Caminar de noche por aquella carretera no era algo habitual. Pocos se atrevían a conducir por la Old Road teniendo la nueva autovía a tan solo unos metros. El aire olía a mojado, se respiraba tranquilidad. Pero ella estaba nerviosa.
Cuando despertó sobre aquel lecho de hojas, no sabía dónde estaba. Fue abrir los ojos y sentirse perdida. Tenía una rama enredada en el pelo y la pierna derecha llena de arañazos. La camiseta estaba manchada de barro. Al cabo de un rato se dio cuenta de que se encontraba en el bosque que separaba Rock Valley del pueblo más cercano al norte. Por suerte, su casa no quedaba lejos de allí.
No tenía el móvil consigo y estaba algo desubicada. Poco a poco, la carretera fue transformándose en una ruta que le era más conocida. Quedaban apenas unos metros para ver las primeras viviendas. Estaría en su cama en cuestión de minutos. Necesitaba dormir, aunque sabía que no iba a poder.
Desde luego, no así.
Durante años había evitado esa situación. Ni siquiera sus mejores amigas lo sabían. No hablaba de ello con sus padres; ellos simplemente pagaban el psiquiatra, las pastillas y listo.
Pero, en teoría Jocelyn estaba recuperada. Su último episodio había sido... No, era imposible recordarlo. Había pasado demasiado tiempo.Sus piernas se movían solas. Su mente estaba demasiado ocupada pensando en los motivos que le habían llevado a estar tan estresada, tan nerviosa como para hacer cosas de las que luego se olvidaría. Recordaba estar en su habitación, tumbada en la cama, viendo una serie en Netflix. Pero luego nada. Ni siquiera tenía un problema con sus padres en aquel momento. No le encontraba una explicación lógica. Ni a eso ni a la energía negativa que cada vez más a menudo se apoderan de ella. Malos pensamientos que le hacían comportarse o reaccionar de un modo que no le gustaba nada. Eso la dejaba muy triste, desconcertada.
Llegó a casa. Estaba sola, como casi siempre. No se miró en el espejo de la entrada y pasó de largo por la puerta de su habitación. Se dirigió directo al baño, aunque se detuvo antes de llegar. Algo brillaba, lo había visto con el rabillo del ojo. Un reflejo de luz.
Se volvió hacia la derecha y confirmó su sospecha: su habitación estaba siendo iluminada. La luz provenía de su teléfono móvil, que alumbraba toda la estancia desde el centro de la cama. A esas horas solo podía tratarse de sus amigas.
Lo cogió mientras tragaba saliva. Decenas de mensajes y llamadas. Era Catherine, por lo visto necesitaba su ayuda.
-Joder- dijo Jocelyn molesta. Lanzó con fuerza el móvil sobre la cama.
Le iba a ser imposible estar bien sin que sus amigas dudarán de ella, y tenía que hacer un esfuerzo extra si quería mantener su secreto. Se llevó la mano al pecho para ver si su corazón seguía tan acelerado como antes.
Ahí estaba. Normal, sin sobresaltos. Respiró tranquila y cerró los ojos para acompañar el suspiro. Tan solo quería un momento de calma antes de pasar a buscar a Maiah.
Fue únicamente un segundo, Pero estuvo segura de que en la negrura de sus párpados había visto la mirada de un chico. Decidió ignorarlo y darse una ducha. Ese día no estaba para tonterías.Catherine dejó el móvil sobre su cama y se puso a llorar. La llamada había durado apenas unos minutos, aunque le habían parecido horas. Horas llenas de rabia contenida. Durante ese tiempo, pese a haber estado pegada al teléfono sin hacer nada más que escuchar, la voz del otro lado de la línea no le parecía real. No daba crédito.
Negar que las cosas fueran mal era engañarse a si misma, porque llevaban sin funcionar un tiempo. Sin embargo, jamás habría hecho algo tan insensible como lo que Nathan le acababa de hacer. Y muchísimo menos a través de una llamada telefónica ¿Tan poco significaban esos dos años de relación para él? La cosa no se hiba a quedar ahí. Catherine estaba dispuesta a demostrarle que podía vivir sin él, ya que era la excusa que él no paraba de ponerle.
