Capítulo 2- Infancia.

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"Infancia"

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"Infancia"

8 años después.

Mi primer recuerdo, si es que puedo llamar a eso recuerdo, fue el del cielo azul, tenía quizás tres años cuando este "recuerdo" apareció, me encontraba parado justo en medio de un pasto verde, contemplando un vasto cielo azul de la mañana, escuche a lo lejos que alguien me llama y me saca de ese trance en el que el cielo me había dejado, habían dos personas a la distancia, la más pequeña me saludaba con la mano y el otro esperaba paciente mi llegada, corrí hacia donde estaban ellos y estoy seguro de eso pues realmente deseaba acercarme a esas personas, no recuerdo muy bien como ambos lucían más si algunos rasgos de ellos, el más alto poseía un cabello amarillo como el sol de la mañana con su sonrisa tan bella que te contagia a hacer lo mismo y por ultimo pero no menos importante eran sus ojos azules como el mismo cielo que me cautivo esa mañana, la otra persona era una niña de no más de siete años, de cabellos blancos y ondulados, sonreía igual que la otra persona y en sus ojos color rojo se contemplaba la alegría que poseía en ese momento, es ella quien tomando mi mano y la de la otra persona, se coloca en medio de ambos y empieza a tararea una nana.

No recuerdo nada más después de eso, solo que al despertar Shuzenji me acariciaba mis oscuros cabellos y me pedía volver a dormir mientras limpiaba los rastros de lágrimas que corrían por mis mejillas. Fue ella quien me explico la mañana siguiente cuando le comenté lo ocurrido que era un "recuerdo" de algún pasado compartido con esas personas o una visión del futuro, pues un mocoso como lo era en ese momento era poco probable que haya vivido algo por el estilo.

Se preguntaran a las alturas de este relato quien soy, pues bien, mi nombre es Shota, soy lo que llaman un hijo del árbol de la vida, Shuzenji fue quien me encontró en un hueco del árbol de la vida en el castillo del reino de Angrat, sin padres y según ella con un gran don para la magia, después de todo ella lo sabía muy bien pues es a la que llaman Oráculo; Los reyes en ese tiempo me pusieron un apellido al cual referirse a mí, Aizawa, como me empezarían a llamar más seguido las personas que me rodeaban. Y justo ahora, en el momento que recuerdo esto, trato de analizar cómo demonios termine corriendo con el príncipe de Angrat por el castillo.

—Sabía que esto terminaría mal. -habló el joven príncipe del reino, de 14 años, su nombre Masuro Bakugo.

—Por eso le he dicho que deje de hacerle caso a Yamada. –contestó aun corriendo entre los pasillos del reino, en este momento yo tengo 12 años.

—Lo dice la persona que se quedó todo el tiempo mirado todo en un lugar prudente.-me reprocha el príncipe aun con su aliento entrecortado por la veloz carrera que llevábamos. 

—Era lo lógico, no podía más que esperar lo peor, por eso me quede a rescatarlo.

—¡No soy una damisela en peligro! –grita el joven príncipe que aun corre detrás de mí-. Y tú tampoco eres un héroe. –me detuve en seco, ese fue un golpe bajo a mi orgullo, así que decide vengarme.

—Tiene razón alteza. –me acerque a una pared del castillo y susurre un hechizo que había aprendido unos días atrás para atravesar objetos sólidos-. Me despido de usted entonces. Suerte con Nemuri. –iba a empezar a atravesar la pared cuando el príncipe me sujeto de la cintura y me jalo hacia atrás.

—No me dejes Shota. No con una Nemuri buscándonos para vengarse de la travesura que le hicimos.

—Si sabían cómo se terminaría esto, debía hacerme caso. –el sonido de un latigazo nos sobresaltó a ambos.

—Los encontré... -un sudor frío nos recorrió la espalda, iba a atravesar la pared cuando Nemuri lanzó el látigo y atrapó el pie del príncipe, este se sujeta aún más fuerte a mí-. Están acabados. -con una sombría mirada sujeta fuertemente el látigo y lo empieza a jalar, el príncipe se aferra más a mí y yo en un vano intento de liberarme de él, solté la pared terminando con esto el hechizo y siendo arrastrado junto al príncipe para recibir un injusto castigo.

Esa tarde no solo tuvimos uno humillante derrota por parte de una chica, sino también un regaño de parte de Shuzenji por jugarle bromas pesadas a una dama; se podría decir que el príncipe y yo nos llevamos el castigo más suave pues al encontrarnos con Yamada más tarde, ese mismo día, este tenía un ojo morado, el labio partido y vendas en sus manos y cuello. Ese día se grabó en fuego en mi memoria que jamás se debe jugar con la ropa interior de una chica.  

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