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Incontables fueron las veces donde veía esta escena, pero nunca había pasado esto.

Kirishima, que en ese momento apareció a mi lado sujetando con fuerza mi mano empujando hacia fuera. Pero no importaba cuanta resistencia creara, mi cuerpo no seguía mis órdenes; un dolor inminente se apoderó de mi cadera y como si aceite caliente cayera sobre mi me doblegue.

— Definitivamente – habló Kirishima — No dejare que esto pase.

Esas palabras habían confundido a Midoriya por completo.

— Será que t- – no pudo terminar la frase, un grito salió de su garganta aturdiendo a Kirishima, pero este no dejó de sostener el brazo de Midoriya con fuerza.

— Bakugou... él llegará pronto – afirmó.

— Claro que llegará. – una vez se escuchó a sus espaldas — pero veamos si resistes – una sonrisa de oreja a oreja se formó en el rostro de Dabi — ¿que es más importante, tu amigo o tu cuerpo?

Un grito desgarrador salió de la boca de Kirishima despertando cada célula del cuerpo de Midoriya, al tratar de liberarse la mano de Tomura fue directo a su cuello: — Si te mueves, en este momento te mato.

Un escalofrío subió por su columna y miró a Kirishima con preocupación, estaban contra la espada y la pared. Comenzó a sudar frío y a lo lejos vio a Katsuki quien corría como si su vida dependiera de eso.

— Será mejor que digas tus últimas palabras para él – Tomura susurro en mi oído mientras sus manos desintegraran un costado de mi traje hasta tocar mi piel.

— ¡Midoriya! – escuche el grito de Kirishima y le sonreí con tristeza. Al fin el momento había llegado. Con mi mano libre empuje la suya siendo arrastrado. Mire a Bakugou y su rostro se destruyó en mil pedazos.

— Te amo – dije — No vengas.

——

Tres años después solo podía sostener el fierro que atravesaba mi estómago, escupí sangre por la boca y mis ojos se llenaron de lágrimas. Mire a Bakugou y un quejido salió de mi garganta. Escuche los gritos desesperantes de Bakugou mientras trataba de reunir la sangre de su alrededor, por sus mejillas rodaban lágrimas que bajaban hasta chocar con mi rostro. No entendía como habían resultado de esa manera las cosas, pero mientras más lo pensaba, más nublada se volvía su memoria. Solo recordaba a la liga de villanos y a él juntos como compañeros, pero no entendía el por qué y el como había sucedido todo aquello. Simplemente no había una explicación para ese desafortunado final.

— No mueras – cerré los ojos y escuche sus lamentos — No mueras – repitió — No mueras por favor.

Abrazo mi cuerpo contra el suyo sosteniendo mi cabeza en su pecho mientras los gritos salían de lo más profundo de su ser — No me dejes – pequeños quejidos salieron de su boca y sonreí.

— Ahora entiendo – pensé — porque deje que pasaran así las cosas. Yo, realmente te amo.

— Perdón – pidió. — Perdóname.

Escuche el sonido del metal arrastrándose y no pude abrir los ojos: — Perdoname, Izuku, perdóname.

Escuche un sonido desgarrador y para después escuchar un sonido sordo. Moví mis dedos y sentí mojado bajo mi mano para después extenderse hasta mi cuerpo extendido en el suelo. Las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas y aunque no podía verlo, podía imaginarlo.

Llore desde el fondo de mi alma, arrepintiéndome mil veces que esto sucediera. Mi cuerpo trató de moverse, tenía miedo de abrir mis ojos y ver lo que más temía así que seguí la sangre arrastrándome hasta llegar a su cuerpo.

Con lo último que me quedaba me eché a un lado de él y por última vez abrí mis ojos, temiendo por verlo, pero ahí estaba él. Sus ojos cerrados y su rostro a su dirección, como si estuviera dormido su mano estaba sobre el pedazo de fierro que había atravesado su corazón y el enorme vacío de mi corazón creció enormemente.

Estire mi mano, que cada segundo que pasaba se sentía más pesada tratando de alcanzar la suya, con la punta de mis dedos tome su brazos y sentí su piel, no podía evitar no sentir el mundo caerse en mil pedazos.

— Idiota – pensé mientras aún, en intensos fallidos trataba de sostener su mano fría. Me convencí de que sería casi imposible sostener su mano y me conforme de poder ver su rostro, aunque fuera una visión borrosa.

Mire el cielo azul y las sirenas de la policía y las ambulancias llegaban, cerré los ojos y me dejé llevar. No tenía caso de su existencia. Había fallado, de manera lamentable, vivir en un mundo así no tenía sentido.

Bakugou Katsuki había muerto ese día por decisión propia, por amor. Pero Midoriya Izuku había muerto hace tres años cuando la liga de villanos lo rapto.

Y ese era el castigo que Dios les había dado.

Sabía ese hecho, cada que él muriera el podía verlo, escucharlo y sentirlo, su propio infierno. Si el no se hubiera dejado apuñalar, él estaría vivo, no... ambos estarían vivo. Sabía perfectamente que todo había pasado por una razón inexplicable y era incorregible.

Pero al momento de escuchar las sirenas salieron todas esas dudas: había vivido para morir ese día juntos, dando la vida por el otro, por el bien del otro y al final, no podían hacer nada para salvarse.

Su pecado fue pensar que todo terminaría en ese momento.

Al abrirlos ojos miró hacia arriba chocando con la espalda del cenizo una sonrisa se formó en sus labios y aunque había sufrido demasiado, se sentía bendecido de regresar a verlo una vez más en el mismo ciclo sin fin.

— Kacchan – pronuncie, aún adormilado.

Como era de esperarse, no volteó enseguida y sonreí, me atreví a alzar una mano a él tratando de tocar su espalda.

— Aquí vamos de nuevo – solté en un susurro.

— ¿Que es lo que quieres? – grito con euforia.

— Después de la escuela – dije con seguridad — acompáñame a comer.

— ¿Por qué lo haría? – su actitud hacia él nunca cambiaba.

— Tengo algo para ti.

— No quiero tu mierda.

— Kacchan, ven conmigo. – no importaba cuanto intentara el primer día de trescientos, el no aceptaría.

— Deja de molestar.

No podía decir que no dolía, pero al final, solo podía pensar en volver a verte al abrir los ojos siempre el mismo día.

———————

Está algo revuelto pero aquí va la explicación, en realidad es sencilla.

Ustedes saben que suicidarse es un pecado, al menos eso es lo que me han "enseñado", y ese pecado tiene castigo. Para mi, ese castigo sería repetir el día más doloroso de tu vida, ser feliz para después terminar con una desgracia.

En este caso, Midoriya tiene su propio infierno, por lo tanto las líneas temporales que comparte que Bakugou no son iguales a las del otro Bakugou, siempre llegan al mismo punto, pero ellos ven y sienten cosas diferentes. Para no alargarlo, solo están siendo castigados por ese pecado.

Espero que esto no fuera complicado de entender.

P.d.: este es el penúltimo.

y.

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