-No te he dejado antes porque te imaginaba sola y....-
Repitió Catherine, entre lágrimas, burlándose de Nathan-.
¡Mierda!
Estaba muy enfadada con él por haberle dicho frases así.
Desde el principio de la relación había tratado de demostrarle a Nathan lo independiente que era, pero también necesitaba demostrárselo a sí misma. Y durante una larga temporada había funcionado. Sus amigas opinaban lo contrario, aunque ahora lo veía todo más claro: se había dejado llevar.
Como era costumbre cuando algo importante ocurría en su vida, no dudó en llamar a sus amigas. En cada una de ellas encontraba un apoyo diferente, se complementaban. Las tres juntas eran una fuerza demoledora, capaz de acabar con cualquier pensamiento negativo y lo que necesitaba en ese momento era un buen chute de energía.
Fue incapaz de contactar con Jocelyn, así que dejó en manos de Maiah que las dos estuvieran en su puerta en cuestión de minutos. Al final tardaron más de lo esperado, pues Jocelyn no se encontraba del todo bien.
- ¡Voy!- dijo la señora Comelloso en cuanto las amigas de su hija llamaron al timbre.
Abrió la puerta y no pudo reprimir una sonrisa, aunque en sus ojos también había sorpresa. Rápidamente le echó un vistazo a su muñeca, donde portaba un reloj plateado que le quedaba perfecto, para comprobar la hora que era, su cara de sorpresa se acrecentó aún más.
- Bueno, creo que vienen para quedarse- comentó al levantar la cabeza, mirando las manos de Maiah y Jocelyn. Iban cargadas de bolsas del supermercado de la gasolinera que rebosaban de bebidas, dulces y frituras. También llevaban sus mochilas del Instituto en la espalda, pero, en vez de libros, dentro estaban las pijamas.
La madre de Catherine, Sarah Comelloso, era una mujer muy alta. Cuando hablaba con Maiah, esta tenía que mirar hacia arriba. Ninguna de las dos amigas habían visto a la señora Comelloso en pijama, pues no solían acudir a esas horas a su casa. Por lo general era Catherine quien salía o quedaba en un punto intermedio, como la casa de Jocelyn, que era donde menos molestaban.
Pasó a la sorpresa, Sarah las dejó entrar sin ningún reparo. Abrió más la puerta y extendió el brazo para indicar que podían pasar.
-limpience los zapatos, vale- les dijo a las amigas, mientras señalaba una alfombrilla pegada a la escalera que conducía al piso de arriba-. Supongo que sigue en su cuarto, lleva toda la tarde allí.
La señora Comelloso se encogió de hombros al decirlo.- siento venir a estas horas- se disculpó Jocelyn ante la visible molestia que causaban.
- no se preocupen, si están aquí es porque las necesita.-
Sin embargo, su tono no parecía del todo sincero-. Ah, y no se duerman muy tarde- avisó, al tiempo que se marchaba de vuelta al salón-: mañana empiezan las clases.
Maiah y Jocelyn asistieron y acto seguido subieron a la escalera hacia la habitación de Catherine. Para ellas era una situación extraña, Pero Cat debía de estar bastante mal para hacerles ir a su casa. La puerta de su habitación estaba cerrada, aunque no necesitaron llamar.
- no te preocupes, cariño- dijo Maiah en cuanto Catherine les abrió la puerta. Iba en pijama, con su pelo recogido en una coleta. La cara hinchada de tanto llorar, pero con determinación en los ojos. No estaba destrozada, para sorpresa de sus amigas.
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Bajo nuestra piel [EDITANDO]
Mystery / ThrillerTodo cambia para Maiah, Jocelyn y Catherine la noche en la que tienen pesadillas reveladoras. Se guardan el secreto de lo que han visto en sueños, y a partir de ahí todo comenzará a ir mal. ¿Quién es el hombre misterioso que las espía frente a sus c...