CAPÍTULO 2

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Ya habían transcurrido varias semanas, había instalado mi improvisado hogar bajo un puente. Comía de lo poco que ganaba pidiendo limosnas a las personas. Muchas veces pensé en suicidarme y acabar con mi miserable vida, pero había algo en mi corazón que me decía que todo iba a estar mejor.
Apegado a esa ilusión me levantaba todos lo días, pero mi realidad dolía más que cada golpe recibido por aquel hombre que me engendró. Sabía que era mi padre,pero mis sentimientos hacia él,no eran más que odio y resentimiento,hasta podía jurar que le deseaba la muerte.
Aún estando lejos de él, podía escuchar sus insultos o despertar asustado en medio de la noche ya que hasta en mis sueños trataba de destruir mi existencia. Lloraba amargamente por el hecho de ser diferente, pero a la vez me sentí feliz el día que le conté a mis padres mis gustos hacia las personas de mi mismo sexo, lamentablemente no lo aceptaron y esa confección marcó el inicio de mi infierno, aunque ya existía en mi interior cuando descubrí que era distinto a los demás.
Me levanté, recuerdo que esa mañana llovía,pero tenía que buscar alimentos ya que mi estómago gruñía de tanta hambre. Caminé por unos minutos, luego llegué a una tienda. El olor a pan recién horneado me hizo desear tener un poco de dinero, pero sabía que ya no tenía ni un peso de la limosna del día anterior. Me acerqué a la vitrina y deseé tener un pan entre mis manos.

-¡Vete de aquí,me ensucias el cristal!,gritó una mujer, propietaria de la tienda.

Me sentí muy mal,ya que la miradas de muchas personas que ahí se encontraban se dirigieron a mí con suma repugnancia.
Corrí de ahí con mis ojos bañados en lágrimas, llevaba ropa sucia,rota y mojada por la lluvia.
Me senté en la banquilla de un parque y lloré acordándome de todas mis desgracias. En ese momento alguien se sentó a mi lado.

-¿Que tienes pequeño amigo?,Preguntó una suave pero sexy voz varonil.

Alcé mis ojos y me topé con unos ojos grises que penetraron mi ser. Este al verme entre abrió sus rosados labios, y dirigió su mirada a los míos.
Miré su rostro lleno de compasión, algo que solía ver en mi madre cuando mi padre me masacraba a golpes. Ese recuerdo hizo que llorara aún  más.
Él se quitó el abrigo impermeable que llevaba puesto y me lo puso, cubriendo mi cuerpo mojado.

-¿Me quieres contar por que lloras?,Preguntó con gran nostalgia.

-Mi vida es una completa desgracia, mis padres me echaron de mi casa y ahora vivo como vagabundo aguantando hambre y frío,dije con dificultad ya que el llanto me impedía hablar.

-Si gustas yo puedo ayudarte,mencionó tímidamente.

Alcé de nuevo mi rostro y este se puso de pie y me extendió su mano, dudé por un momento pero la tomé y me puse de pie. Él pasó su brazo sobre mi hombro haciéndome sentir protegido, me llevó a su auto y comenzó a conducir. Sinceramente tenía miedo, pero tenía que tomar riesgos si quería seguir viviendo lejos de las calles.
Y al lado de él me sentía protegido, sin importar el hecho que era un completo desconocido.

Encontré el amor en los brazos de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora