Capítulo 2

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Alas

—No es más que un simple ardor. —Johanna tenía el cabello suelto cuando le explicó que le volvía a doler la marca—. Úntate la crema que te dio el doctor Drake. Estaré en la cocina si necesitas algo. Tus hermanas están en la escuela y tu padre no tardará en llegar por el almuerzo.

—Estaré en mi recamara, mamá. Gracias. —Subió las escaleras de dos en dos y caminó por el diminuto pasillo. La primera puerta de la izquierda estaba abierta, aunque no explayada cuando entró. Con el ceño fruncido cerró la puerta y examinó su habitación con rapidez. Pero parecía estar todo bajo control.

Odiaba que entrasen a su recamara cuando él no estaba, pero era consciente de que su madre y el resto de la familia lo sabía. Así que estaba casi seguro que ninguno había sido. Aparte, sus hermanas habían salido con él a la escuela, al mismo tiempo que su padre se marchaba a la oficina. O había sido su madre, o él mismo la había dejado abierta y lo había olvidado.

—Como sea —susurró y lanzó el bolso a los pies de la cama antes de adentrarse al ordenador.

—No deberías dejar tu puerta abierta cuando te vas a la escuela.

El grito que brotó de la garganta de Louis fue poco masculino, como añadidura, dio un sobresalto inesperado y la silla se volcó, casi provocando que cayera al suelo. El estruendo lo amortiguó logrando atajar todo lo que había arrastrado tras su casi caída.

Entre las sombras de la habitación había brotado la voz más gutural que había escuchado en su vida. Y no se había percatado del intruso hasta que una melena rizada surgió a través de las sombras.

—Mi nombre es Harry Styles. Aunque preferiría que me llamaras Malaj HaMavet. —Sonriente, el chico rizado se dejó caer sobre el colchón como si conociese a Louis de toda una vida.

Louis lo observaba con la quijada separada del resto de su rostro. Tenía miedo de aquel chico. Primordialmente porque había burlado a su madre y se había colado a su habitación sin que se diese cuenta.

—¿Quién demonios eres? —inquirió Louis, preocupado. Sigiloso, se deslizó hasta la mesa de la computadora y apoyó la parte posterior de sus muslos sobre la madera, mientras con sus manos rebuscaba en el compartimiento.

—Ya te lo he dicho. Soy Malaj HaMavet. —El rizado volvió a sonreír, arrogante.

El castaño sacó un arma bastante pequeña para sus manos torpes a causa de las vacilaciones, y apuntó al que se hacía llamar Malaj HaMavet.

—Si no te vas ahora, prometo disparar. —Tragó con dureza.

Malaj HaMavet empezó a reír.

—Vamos, crío, deja de jugar y guarda eso. Es irrelevante que lo hagas. Existen un doscientos porcientos de probabilidad de que no puedas matarme. No con una simple bala.

Louis entrecerró los ojos.

—Entonces llamaré a la policía. Dime, ¿qué tienes para decir cuando te acuse por allanamiento de morada como si fuese todo un acosador, o un ladrón, o un asesino en serie?

Malaj HaMavet volvió a reír. A Louis aquello lo frustró. «Pero, ¿qué es tan gracioso?»

—Se reirán de ti cuando acuses a alguien que no pueden ver. —Deslizó la punta de su lengua sobre su mejilla interior—. Además, sé que te interesará saber todo lo que debo decirte.

Ángel de la Muerte || מלאך המוותDonde viven las historias. Descúbrelo ahora