La Marca
Febrero de otro extraño invierno adelantado, 2018.
Hacía bastante frío cuando abrió los ojos y la ventana abierta rugía con ferocidad. Sintió sus quinqués arder y se puso de pie en ese momento, y no le quedó otra disyuntiva que desfilar hasta la tragaluz y cerrarla con un baladí chasquido.
Estaba desnudo y el cabello le empezaba a crecer. Las piernas poco lampiñas se extendían con gruesos muslos de una piel bronceada. El pecho adolescente y para nada marcado, con vellos oscuros sobre la zona del pecho y un tatuaje anticuado sobre sus pectorales.
Se ocultó bajo las sábanas nuevamente y rascó su nariz con desespero, manía que acostumbraba a ejercer en los momentos en que el miedo y el terror invadían cada fibra de su cuerpo, cada centímetro de su ser. Temblaba con ímpetu y la frente empezó a sudarle aunque el frío le helara la piel. Sollozó en silencio, apretó las sábanas y acurrucó más su cuerpo contra la cama.
Por un momento no escuchó nada más que la nieve golpear contra el cristal de la ventana y aterrizar en el alféizar. Las sombras distorsionadas de las ramas chocando contra la cubierta, le produjo una sensación de escalofríos. Pero en todo momento permaneció debajo de sus sábanas, alerta a todo lo que sucediese a su alrededor.
Un golpe sordo le hizo sobresaltar y soltó un gritito de terror. La ventana crujió y los trozos de vidrio se esparcieron por toda la habitación. Sintió que su corazón también se hizo añicos. Tragó con dureza cuando la silueta alta, prominente y tan fornida como un dios griego, lo observó agazapado sobre el alféizar repleto de nieve. Se le detuvo la respiración y los ojos no dejaron de lagrimear. Tenía el más intenso miedo abrazándolo desde la espalda cuando los brillantes dientes blancos brotaron detrás de sus carnosos labios, y los ojos jades tan robustos como su dueño, intensificaron su color.
—He aquí la fuerza de la justicia de la muerte —susurró el hombre y extendió sus brazos al mismo tiempo que unas alas de más de tres metros se desplegaron de su espalda—. ¡Boom!
Y el ensordecedor estallido que se produjo en ese momento, lo dejó tan noqueado que su mente se cubrió de una asfixiante nube negra.
Tres meses más tarde
Ese día había llegado bastante adelantado. Aparcó el escarabajo junto a la acera y bajó de éste. Hacía calor y la playa de estacionamiento estaba casi ahueca. Logró divisar algunos estudiantes más allá, y el grupo de lectura que se sentaba en el extenso patio de gramas verdes. El letrero del Black Angels School se alzaba sobre la puerta amplia y de color aceituna.
Louis llevaba los pantalones azules y un bolso negro colgado de su brazo derecho. La camisa blanca y un pasamontañas rojo. Precisó a Zayn en una de las mesas de la cafetería, y con un suspiro pesado se acercó hasta él.
Zayn no le llevaba menos de dos años, y el largo cabello tupido le cubría media frente. Las pestañas largas y pobladas adornaban unos tiernos ojos de color miel. Llevaba un libro en las manos y en cuanto se percató de la presencia de su compañero, lo cerró no sin antes marcar la página para continuarlo más tarde.
—Hola, viejo —dijo Louis y con pesadez se dejó caer sobre la otra silla, produciendo y sonoro chirrido que se extendió por toda la diáfana extensión de la cafetería.
Zayn alzó las cejas y sonrió.
—Hace media hora pedí un café —comentó su amigo—. ¿Qué me tienes?
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Ángel de la Muerte || מלאך המוות
FanfictionLouis Tomlinson ha sido marcado por un ángel de alas negras, y será esa marca la que desencadenará una serie de extraños sucesos, además de desconcertantes muertes a su alrededor. Huyendo de su oscuro destino, Louis tratará de atar todos los cabos s...