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Se fundieron en un abrazo. Las pesadas bolsas del supermercado golpeaban la espalda de Catherine mientras sus amigas la reconfortaban. Cuando se soltaron, Maiah y Jocelyn dejaron sus pertenencias de cualquier manera en el suelo.
La habitación de Catherine la definía bastante bien. El suelo estaba lleno de recortes, tijeras y una cantidad incontable de hilos de colores. El maniquí donde Catherine probaba los patrones estaba ya destrozado y descansaba en una esquina, esperando ser sustituido por uno en condiciones. Había bocetos de un vestido púrpura por todos lados. Los pósters que decoraban las paredes llevaban años sin cambiarse, y en general la habitación era un caos. Catherine creía firmemente que el caos la ayudaba en su creatividad. Se sentaron las tres en la cama que estaba en el centro del cuarto. Jocelyn miro la pantalla iluminada del móvil de su amiga. Estaba llena de mensajes y llamadas perdidas de Nathan.
-¿No se cansa?- preguntó Jocelyn molesta.
Catherine negó con la cabeza.
-son de antes, no las he borrado...- replicó con un hilo de voz. Se acercó al iPhone y eliminó todas las notificaciones.
Se sentó pegada a la pared, encima de las almohadas. Miró a sus amigas a los ojos y les agradeció que estuvieran allí. Aún no habían hablado directamente del tema, pero estar con ellas ya era suficiente para animarla.
Jocelyn McKenzie estaba sentada en una esquina de la cama, con la pierna derecha doblada. Su físico cumplía muchos estereotipos. No era especialmente guapa, aunque en conjunto era atractiva. Sabía sacarse partido y, gracias a los genes de su madre, era alta y rubia y, como decía ella, 《Nacida para ser admirada》. El problema era que Jocelyn veía todo aquello como una chorrada, frases que su madre le decía para animarla a cumplir sus sueños frustrados. No le gustaba el papel que en teoría tenía que jugar. Jamás acepto ser animadora, o salir con los chicos más populares solo por el hecho de serlo. Jocelyn no soportaba la idea de cumplir con lo que se esperaba de ella, le gustaba ser impredecible. A pesar de su empeño en tratar que la gente lo entendiera, cada vez era más complicado. Sobre todo con su madre.

Maiah Benson se había sentado al otro lado, un poco más cerca de Catherine. Era una chica menuda y por lo general pasaba bastante desapercibida, aunque lucía una cabellera pelirroja cuyos rizos destacaban siempre por encima de todo.
Tenía la cara llena de pecas, su abuelo decía que eran constelaciones, y cada vez que estaba baja de ánimos rememoraba aquellos cuentos que él le contaba todas las noches de verano, en los que era una elegida del universo para hacer el bien en la tierra. Ese recuerdo siempre la hacía sonreír como una niña.
-Cuéntanos- pidió Jocelyn, calmada al cabo de unos minutos de silencio.

Catherine aún no se había recuperado del todo. No lloraba, pero sus ojos seguían rojos, cansados. Los restos de las lágrimas brillaban con la luz artificial que provenía del techo y contrastaban con su piel oscura, parecían maquillaje con purpurina. En su interior, se agitaba un torrente de emociones difícil de identificar. Culpabilidad, hastío, fortaleza.

Maiah le cogió la mano para animarla a que se desahogara. Catherine suspiró y cerrando los ojos comenzó a contarles lo que había pasado.

-Nathan me ha llamado hace un rato. No me había hablado en todo el día y de hecho acababa de llegar de Atlanta de visitar a sus primos. Ni siquiera se había molestado en avisarme... Llevo sin saber de él varios días. - hizo una pausa.

-Ya les dije que no estábamos bien, que las cosas este verano se habían enfriado. Y más después de eso.... Ya saben. -
Ambas amigas asintieron, conocedoras de los problemas entre Catherine y Nathan desde hacía meses.

-Pues eso, que no estábamos del todo a gusto y siempre sentía que yo daba más de lo que él estaba dispuesto a darme. Sobre todo los últimos días, que ha estado más distante de lo normal. Y ya sabía que era algo que hiba a terminar ocurriendo, así que me fui haciendo a la idea. Además, no estoy mal sólo por eso.-

Bajo nuestra piel [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora