_Capítulo 8_

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Escaleras arriba, escaleras abajo. Yo me puse un pantalón largo de color azul marino y una camiseta blanca con bordes decorados en las mangas. Por fin, estábamos ya todos arreglados, y tocaron a la puerta. Fui corriendo a abrir y me encontré a la familia Oviedo. Saludé a Carlos y a Eva con dos besos, y a Jesús y a Dani con abrazos. Iban vestidos con una camisa de manga media azul claro y pantalones blancos. Les favorecían un montón esos colores.

Poco a poco nos fuimos sentando en la mesa para la cena. Mi abuela había colocado la cubertería de tal forma que yo quedé en medio de Dani y Jesús. ¿Casualidad? Ni de broma. En un extremo de la mesa se encontraba mi abuela y a sus alrededores mis padres y los padres de Danisú. De primer plato tomamos sopa de fideos calentita; de segundo plato un filete de carne sabrosísimo y de postre tuvimos a elegir entre helado o el tiramisú casero de mi madre.

Ya cuando empezamos a aburrirnos, les dije a mis padres:

-Mamá, hemos cumplido con todo lo de esta noche, ahora ¿Podemos levantarnos de aquí?

Mi madre hizo un gesto de afirmación y poco nos faltó para levantarnos.

Los tres nos paramos en las escaleras y les pregunté:

-¿Queréis estar agusto? Seguidme.

Y sin esperar su respuesta les cogí a ambos de la mano y les guié hasta la terraza que anteriormente descubrí gracias a mi abuela.

-Ostras, como mola este sitio.- Soltó Dani.

-Es genial y muy bonito.- Dijo Jesús observando de un lado a otro.

Les dediqué una sonrisa y les invité a que se sentarán en el banco. Yo estaba en medio, Dani a mi derecha y Jesús a mi izquierda. Allí estuvimos hablando de algunos momentos que vivimos de pequeños y las risas no faltaban. Hubo un momento en el que nos quedamos callados, en completo silencio y a mi me dio sueño. Eché mi cabeza a un lado y le cayó a Jesús en su hombro. Para no dejar solo a Dani, busqué su mano y la entrelacé con la mía.

Estuvimos un rato así hasta que un hilo de voz rompió el silencio.

"Enséñame a rozar tu piel

no te quiero perder

soy todo lo que ves

somos dos almas

que se creen

que vuelan sin tener

dos alas y un por qué...".

Cantó Dani casi en un susurro mientras apretaba mi mano suavemente.

"Amiga te siento cerca cada día

Tú eres como la melodía en que desliza y me susurra en cada amanecer...".

Sentí esa parte muy cerca de mi oído. Me la susurró Jesús.

Estaba sorprendida y miré a ambos con una sonrisa. Me.habían enamorado aún más con esa voz tan dulce.

Fijé la mirada en el cielo y descubrí que había Luna llena rodeada de estrellas. De un salto me puse de pie y bajé corriendo a por mi cámara.

-Un segundo...- dije bajando ya.

Ellos se quedaron algo extrañados pero yo volví enseguida. Mientras bajé, todavía escuchaba a los padres que seguían conversando sin prisas.

Cuando subí me los encontré a los dos de pie junto a la barandilla. Estaban apoyados encima y hablando entre ellos. Como no hice apenas ruido, no se dieron cuenta de que había subido y entonces aproveché. Les fotografié a los dos. Se veían de espaldas y de fondo las luces que iluminaban las calles de Mairena. Tras tomar la instantánea, sonó el ¡Clic! y se dieron la vuelta.

La expresión del rostro de Dani era entre picaresca y misterio y la de Jesús riéndose muy dulcemente.

-Con que esas tienes, ¿No? ¿Preparando la carrera de paparazzi? Jajajajaja.- Me dijo Dani acercándose a mi para ver la foto.

+Dani, si en el fondo sabes que es buena y todo con las fotos.- Le contestó Jesús a su hermano.

"Un verano más junto a los mejores amigos del mundo" (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora