Capítulo cuatro: Reiner

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-Me siento morir- dijo Eren-.Un día moriré y no quedará más que polvo de mí.

Sus palabras fueron acogidas con silencio, pese a encontrarse la sala repleta de personas.

La chica de pelo castaño y cara redonda empezó a reír,atrayendo la atención de todos.

-¡Todos vamos a morir en algún punto!-exclamó.

Pero al ver que tenía diez pares de ojos clavados en ella sin asomo de risa, palideció para enrojecer a continuación y bajar la mirada muy avergonzada. Pidió perdón por lo bajo sin despegar la vista de las puntas de sus botas.

Eren no se lo tomó a mal, y de hecho le sonrió. Su nombre era Sasha y no quería que se pasase el resto del día martirizándose con aquello:

-Tranquila. Suena muy estúpido, lo sé.

Armin, en el centro de la sala, tomó la palabra:

-No es estúpido, Eren. Pero Sasha tampoco ha dicho nada que no sea cierto. Si todos vamos a morir en algún momento, ¿por qué lo expresas así? La gente tiene miedo a la muerte, eso lo sabemos todos, pero también que es algo natural y de lo que todos somos conscientes al fin y al cabo.

-No lo sé-dijo-. Simplemente siento que la muerte me llevará. No porque yo me la haya buscado cortándome de nuevo. Simplemente vendrá.

La sala se tornó de sonrisas incómodas. Pero un par de rostros permanecieron serios, escrutándole.

Armin permaneció serio y apuntando algo en su cuaderno de tapas marrones. Tenía las gafas torcidas y una mancha de café en la camisa, además de ojeras.

"Algo no anda bien entre él y Annie", dedujo. Por supuesto, entre ellos nunca andaba bien nada. Pero el buen doctor se había asegurado siempre de que eso no fuera notorio.

El corazón de Eren comenzó a latir con fuerza. Su primer pensamiento fue que Annie iba a escaparse con él. Qué le había dejado aquella mañana, y que la razón de haberse ido del trabajo era...

Le dolía el corazón. Le dolía por Annie. Le dolía saber que algo así jamás de los jamases se cumpliría.

Le dolía el alma hasta el punto en que se sentía morir, y algún día de él no quedaría más que polvo.

Su semblante permaneció impasible.

-Decidme, ¿hay algo que queráis añadir para Eren?

Silencio de nuevo.

Por preguntas estúpidas como esta, el odio de Eren hacía Arlert se avivaba.

¿Qué carajo esperaba que añadieran una panda de locos?















Reiner se encontraba al otro lado de la mesa de la habitación de Eren. Ante ellos había unos vasos de de café de máquina que ninguno había tocado.

Reiner también se veía cansado. Llevaba días sin afeitarse y al parecer sin dormir.

Eren se preguntó qué podía hacerle tener aquél aspecto. Hasta donde el sabía, visitaba a Historia todos los días con una sonrisa en la cara; de hecho iba a pasar a verla y salir con ella por la ciudad después de terminar su visita con él.

Reiner Braun era prácticamente su mejor amigo; se conocían desde el instituto y aunque hubieran pasado épocas de distanciamiento siempre estaba ahí para Eren.

-¿Cómo...?-trató de iniciar la conversación Reiner.

-Si me preguntas como me encuentro-le advirtió Eren con un falso tono peligroso-, saltaré por encima de esta mesita y te arrancaré la piel de la cara a tiras.

Reiner cerró la boca un segundo para al siguiente dibujar una sonrisa en sus labios. Se lo había creído por un segundo;  Eren era demasiado bueno haciendo de malo.

-No sé qué te ocurre, Eren. Hace una semana quedamos para tomarnos algo por ahí. Nos reímos. Nos dimos un abrazo de despedida. Lo siguiente que supe de ti fue que habías vuelto. Y por Historia. Tú ni siquiera me llamaste.

-Me ocurre que ya no estoy de humor para hablar con nadie... Reiner. Sólo quiero salir de aquí, tener una vida normal. Olvidarme de Zeke... olvidarme de todo lo ligado a este manicomio.

Reiner pestañeó.

-Pero, Eren, yo no te he hecho nada más que permanecer a tu lado. Apoyarte. Yo, Mikasa, el Doctor Arlert...todos -Eren no pasó por alto que esta última palabra no había incluido a su hermano-. Lo único que queremos es que te pongas mejor.

-¿Ah, sí?-dijo Eren inclinándo ligeramente la cabeza-. Vaya, yo también.

Y comenzó a reír.

Y de repente la estancia cambió.

Y Reiner ya no era Reiner, si no una versión demacrada y aterrada de Reiner. Y su habitación ya no era su habitación, si no una cárcel. 

Había una presencia más en el cuarto, pero no era relevante.

Por fin le tenía delante después de tanto tiempo.

Eren se apartó un mechón de pelo del rostro, sucio y demasiado largo. Uno de sus ojos estaba cubierto por una venda innecesaria.

-Qué bien, ¿no?-dijo.

Tan pronto como inició el trance, acabó. Pero Reiner aún miraba con horror más allá de Eren. En una fracción de segundo se levantó tirando la silla y se encaramó a la ventana.

-¡CHRISTA!-gritó en dirección al patio, un par de pisos por debajo de la ventana de Eren.

Y antes de que éste pudiera siquiera moverse, desapareció por la puerta.

Muy despacio, Eren se levantó también y miró por la ventana.

No le vió el rostro, pero no lo necesitó.  Ahí abajo había una cabellera rubia teñida de sangre.

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2021 ⏰

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ᵐᵃᵈ ʰᵃᵗᵗᵉʳ ᴇʀᴇɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora