El pasado no va a robarme estos momentos contigo.

Una Canción para Camille (TOP FLAIR 1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora