Cap. 8

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De repente en la limusina hace mucho, mucho

calor, y tengo la sensación de haber olvidado

los pasos

necesarios para respirar.

«No creo que…»

Me doy cuenta de que esas palabras solo están

en mi cabeza y lo intento de nuevo.

—No creo que sea una buena idea.

—Es una idea fantástica. No he pensado en otra

cosa desde que la acompañé hasta la limusina.

Tocarla otra vez, acariciarla, besarla…

Me vuelvo, decidida a mantenerme firme. Sin

embargo me siento débil y estoy bastante

bebida. Mi

voluntad flaquea.

—Dígame que no ha pensado lo mismo que yo.

—No lo he pensado.

—No me mienta, ______(tn). Esa es la regla

número uno: nunca me mienta.

«¿Reglas?»

—¿Se trata de un juego?

—¿Acaso no lo es todo?

No contesto.

—«Simon dice», ______(tn). ¿Nunca ha jugado?

Su voz es suave como una caricia.

—Sí.

—¿Está subida la pantalla de privacidad?

Levanto la vista. Estoy sentada al fondo de la

limusina pero alcanzo a ver al chófer al volante,

los

hombros de su chaqueta negra y el blanco

contraste del cuello de su camisa. La gorra

apenas deja ver el

cabello rojizo. Me da la impresión de que se

halla a millones de kilómetros, pero no es así.

Está aquí

mismo y seguramente puede oír todo lo que

decimos.

—Es muy discreto —dice Zayn, como si me

hubiera leído el pensamiento—, pero ¿por qué

atormentarlo? El botón plateado que hay detrás

de usted, en la consola, controla la pantalla, ¿lo

ve?

Me doy la vuelta y veo una serie de botones

empotrados en un panel.

—Sí.

—Púlselo.

—No ha dicho «Simon dice».

Su risa contenida me encanta.

—Buena chica. ¿Me está sugiriendo que

preferiría dejar la pantalla bajada? Piénselo

antes de

contestar, ______(tn). La mayoría de mujeres

preferirían disfrutar de cierta intimidad para lo

Desatame+18 (Zayn Malik y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora