Capítulo 29

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[Narra Sucrette]

Nathaniel: ¿Por qué peleaste con él?

Tragué saliva, intentando ganar tiempo para elegir las palabras correctas.

Sucrette: Él se veía a escondidas con Charlotte. Los ví besarse, incluso. Quise perdonarlo. Pero es muy difícil.

Las palabras se entrecortaban en mi boca, mientras las lágrimas salían solas de mis ojos.

Nathaniel me acarició el pelo a modo de consuelo.

Nathaniel: Menudo cabrón... Ese tio no es de fiar.

Sucrette: Pero yo le quiero...

Aquellas palabras resonaron en mi corazón como si estuviera en una cueva. Y en ese momento me sentí la persona más mala del mundo por estar con Ken queriendo a Castiel.

Nathaniel: Ya sé que le quieres.

Sucrette: Quiero que vuelva, quiero volver a verle. Quiero poder perdonarle.

Nathaniel: ¿Dónde está ahora?

Sucrette: En Irlanda, pero...

Nathaniel: ¿Pero? Tú le quieres, ¿no es así?

Me froté los ojos y asentí.

Nathaniel: Vamos a ir a buscarle a Irlanda, a pedirle explicaciones.

De repente él coge de mi mano y me arrastra a la salida corriendo. Yo sigo su ritmo.

Sucrette: ¡Pero no tengo dinero! Y además es una locura.

Nathaniel: No te preocupes por el dinero, yo lo pagaré.

Le miré, con una sonrisa. Por mucho que quisiera verle no podía aceptarlo.

Sucrette: No puedo aceptarlo.

Nathaniel: Claro que puedes. Esta tarde compraré los billetes. Saldremos mañana por la mañana.

Me sobresalté, ¿mañana? Eso es demasiado precipitado.

Sucrette: Mi tía me va a matar, Nathaniel. No puedo ir...

Nathaniel: No volveremos a casa.

Solté su mano y me detuve para mirarle.

Sucrette: Esto es una locura...

Nathaniel: Nosotros ya estamos castigados de por vida. Necesitas hacer esto.

El chico de cabellos rubios que iba a mi lado me llevó a un lugar donde alquilaban bicicletas. Quería ir al aeropuerto para comprar los billetes.

Volví a subir las escaleras donde rompí con Castiel, y un dolor enorme me oprimía el pecho. Pero intenté contener mis lágrimas.

Me senté en un banco mientras Nathaniel compraba los billetes con el dinero que tenía en una tarjeta.

Después se sentó a mi lado.

Nathaniel: El vuelo sale en media hora.

Abrí los ojos de par en par.

Sucrette: ¡Ni siquiera tenemos maletas! ¡Ni comida! ¡Ni nada!

Nathaniel: No te preocupes, tengo mucho dinero en esta tarjeta.

Me sentí mal por Nathaniel, que iba a pagarme todo. Por Ken, ya que sin decirle nada me iba a ir a buscar a Castiel. Por mi tía, tendrá que pasar mucho miedo al saber que estoy en otro país.

Megafonía: El avión con destino a Irlanda saldrá en 5 minutos. Vayan a la sala Ocho C. Buen viaje.

Aquellas fueron las mismas palabras que escuché cuando Castiel se fue. Nathaniel se levantó de un salto y volvió a agarrarme de la mano para ir a la sala correspondiente. Entregó los billetes, y ordenadamente todos entraron al avión. Miré el móvil un instante.

Corazón de Melón: A tu lado, por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora