No es exactamente cierto, pero se aproxima
bastante. En cualquier caso es una historia
cuya trama
puedo tejer y destejer sin alejarme demasiado
de la realidad.
Se trata de una capa más de mi armadura, y en
lo que se refiere a Zayn Malik necesito todas
las
corazas posibles.
Me sigue mientras subo por la escalera porque
es demasiado estrecha para que podamos
hacerlo
juntos.
—______(tn)… —dice en tono que suena igual que
una orden.
Me detengo y me vuelvo para mirarlo desde mi
posición, tres peldaños por encima de él.
Constituye
una perspectiva interesante. No creo que
abunden los que han tenido la oportunidad de
mirar a Zayn
Malik por encima del hombro.
—¿Qué significa Orlando McKee para usted
ahora? —me pregunta.
Es posible que solo sea mi imaginación, pero
creo ver algo vulnerable en los ojos de Malik.
—Es un amigo —respondo—. Un gran amigo.
Creo que es alivio lo que veo en su rostro, y la
combinación de ambas emociones —alivio y
vulnerabilidad— hace que se me corte la
respiración.
Sin embargo, desaparece rápidamente, y a
continuación su pregunta «¿Se acuesta con él
ahora?»
resulta decididamente glacial.
Me masajeo las sienes. Estos cambios de
caliente a frío y viceversa me marean.
—¿Qué pasa, estoy es un concurso de
televisión? ¿Ha invertido todos sus millones en
un programa de
cámara indiscreta o algo así?
Parece totalmente sorprendido.
—¿De qué está hablando? —pregunta.
—De que primero se muestra amable y después
insoportable.
—¿Ah, sí?
—Por favor, no finja que no sabe a qué me
refiero. A veces es usted tan grosero que me
dan ganas de
abofetearlo y…
—Pero no lo hace, ¿no?
Lo fulmino con la mirada y paso por alto la
interrupción.
—Y a continuación se vuelve todo amabilidad y