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Llevaba casi dos meses trabajando para ChaeRin en el club Kumiho. A pesar de que había establecido buena amistada con todas las chicas, aun tenía que convivir con ser la nueva o mejor dicho el nuevo juguete. HyoMin me tiene un poco de recelo, me han puesto el mote de opacadora, dicen que le estoy quitando su lugar, porque ahora todos los chicos jóvenes viene aquí por mí.

Al menos mi problema con el alquiler y tener las cosas necesarias para vivir, estaba resuelto. Podía vivir estable, pagando el alquiler y hacer la compra, sobre todo si hacía horas extras los fines de semana, podía permitirme algún que otro capricho. El hecho de tener que vestir ligera de ropa, bailar delante de cientos de hombres cada noche y servir bebidas alcohólicas hasta las tantas de la madrugada, se había vuelto una rutina.

Era viernes y el club estaba a reventar, obviamente es de los días que el barrio está más frecuentado por jóvenes y adultos que quieren desquitar el estrés después de una larga semana estudiando y trabajando. El fin de semana venían bastantes chicas al club, en comparación a entre semana, estaba claro que venían para ligar y conseguir algún polvo al final de la noche.

-¿Qué te pongo?- Le pregunte a un atractivo chico pelirrojo y con varios piercings en sus orejas.

-Cinco chupitos de soju y sírvete uno para ti preciosa- Acabo su frase con una sonrisa curva, mientras no podía despegar su vista de mi escote.

Era bastante común que los chicos nos invitara a bebida. La primera vez me quedé bastante parada ante tal proposición, pensé que era una irresponsabilidad alcoholizarme mientras trabajaba, pero Seul Gi me salvo de quedar como una completa idiota, me dijo que bebiera el chupito y después con una botella de cerveza vacía, escupiera el líquido e hiciera como si bebiera.

Seguí media hora más detrás de la barra sirviendo bebidas, junto a las gemelas japonesas. Hasta que HyoMin, Seul Gi y yo subimos encima de la barra, para hacer el último baile de la noche, comenzamos a contornear nuestros cuerpos al son de la música, creando la coreografía conjunta que ChaeRin nos hizo aprender.

Vagaba mi vista entre el público del fondo, algo que solía hacer mientras bailaba ahí encima, pero esta vez me tope con una mirada intensa, no podía ver su rostro debido al baso del que estaba bebiendo, pero me bastaba con su mirada para sentirme incomoda al igual que llena de fogosidad. Di una vuelta sobre mí, mientras mis dos compañeras recorrían mi cuerpo con sus manos y cuando pare al frente, pude ver su rostro completo, su mofada sonrisa ladina me hizo tragar duramente. Tez blanca, pelo moreno, ojos oscuros, nariz prominente y unos labios realmente tentadores. Reí para mis adentros, viendo como el prototipo físico de tio que todas soñamos me estaba mirando con ganas de arrancarme la ropa.

Antes de que se acabara la canción, lo que recibí de él fue una sonrisa mostrándome sus dientes blancos que resaltaban con las luces de colores y como llamo la atención de YoonGi para decirle algo cerca en su oído.

Eran las tres de la mañana cuando la gente comenzó a desalojar el club. Estábamos recogiendo el establecimiento, limpiando toda la porquería para que al día siguiente se volviera a llenar de esta. No volví a ver a ese chico desde que me subí a la barra, pero no podía quitarme de la cabeza esa mirada tan intensa. Así que decidí preguntarle a Seul Gi, YoonGi y los demás son clientes habituales, así que ella tiene que saber algo de él.

-¿Seul Gi, sabes quién es ese chico que iba con YoonGi y los demás?- Me acerque a ella, mi voz era casi inaudible.

-Es Jeon JungKook- Ayame apareció por la conversación, ni yo misma sabia como me había escuchado.

-Se fue a Busan, por asuntos familiares poco después de que entraras a trabajar aquí- Prosiguió Seul Gi -¿Por qué?.

-Seguro que ya te ha lazado su sonrisa picar y te ha mirado como si te quisiera dejar preñada- Dijo HyoMin con una pizca de burla.

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