31 장

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La noche estaba siendo tranquila, observábamos entre los barrotes de la barandilla el mar chocando contra la orilla. Sentados en el césped, apoyados en una de las columnas que soportaban la planta superior, mientras la única iluminación que había era del poste neón rosa y azul del hotel.

En el reloj repicaban las dos de la mañana, fue algo que me hizo pensar detenidamente, en que esto se acabara en unas horas y sé que lo añore demasiado. Estar aqui con él ha sido una de las mejores experiencias que he vivido desde que llegue a Seúl.

Nunca llegue a pensar que llegaríamos a todo esto a base de una venganza por faltar a su orgullo, pero cuando acepte ser algo más que amigos... pese a que se haría algo aburrido y monótono el tener sexo con él, que ya no habría jugarretas de por medio, pero eso no va con Jeon. Y aunque intente negarme lo que siento, fui incapaz... y ahora me veo sonreír como una boba por cada tontería que dice o hace por mí.

-¿Qué te pasa?- Dije sumamente inquieta, viendo como intentaba expresarse.

-Es que aún... ¿Dónde has...? ¿Cómo has aprendido hacer eso?- Exclamo con sus brazos, alucinado.

Sonreí victoriosa, viendo como esta vez había sido yo la que le sorprendía con sus mismos trucos, con los que posiblemente se cameló a muchas chicas.

-Te dije que no eres el único que estaba metido en cosas turbias... y aparte ¿Piensas que desperdicié las enseñanzas de un padre policía?- Dije irónica y reí inconscientemente, él mofó una risa menuda y algo incrédula.

-Muy pocas veces he visto a chicas hacer esas cosas- Obviamente suponía que no todas en "la zona" eran busca fortunas, y que se atrevía a coger los coches o motos para competir también.

-Alguna vez se me ha pasado por la cabeza haber ido a "la zona"- JungKook me miro serio, pero con cierta preocupación -No creo que sea un ambiente que no haya visto ya... pero no es lo mismo vivirlo en la gran ciudad que en una pequeña, como Jeonju.

-Ya- JungKook volteo a su lado derecho y me dio un vaso con algo en su interior, su color rojizo me decía que serían los restos del vino de cereza de ayer. JungKook empino un tanto su baso y bebió, así que no le hice feos.

Segura de conocer el sabor de la bebida trague gran cantidad, y en el momento que deslizo por mi garganta picando de una forma abrasarte, me atragante y tosí a inercia de mi cuerpo. Tal vez lo había hecho para callarme la boca, por hablar de temas que no debo tocar, sabiendo que él está bien ahora.

-¿Que mierdas le has echado a esto?- Dije mientras tosía con cara agria, JungKook reía inclinado su cabeza para atrás.

-Deberías de haber visto tu cara- Intente mirarle de mala manera, pero la verdad es que me fue imposible, verle así me hacía sonreír inconscientemente.

-¿Cuál de ellas, la de asco o la de querer matarte?- Actué indiferente y cogí un regaliz azulado de la bolsa de golosinas, me dispuse a meterme una en la boca cuando note el peso de su mirada en mí -¿Qué pasa?.

-Me gusta estar aquí contigo- Aquella sonrisa sincera y aniñada aparecía pocas veces en su rostro, pero cuando lo hacía me era inevitable que en mi vientre volaran millones de sensaciones y las ganas de besarle no cesaran.

Pero nosotros no nos besamos porque sí, así que esas ganas me las tragaba como podía y pensaba en que si quería seguir a su lado, mejor siendo su amiga que nada.

Mordí la golosina y la dejé en mi boca, cayendo a la altura de mi barbilla. Contemple como la luna se reflejaba en el mar teñido de negro y la brisa comenzaba hacerse más fría. De repente noté un peso a mi lado derecho, se acercó a mí arrancando un trozo del regaliz casi rozando mis labios y tan solo se separó unos centímetros, tranquilo y severo. Mi mirada se enganchó a la suya, tan intensa, el roce de su dedo en mi mejilla, tan cerca, su agarre en mi mentón, más cerca y mis ganas de besarle hasta la saciedad.

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